¡Y Google llegó a La Habana!

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Yoani Sánchez

28 de junio 2014 - 06:30

La Habana/¿Ha intentado usted explicarle Google a quien no lo conoce? Eso me ocurrió hace unos días con una vecina de apenas diez años que me preguntó ¿y qué es un buscador? No quise ponerme tecnológica, así que no conté nada del algoritmo que utilizan estos servicios para organizar la información, no le hablé de las “arañas” que lanzan por toda la red para revisar los sitios y mucho menos de la carrera por posicionarse en sus listas, que obsesiona a tantos. En lugar de eso, le respondí con una referencia que pudiera entender: “Google es como el espejo mágico de los cuentos infantiles. Le puedes preguntar lo que quieras y el te devolverá miles de posibles respuestas”.

Anoche, Google tocó a nuestra puerta. No es una metáfora, el buscador vino a buscarnos. Ahí estaban varios representantes del más popular de los buscadores, asomándose a nuestras vidas y a nuestro trabajo. Ante ellos no teníamos que cumplir con las dichosas etiquetas en los textos, las “keywords” y el estricto pagerank. Estos eran humanos, daban fuertes abrazos, se reían y exploraron la casa curioseando nuestros inventos tecnológicos y nuestro perro sin pelo. Jared Cohen, Brett Perlmutter y Dan Keyserling se animaron a subir hasta el piso catorce del edificio y compartir con nosotros en una redacción periodística carente de Internet, pero con un fuerte compromiso con la realidad cubana de hoy.

Indagué si ya se habían conectado a la web desde algún lugar público. “Lento, muy lento”… explicaron. Después nos pusimos hablar de futuro, su compromiso con los internautas cubanos y el alivio de saber que están conscientes de las dificultades informativas que atravesamos en la Isla. Antes había conversado con Eric Schmidt y comprendí que algo de la agudeza de sus ojos y de lo certero de sus palabras ya puede adivinarse en la simple sagacidad de la página Google.

Fue una noche tecnológica sin tecnología. Nadie sacó un móvil para revisar la web –no es posible en Cuba- a ninguno se le ocurrió mostrarnos el último doodle, ni decirnos en cifras la envergadura de la empresa en la que trabajan. Tuvimos la inmensa suerte de estar frente al espejo mágico, pero no le hicimos preguntas ni queríamos respuestas, sólo le describimos quiénes somos y hacia dónde vamos.

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