Terrorismo y Revolución del 59

José Gabriel Barrenechea

21 de abril 2015 - 07:05

Santa Clara/En los últimos días hemos oído a los personeros de la sociedad servil castrista acusar de terrorismo a humanidad y media. Sin embargo, ¿sabía usted que la Revolución Castrista llegó al poder sobre una ola de terrorismo urbano, la cual dejó tras de sí un importante número de "daños colaterales"?

Sobre la Revolución que triunfó en Cuba en enero de 1959 se suele tener un conocimiento muy pobre y por demás parcializado. ¿Es usted consciente, por ejemplo, de que Fidel y Raúl Castro (que no era un adolescente, tenía 22 años cumplidos) usaron como posición de fuego para atacar al Cuartel Moncada un hospital repleto de pacientes, en abierta violación de todo lo convenido a nivel internacional ya desde entonces para regularizar la guerra? Hospital que atendía a militares y a sus familiares, a veteranos de la Guerra de Independencia y también a simples civiles, y desde el cual uno de los lugartenientes de los Castro mantuvo bajo fuego cruzado a la guarnición del Moncada.

Por cierto, el que el flamante abogado Fidel Castro no conociera la letra de dichos convenios resulta poco creíble... a menos que aceptemos esas otras dudosas fuentes según las cuales sus estudios fueron harto deficientes, y que era un muy amigo suyo, un tal Colt 45, quien se presentaba a los exámenes por él.

En lo que sigue he elegido solo 11 casos de la extensa lista de víctimas que la revista Bohemia publicó en las páginas finales de sus primeros tres números de 1959: las mal llamadas (solo lo sabríamos con el tiempo) Ediciones de La Libertad. Entre asesinatos, combates y ejecuciones he entresacado solo algunos de los atentados revolucionarios que dejaron víctimas neutrales.

Aclaro que ya de hecho mi fuente es bastante incompleta: consiste en la referida lista que los periodistas de Bohemia elaboraron apresuradamente en los mismos primeros días de enero, basándose por sobre todo en las notas de prensa de la época. Y es necesario recordar que dicha prensa estuvo bajo censura del régimen batistiano durante casi todo el periodo que va de 1956 a diciembre de 1958, por lo que muchos hechos quedaron sin registrar.

La Revolución Castrista llegó al poder sobre una ola de terrorismo urbano, la cual dejó tras de sí un importante número de “daños colaterales”

Febrero 22, 1955.

Antonio Goulet, de 60 años, padre del cabo barbero del ejército, Dionisio Goulet, murió destrozado por una bomba en su residencia de Cuartel de Pardos 112, Santiago de Cuba, y herida Emilia Iris Tabares, de 15 años, nieta de Goulet.

Enero 1, 1957.

Al estallar una bomba en el Cabaret Tropicana, resultó herida la joven Magaly Martínez Arredondo, de 17 años, de Avenida 69, número 12 021, Marianao, teniendo necesidad los médicos de amputarle un brazo. También resultó herida Marta Pino Donoso, de 18 años, residente en Avenida 69, número 12 209.

Enero 15, 1957.

El Tribunal de Urgencias radica causa por una bomba que explotó en 21 entre 14 y 16, Vedado, donde resultaron lesionadas Amada Apezteguía Armenteros y Nilda Llorente Carrascal.

En la esquina de Virtudes y Lucena, Santa Clara, explotó un petardo causándole lesiones a Juan Pío Manresa, vecino de Virtudes 323 en aquella ciudad.

Victoria Rodríguez de 33 años, de Arrellano 256, y el anciano de 70 años, Tito Mayea Villalobos, de Enma 318, recibieron heridas graves al explotar junto a ellos una bomba en la esquina de Fábrica y Concha.

Enero 23, 1957.

Oliverio González Mesa, de 35 años, pereció destrozado por una bomba frente a la residencia del colono Luciano Sampedro, situada en Sexta y Séptima Avenida, Miramar, donde trabajaba desde hacía años como cocinero.

Marzo 9, 1957.

Al explotarle en las manos unos cartuchos de dinamita que había encontrado en la playa, sufrió gravísimas heridas por el cuerpo el niño de 12 años Luís González García, vecino de Jenaro Sánchez 108.

