Desde el agradecimiento

Yoani Sánchez

23 de marzo 2011 - 20:41

De haber contratado una agencia de promoción o un ágil publicista que difundiera la labor de los bloggers alternativos, probablemente no habríamos logrado un reconocimiento tan amplio de nuestra existencia –hacia el interior de Cuba– como el alcanzado gracias al programa sobre la “Ciberguerra”, proyectado el lunes pasado en la tele oficial. El resultado palpable es que mi teléfono no para, me he quedado afónica de tanto hablar con la gente que viene a mostrarme su solidaridad y mis gafas de sol –grandotas como ojos de lechuza– no son ya suficiente camuflaje para pasar inadvertida en mi ciudad. Cada pocos metros, la gente se me acerca en la calle, me brinda sus palabras de ánimo y hasta abrazos apretados, de esos que cortan la respiración.

¿Qué está ocurriendo en esta Isla, que los “lapidados” por insultos oficiales se han vuelto tan atrayentes? ¿Dónde han quedado aquellos tiempos en que un agravio en los medios estatales representaba años y años de ostracismo y satanización? ¿Cuándo fue que se disolvió la ira espontánea contra los calumniados, el puño sincero sobre el rostro del estigmatizado? Juro que no estaba preparada para esto. Me imaginé que 24 horas después de la sarta de mentiras dichas en ese émulo de Big Brother todos se apartarían, mirarían hacia la telaraña en la pared cuando yo pasara. Sin embargo, ha resultado tan diferente: el guiño cómplice, la palmada en el hombro, el orgullo de los vecinos que se sorprenden porque cierta callada y enclenque mujercita, que vive en el piso catorce, parece ser el enemigo público número uno –al menos durante esta semana– hasta que aparezca el próximo lapidado.

Y no soy la única. Casi todos los otros bloggers que salieron en imagen y nombre en la “telenovela del MININT” están pasando por situaciones similares. Vendedores del mercado agrícola que les regalan una fruta al pasar y conductores de taxis colectivos que les dicen: “usted no paga hoy señor, va por la casa”. Si los guionistas de ese tribunal televisivo hubieran calculado semejante respuesta a nivel popular, creo que se habrían abstenido de sacar nuestros rostros en la tele. Pero ya es tarde. La palabra “blog” está ahora irremediablemente ligada a nuestras caras, pegada a nuestra piel, asociada con nuestros gestos, atada a las inquietudes populares y se ha vuelto sinónimo de esa zona prohibida de la realidad que es cada día más magnética y más admirada.

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