¿A quién ha traicionado Barack Obama?

Raúl Castro y Barack Obama se saludan por primera vez en los actos por los funerales de Nelson Mandela, en Sudáfrica
Raúl Castro y Barack Obama se saludan por primera vez en los actos por los funerales de Nelson Mandela, en Sudáfrica
Juan Carlos Fernández

18 de agosto 2015 - 16:23

Pinar de Río/El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos va dejando una estela de reacciones. En la sociedad civil cubana de ambas orillas se perciben dos posiciones y muchos matices, por un lado quienes están a favor del proceso y por otro aquellos que se declaran en contra.

Entre quienes se oponen se escucha un duro reproche contra el presidente Barack Obama, a quien se acusa de "traidor a la causa de la libertad en Cuba". Sin embargo, pensar que el inquilino de la Casa Blanca se embarcó en semejante aventura solo y por iniciativa personal ronda con el delirio.

Es probable que el presidente norteamericano ansiase darle otro rumbo a la política norteamericana hacia Cuba. Pero jamás hubiera tenido éxito de no contar con el apoyo de una cantidad apreciable de legisladores republicanos y de su propio partido. De manera que esta jugada política representa el culmen de una estrategia gestada antes de su llegada a la Casa Blanca y cuyos protagonistas principales fueron los llamados "grupos de presión".

Dentro de los también llamados "lobbies", el poderoso grupo que representa los intereses comerciales del sector agrícola ha liderado varias iniciativas de acercamiento con la Isla. También ha promovido el levantamiento del embargo y la normalización de las relaciones con el Gobierno cubano. Las razones para que haya empujado en la dirección de la normalización son de carácter económico, pero también político.

A Barack Obama le corresponde la lucidez política de aprovechar la coyuntura hemisférica, con una Venezuela en caída libre, serios problemas internos en Bolivia, Ecuador y Brasil

En lo comercial, se fundamentan en la desventaja para el empresariado norteamericano que provocan las restricciones contra Cuba. Mientras que en lo político sostienen que la influencia de Estados Unidos en la región se ha visto disminuida considerablemente, debido en gran medida, por el largo conflicto con el Gobierno comunista de Cuba, ocupando este lugar China.

Parte de la sociedad civil estadounidense también ha presionado para emprender el camino de la normalización diplomática. Se han involucrado en esa cruzada desde la izquierda radical, hasta organizaciones gremiales, culturales, ONG, grupos religiosos y académicos.

A Barack Obama le corresponde, eso sí, la lucidez política de aprovechar la coyuntura hemisférica, con una Venezuela en caída libre, serios problemas internos en Bolivia, Ecuador y Brasil. Mientras que dentro de la Isla una profunda crisis económica que parece no tener fin, graves problemas sociales y un Fidel Castro prácticamente fuera del juego político.

Más allá de esa habilidad, Obama sólo respondió a una exigencia de su pueblo, representada en los grupos de presión de la sociedad civil. Ignorarlos hubiera representado un suicidio político para el próximo candidato demócrata. Las encuestas le han dado la razón, pues más del 60% de los norteamericanos ve con buenos ojos la iniciativa que ha impulsado respecto a Cuba.

Por lo tanto, acusar de traición a Obama no modificará lo sucedido a partir del 17 de diciembre pasado y le hace cargar con una responsabilidad que pertenece a miles de personas. Por otra parte, el hecho de que los gobernantes cubanos ahora se den la mano con el vecino del norte no les otorga carta blanca para hacer lo que deseen. Eso lo saben muy bien en la Plaza de la Revolución.

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