Obama, Venezuela y mi caserón de madera

Nicolás Maduro durante un discurso (Foto Miguel Gutiérrez/EFE)
Nicolás Maduro durante un discurso (Foto Miguel Gutiérrez/EFE)
José Gabriel Barrenechea

18 de marzo 2015 - 17:59

Pongámonos en situación. Vivo en un viejo caserón de madera de casi un siglo, que forma parte de un complejo habitacional compuesto por otra docena de viviendas semejantes, construidas del mismo volátil material.

Supongamos que en cualquiera de esas otras casas un grupo de hermanos, tras la muerte de los padres, se disputaran su propiedad. No creo que ninguna persona medianamente racional me criticaría si, ante las continuas amenazas de cualquiera de esos hermanos de prenderle fuego a la casa paterna, en caso de perder el pleito legal por su propiedad, yo diera parte a la policía de la situación. Incluso muy pocos encontrarían a mal si a mi vez amenazara al aspirante a incendiario con una buena paliza, o incluso con la muerte, en caso de poner en obra sus amenazas.

¿Entonces por qué esos mismos que apoyan mi derecho a defender mi vivienda mediante la limitación, por cualquier medio, de lo que un vecino puede hacer con la suya, critican la decisión del presidente Barack Obama de declarar a Venezuela una amenaza para la seguridad nacional de EE UU?

EE UU importa a diario 800.000 barriles de petróleo de Venezuela, más o menos un 13% de su consumo. ¿Qué sucedería si de repente en ese país se declara la guerra civil a que lo conduce de manera inexorable la obstinación del chavo-madurismo en establecer allí un régimen similar al castrista? Sin dudas algo muy parecido a lo que ya ocurrió allí en los años setenta, con las colas enormes en las gasolineras para llenar los tanques de los autos. Pero es que las consecuencias de esa hecatombe venezolana afectarían no solo de manera directa a EE UU. La economía mundial, al dispararse de súbito los precios del crudo por una contracción de la oferta, se ralentizaría aún más, con lo que de rebote EE UU también se vería muy pronto afectado.

¿Es que los críticos han reflexionado en la enorme desestabilización que acarrearía el colapso de Venezuela para un país como Cuba? Más de las dos terceras partes del petróleo que se consume en la Isla hoy proviene de aquel país. Y es poco probable que los cubanos aceptemos disciplinadamente una situación semejante a la de 1993, por lo que una guerra civil en Venezuela ocasionaría un baño de sangre y un potencial éxodo migratorio monumental a menos de 90 millas de las costas del país que Obama juró defender.

Aceptémoslo, el presidente de EE UU, o de cualquier Estado, tiene pleno derecho a declarar a otro país lo que en realidad es para el suyo: una amenaza.

Aceptémoslo, el presidente de EE UU, o de cualquier Estado, tiene pleno derecho a declarar a otro país lo que en realidad es para el suyo: una amenaza

¿Quiénes son en un final los responsables últimos de esa declaración, que innegablemente afecta a todos en Venezuela? Nadie más que esa cúpula corrupta del chavo-madurismo. Es su evidente intención de no ceder en su aspiración de convertir a Venezuela en una nueva Castrocuba el que ha dividido a aquel país en dos bandos irreconciliables.

Es su descarada conducta de los últimos meses la que en definitiva ha conducido a sus compatriotas a esta triste situación. Son los Maduro y los Cabello, por ejemplo, los que han imaginado ese disparate en que un avión tucano bombardearía a media Caracas. Que cuando se ha comprobado que todos los tucanos de la aviación venezolana estaban en reparación, han cambiado su versión y han sostenido que el tucano vendría de algún otro país. Todo para quitarse de en medio al alcalde de Caracas, y sin para nada preocuparse por lo disparatado de su historia... Porque, señores, cualquiera que sepa qué es un tucano, sabe muy bien que un avioncito semejante no puede hacer nada de lo que supuestamente pensaban hacer los hombres de Ledezma.

Y es que por tal de encerrar a sus oponentes, el señor Maduro no tendría ningún remilgo en presentarse frente a las cámaras de la televisión venezolana, en cadena, para contar como un niño con una chiringa planeaba bombardear Miraflores, de lo cual se enteró, por cierto, gracias a los trinos de un pajarito...

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