La lógica inversa de la política de Obama hacia Cuba

José Azel

17 de junio 2016 - 13:01

El argumento ha sido repetido hasta la náusea: la política estadounidense de sanciones a Cuba durante 55 años fracasó en cambiar la naturaleza del régimen de la Isla, por lo que era necesario un nuevo enfoque. En su discurso del 17 de diciembre de 2014 anunciando el restablecimiento de relaciones con La Habana, el presidente Barack Obama repitió variaciones del concepto "fracaso de política" ocho veces.

Los partidarios del enfoque de compromiso del presidente repiten continuamente el argumento del fracaso. En filosofía y lógica eso se llama "argumentar por repetición", y consiste en intentar demostrar algo repitiendo aseveraciones.

Siguiendo la lógica de Obama, una política efectiva tendría que ser una que tuviera éxito desmantelando el totalitarismo cubano

El planteamiento central, por supuesto, es empíricamente cierto: las sanciones económicas fracasaron en cambiar la naturaleza totalitaria del régimen cubano. Pero entonces el argumento del fracaso se vuelve erístico o lógica inversa (anti-logic). Platón definía el término "erístico" la búsqueda de la victoria en la discusión sin preocuparse por la verdad, y Schopenhauer afirmaba que los argumentos erísticos no buscaban la verdad objetiva, sino solamente una apariencia de verdad. Argumentar erísticamente es hacerlo por la victoria retórica, sin preocuparse por la verdad. En filosofía, esta lógica inversa se utiliza para silenciar a un oponente haciendo que su posición parezca contradictoria.

Si queremos encontrar la verdad en el debate de la política hacia Cuba, debe desecharse el argumento de lógica inversa sobre el "fracaso de la vieja política" que el presidente y sus partidarios invocan repetidamente.

Como el Barack Obama afirma, las sanciones económicas fracasaron en su objetivo de cambiar la naturaleza del sistema de Gobierno cubano, y el régimen totalitario de la Isla se mantiene. Entonces, siguiendo esa lógica, una política efectiva tendría que ser una que tuviera éxito desmantelando el totalitarismo cubano. En la fórmula del presidente, la medida de una política exitosa es si el régimen de Castro sobrevive o no.

Obama considera que una nueva política hacia Cuba basada en el compromiso diplomático, acabar con las sanciones económicas y hacer concesiones serán pasos dirigidos a derribar el régimen castrista. Esta lógica está implícita en las declaraciones sobre el fracaso de la vieja política y el éxito esperado de la nueva.

En el ámbito de la lógica, el presidente no puede evitar sostener que su nueva política apunta a cambiar la naturaleza del régimen cubano, dado que él ha desechado la vieja política sobre la base de que falló en lograrlo. Si el objetivo no es cambiar la naturaleza totalitaria del régimen, entonces necesariamente sería una política que favorece al régimen cubano en alguna dimensión. Además, a menos que el presidente y sus simpatizantes crean que esta estratagema ha escapado a la atención del régimen de la Isla, podemos asumir que el general Castro considera la nueva política como una que aspira a terminar con su régimen.

¿Por qué el régimen de Castro estaría de acuerdo con una nueva política diseñada para su propia desaparición? El clan Castro no es suicida

Esto plantea una cuestión que expone la falacia de la lógica del presidente: ¿por qué el régimen de Castro estaría de acuerdo con una nueva política diseñada para su propia desaparición? El clan Castro no es suicida. Ellos solo avanzarían con cambios que puedan manejar para su beneficio, y nada más. Entonces, las reformas de mercado serán firmemente restringidas para no perder el control. Este es el mensaje inequívoco del VII Congreso del Partido Comunista cubano del pasado mes de abril, en el cual el liderazgo de la Isla denunció virulentamente el enfoque de Obama.

El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez, fue explícito al denunciar que el reciente viaje de Obama fue, al menos en parte, "un profundo ataque" contra las ideas, cultura y nuestros símbolos cubanos. El general Raúl Castro se refirió a Estados Unidos como "el enemigo", declarando que "solamente han cambiado los métodos de EE UU, no sus objetivos".

Y, para certificar que nada en la forma de gobernar ha cambiado o cambiará, el último día del Congreso, Fidel Castro hizo una fantasmal aparición al estilo del deus ex machina de las tragedias griegas antiguas respaldando la gestión de su hermano.

El infortunio lógico-inverso de la errónea nueva política EE UU-Cuba no es solamente que no tendrá éxito terminando con el régimen dictatorial. La tragedia es que, alineándose con la opresión, esa política ha desarticulado las esperanzas de libertad para una nueva generación de cubanos.

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Nota de la Redacción: José Azel es investigador senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami y autor del libro Mañana in Cuba.

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