Abril 27, 1957.

Al hacer explosión 8 bombas en distintos establecimientos de La Habana recibieron heridas las personas siguientes: Carolina Torrente Fernández de 27 años, de Tenerife 64; Ramón Fernández, de 28 años, residente en el reparto Rosalía; y Faustino Cancedo, de 61 años, de Calzada de Bejucal 66.

Agosto 3, 1957.

En la calle Trocha, Santiago de Cuba, hizo explosión una potente bomba destrozando a la señora Lidya Dorado, e hiriendo grave al policía Arvelio Martín Céspedes.

Agosto 5, 1957.

Mercedes Díaz Sánchez del Águila, residente en Milagros, pereció al explotar una bomba en el Ten Cents de Galiano y San Rafael, sufriendo gravísimas heridas Lidia González Rebull, del reparto Fontanar; Etelvina Arencibia Gil, de Franklin 358; Lidia Bular Barquet, de 19 años, de número 1218, Vedado; Gladys Valdivieso, de Parque 532 y Nelson Huerta Truichet, de 72 años, de número 4107, Marianao.

Agosto 12, 1957.

En gravísimo estado ingresó en emergencias Alfonso Vivero, de 43 años, vecino de Santa Fe, que resultó herido al explotar una bomba en la tintorería de Luz, entre Habana y Compostela.

Agosto 14, 1957.

En la Manzana de Gómez explotó una bomba, que causó la muerte al anciano José Martínez, de 65 años, residente que era de Cuarteles número 4.

Septiembre 3, 1957.

La joven Eusebia Díaz Páez, de 19 años, vecina que fue de Ángeles 3, Guanabacoa, pereció destrozada por una bomba que estalló en los servicios sanitarios del teatro América.

Posada Carriles, por más que lo quieran negar gentes como Abel Prieto o Miguel Barnet es un hijo más legítimo de la Revolución del 59 que ellos mismos

Un par de comentarios finales.

En su libro Descamisado, el general Enrique Acevedo nos cuenta como poco después de destacarse cómo uno de los más activos revolucionarios en su pueblo, un militar de la dictadura lo esperó en lugar aislado y lo amenazó con matarlo si le pasaba algo a su familia. Como nos demuestra el primer hecho citado ese miedo no resultaba tan gratuito. No nos debería extrañar si el nombre del cabo Goulet apareciera entre los nombres de los fusilados en los primeros meses de 1959, por habérsela "arrancado" a más de un revolucionario.

Aún hoy se celebra de modo oficial en Santa Clara la muerte de "Chiqui" Gómez Lubián; escuelas incluso llevan su nombre. O sea, de un terrorista que murió junto a un colaborador cuando la bomba que planeaban lanzar por una ventana del edificio del Gobierno Provincial les estalló encima a solo unos metros de llegar a su objetivo, en la calle del Buen Viaje. Las seguras víctimas de este acto heroico serían las secretarias y archiveras de la institución, o algunos de los lectores de la biblioteca pública que funcionaba en los bajos de ese edificio. No el gobernador ni ningún personero del régimen, que se concentraban en el segundo piso o en habitaciones del primero alejadas de las ventanas exteriores.

Esta celebración que hasta amplio espacio encuentra en el órgano oficial del Partido en Villa Clara, el esmirriado semanario Vanguardia, así como la de la muerte del "Curita", autor material e intelectual de muchos de los atentados arriba mencionados, nos demuestran que el castrismo todavía exalta sus raíces terroristas, a pesar de lo que nos quiera hacer creer cuando se envuelve en las albas túnicas de su discurso histórico.

Terroristas como Luis Posada Carriles no provienen de alguna siniestra y escondida Academia de la CIA. Allí puede haberse perfeccionado este frío asesino, ciertamente, pero tipejos como este se educaron, crecieron admirando a gentes como el "Curita" o al "Chiqui" Gómez. Posada Carriles, por más que lo quieran negar gentes como Abel Prieto, Miguel Barnet, Fernando Martínez Heredia o Esteban Morales, es un hijo más legítimo de la Revolución del 59 que ellos mismos.

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