Búsqueda y captura

Yoani Sánchez

27 de enero 2008 - 05:39

Hoy me levanté con dolor de garganta. La culpa la tuvo el impertinente viento frío del malecón, al que me expuse anoche mientras conversaba con un amigo. Durante una hora hablamos –creyéndonos que arreglábamos el mundo y la Isla- sin darnos cuenta que la temperatura se caía. Por lo que esta mañana me desperté resfriada y todo el cuerpo me pedía un té caliente con limón.

Con ese imperativo me fui al mercado agrícola más cercano y pregunté por el verde cítrico de mis antojos. Uno de los vendedores me aclaró: “Los limones están perdidos, cómprate mejor una guayaba”. No me dejé convencer y seguí con mi capricho de una cálida limonada salpicada con té negro. Caminé entonces hacia la Habana Vieja y de paso por varios mercados comprobé que tampoco tenían lo que buscaba. Las amígdalas me dolían más y a punto estuve de repensar si no sería mejor tomarme una pastilla de vitamina C; pero como la testarudez me viene con los genes, insistí en la búsqueda del esquivo fruto.

Cerca de las dos de la tarde me declaré vencida. Apenas si podía tragar por el ardor en la garganta, nada comparado con el disgusto que me provocó la “desaparición” de los limones. La inútil “búsqueda y captura” me ha generado un malestar más duradero que los síntomas de la gripe. Me ha dejado con algunas punzantes preguntas: ¿Cómo es que tanta tierra fértil y tanta gente deseosa de producir, comercializar y vender, no se combinan y materializan en una abundante oferta de limones en el mercado? ¿Por qué el marabú sigue siendo el “rey de los campos cubanos” (hagan un viajecito por la autopista hasta Pinar del Río y lo verán), mientras las naranjas, mandarinas y –ni hablar- de las toronjas, pasan al inventario de lo exótico? ¿Cuándo la tierra va a ser de quién la haga producir y no de un Estado que la sub-utiliza en sus abandonados latifundios? ¿Mantengo la esperanza o me conformo y olvido el sabor de los limones?

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