Leche, agua y sombra

Yoani Sánchez

26 de julio 2009 - 19:22

Las palabras de Raúl Castro el 26 de julio de 2007 fueron bautizadas por la población como el discurso de “la leche”, por su llamado a elevar la producción láctea. En aquel otro -que hizo un año después- voló más bajo y sólo prometió la solución de los problemas del agua en la provincia de Santiago de Cuba. Todo parece indicar que su alocución de este domingo será recordada por la frase inicial “estoy seguro de que ninguno de ustedes me puede ver, verán si acaso una sombra; ese soy yo”.

El General no hizo ningún anuncio extraordinario, ni aludió al ramo de olivo que una vez dijo estar dispuesto a extender a la administración norteamericana. Tampoco detalló proyectos de futuro, ni medidas para salir de la crisis, mucho menos confirmó la celebración o no del sexto congreso del Partido Comunista. Apenas se limitó a informar sobre próximas reuniones de los órganos de gobierno, donde –parece ser- se tomaran algunas decisiones. El sol holguinero encontró una plaza llena de pullovers blancos y rojos, presidida por un anciano orador sin mucho que decir. Los aplausos sonaban ausentes de entusiasmo y a través de la pantalla de mi televisor noté el deseo compartido de terminar, cuanto antes, con la formalidad de la celebración.

Al regresar a casa, los miles de presentes en este acto habrán tenido muy poco que contar, como no fuera la travesura del contraluz, que hizo verse en penumbras a alguien que nunca ha brillado con destellos propios. Este ha sido el discurso de la “sombra”, porque la claridad es algo que no pueden domesticar los autoritarios y que poco caso le hace a los uniformes militares. Tiene razón Raúl Castro: ya no podemos verlo, pues el crepúsculo que él representa carece –desde hace mucho tiempo- de cualquier tipo de luminosidad.

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