Cuba busca su tiempo perdido

Díaz-Canel durante su primer discurso como presidente de Cuba. (Captura)
Díaz-Canel durante su primer discurso como presidente de Cuba. (Captura)
Carlos Malamud

23 de abril 2018 - 17:13

Madrid/El relevo en la cúpula del poder dio lugar a un vivo debate sobre la naturaleza y profundidad del cambio en Cuba. La predominante línea lampedusiana insiste en que pese al ascenso de Miguel Díaz-Canel y el paso al costado de Raúl Castro, poco o nada ha cambiado. Una versión más optimista cree que esto puede ser el principio de transformaciones relevantes. Sin embargo, junto a la magnitud de la cuota de poder, efectivamente cedida por Castro, subyace la legitimidad y la supervivencia de la experiencia revolucionaria.

La sensación de que el tiempo se ha malgastado sistemáticamente para terminar no llegando a ningún lado es un elemento esencial de la reflexión cotidiana de muchos cubanos. El poeta Rafael Alcides, todavía autoexiliado, escribió en 1970: "El pasado y el porvenir pasaron ya./ Todo lo que tuvimos lo perdimos/ y era más de lo que se podía tener". El trovero Ray Fernández también insiste en que en el contexto actual no hay futuro y canta en El Bucanero: "Olvídense del tesoro/ porque perdimos el mapa". Tanto importa el tiempo en Cuba que en el adanismo del discurso oficial todo lo positivo comienza con la Revolución, antes la Isla solo era un lupanar marcado por el vicio, el atraso y la explotación.

De ahí que muchos se pregunten dentro y fuera de Cuba si el hecho de que un Castro no dirija el Gobierno, o de que el nuevo presidente no sea militar y haya nacido después de la Revolución, marcará la diferencia. ¿Podrá Díaz-Canel recuperar el tiempo perdido y conducir a su gente a la Tierra Prometida? Ateniéndonos a sus manifestaciones será difícil, especialmente si se piensa en reformas políticas orientadas a democratizar el régimen.

El relevo en la cúpula del poder en la isla dio lugar a un vivo debate sobre la naturaleza y profundidad del cambio en el país de José Lezama Lima

El nuevo mandatario ha reconocido la hegemonía de la Revolución en línea con el artículo 5º de la Constitución, que señala la supremacía del Partido Comunista, "fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado". También ha insistido en el liderazgo de Raúl Castro en la próxima etapa, quien seguirá encabezando "las decisiones para el presente y futuro de la nación".

La situación económica y el bienestar de los cubanos serán una cuestión esencial en esta nueva etapa. En torno a ellos, Díaz-Canel se jugará buena parte de su prestigio y autoridad. Y aquí, al igual que en los demás frentes abiertos, nada será fácil, especialmente tras el desplome de la ayuda venezolana. Las manifestaciones en Nicaragua, violentamente reprimidas por el matrimonio Ortega –Murillo, son una buena prueba de ello.

La principal coartada del Gobierno cubano, reforzada por la presencia de Trump vuelve a ser Estados Unidos. La retórica antiimperialista y los efectos del bloqueo justificarán nuevamente la falta de reformas o su parálisis. Pero los únicos responsables de poner las políticas públicas al servicio de su sociedad son los gobernantes cubanos. Ellos deben decidir y ejecutar aunque el precio a pagar sea doloroso y hasta ahora el temor a la reacción social ha sido más un freno que un estímulo. ¿Podrá avanzar Díaz-Canel allí donde Raúl Castro no lo hizo?

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Nota de la Redacción: este análisis ha sido publicado previamenteen El Heraldo de México. Lo reproducimos con la autorización del autor.

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