El secuestro de una identidad

El Palacio de las Convenciones durante el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. (EFE)
El Palacio de las Convenciones durante el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba. (EFE)
Reinaldo Escobar

01 de marzo 2016 - 02:15

La Habana/Para hacernos creer que los mil delegados al VII Congreso del Partido Comunista de Cuba se parecen al lugar de donde provienen, el diario Granma publica hoy una especie de editorial, bajo el título “El rostro de un país en el Congreso partidista”.

Con datos estadísticos sobre la edad y el sexo de los elegidos, el elevado número de graduados universitarios, la diversidad de ocupaciones y la proporción en que están representadas todas las regiones del país, el informe originado en el Departamento de Organización y Política de Cuadros del Comité Central del Partido, pretende convencer a los lectores que estos 1.000 son algo así como una biopsia de 11 millones.

¿De qué país son entonces los más de 10.000 que en los últimos meses invadieron Centroamérica para encontrar una ruta hacia los Estados Unidos? ¿Cuál será la nacionalidad de ese más de millón y medio de electores que optaron por abstenerse o inutilizar su boleta durante las pasadas Asambleas Municipales del Poder Popular? ¿Cuál es el gentilicio apropiado para aquellos que en esta Isla delinquen, cometen indisciplinas sociales, desvían recursos, receptan mercancías de dudosa procedencia? ¿Acaso no son cubanos los millones que se han instalado en el exilio, los miles que militan en decenas de organizaciones opositoras, los cientos que salen a la calle a protestar y resultan vejados, golpeados o detenidos?

El rostro de este país no se parece en lo más mínimo al perfil que pudiera hacerse con los dilemas y confusiones que aquejan hoy a la auténtica militancia comunista

El rostro de este país no se parece en lo más mínimo al perfil que pudiera hacerse con los dilemas y confusiones que aquejan hoy a la auténtica militancia comunista, ni a la máscara de intransigencia inclaudicable con la que se quiere encubrir la honda frustración y el oportunismo de quienes aplauden por compromiso.

Que se invite a los comunistas a participar en un debate nacional es una propuesta razonable y justa, pero pretender que las decisiones que afectarán a toda la nación para el próximo lustro sean tomadas en un cónclave donde solo participen ellos, resulta poco menos que una aberración.

El rostro de Cuba es más plural que partidista.

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