Un paso más adelante

Yoani Sánchez

12 de enero 2009 - 09:25

 

Andy es de los que no esperan. Tuvo un móvil cuando sólo eran para extranjeros, compró un apartamento al margen de la obsoleta ley de la vivienda y vende -desde el año pasado-  las tostadoras que el Granma anunció para el 2010. Deambula alrededor de las grandes tiendas en pesos convertibles y ofrece su mercancía, desviada de almacenes estatales. Es un hombre de estos tiempos y a la vez un adelanto del futuro, un producto completo de una larga época de ilegalidades

.

Alquila películas y telenovelas copiadas de una antena parabólica que esconde dentro de un supuesto tanque de agua. Sus clientes siempre le piden algo con sexo, mucha acción y poca política. Él los complace. Lo proscrito es la fuente directa de sus ganancias y hay tanto que no se puede hacer, que él es un rey en el país de lo prohibido. Este joven, que aún no supera los cuarenta, olfatea cualquier restricción que genere un nicho de mercado. Su larga experiencia en subterfugios le ha enseñado que acatar el código penal y sobrevivir resultan acciones contrapuestas. De ahí que ante el reproche por su labor de vendedor ilícito, aclara que él sólo provee aquello que el Estado no oferta o pone a precios prohibitivos.

Su ética es la que dicta el bolsillo y ha timado algunos que se confiaron demasiado. Nada que no lo deje dormir tranquilo por la noche, porque sabe que entre sus víctimas también hay quienes engañaron a otros para obtener dividendos. Pertenece a esa generación que ha visto a sus padres robarle al Estado, creció con el mercado negro y enseñó a sus hijos el despiadado código de tomar todo lo que estuviera a su alcance. Puede ser que un día le echen mano, lo pongan tras las rejas por adelantarse demasiado, pero eso no cambiará nada. En este pueblo hay muchos Andy.

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