Una precisión para observadores desprejuiciados

Reinaldo Escobar

04 de febrero 2013 - 16:11

A las diez de esta mañana del lunes 4 de febrero ni siquiera en Cubadebate había noticias frescas sobre los resultados finales de las llamadas "Elecciones" en Cuba. Obviamente se puede apostar a que los 612 candidatos fueron aprobados a sus 612 puestos de Diputados. Quizás por eso la noticia de que Fidel Castro había reaparecido ocupaba los espacios del noticiero matutino de la Televisión.

Como en cada una de las ocasiones anteriores recibiremos, en su momento, una catarata de números en los que se desglose por provincias el comportamiento de la presencia de electores en los colegios y la cantidad de boletas anuladas o en blanco. Nadie podrá discutir con pruebas estos datos, a pesar de que los medios oficiales insisten en proclamar que cualquier ciudadano puede estar presente a la hora del escrutinio, !incluso extranjeros! han llegado a afirmar.

La ley electoral establece que al terminar el conteo, los encargados del colegio volcarán los resultados en una boleta en blanco, idéntica a la que se usó para emitir los votos donde solo aparecen los nombres de los candidatos. Dicha boleta debe quedar expuesta para información de la población. La ley es particularmnente enfática en insistir que está prohibido usar otro papel para escribir en él esta información. En todos estos años a nadie se le ha ocurrido confeccionar e imprimir un modelo donde puedan aparecer los números de boletas anuladas y en blanco junto al dato de asistencia en cada colegio. Si existiera dicho modelo, cualquier persona tendría tiempo para recorrer en bicicleta o a pie los colegios de un municipio y en coordinación con otros, computar los resultados por provincia y a nivel nacional. La no existencia de dicho modelito obligaría a la sociedad civil a tener un observador en cada uno de los 30 mil colegios habilitados en todo el país para completar esta información.

Cuando no hay forma de comprobar, cotejar o desmentir con pruebas un dato de tanta importancia, que usualmente sirve para medir el descontento, existe el derecho a sospechar de la transparencia del proceso. Son muchas las personas que no necesitan enterarse de la precisión que aquí describo para desconfiar de los resultados electorales. Esta es una aclaración dirigida a ese tipo de observador no prejuiciado que pretende tener una posición objetiva.

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