Tina y yo

Tina
Tina
Rubén Amador

04 de junio 2014 - 10:07

La Habana/La recogí en la calle, como a todos los animales que he tenido en mi vida. Cuando llegó había que darle la leche con un gotero y buscaba el calor de la madre que había perdido en algún sitio. A Tina le gustaban las cajas de cartón para meterse. Quizás así imaginaba que estaba junto a sus hermanos en el sitio donde había nacido. Resultó ser una gata barcina, con una personalidad muy fuerte. Ahora ama dormir sobre el televisor para recibir todo el calor que despide ese electrodoméstico. Le gustan los perros y ya tiene cinco años.

Hemos decidido que su historia de abandono no se repita y la esterilizamos muy joven. Un veterinario por “la izquierda” le hizo una cirugía muy profesional por la que nos cobró unos 10 pesos convertibles. Toda una fortuna, ya lo sé, pero también sé que muchos que tienen más dinero dejan que sus felinos sigan procreando –sin control- con el consiguiente sufrimiento y dolor de las crías abandonadas. Fuimos responsables en este caso y esperamos que otros dueños de gatos también lo sean.

A Tina le gusta que le rasquen la cabeza y si no le pusiéramos algo para afilarse las uñas nos rompería todo el sofá. Un cesto de mimbre la ha ayudado a canalizar sus deseos de hundir las garras en algún lugar. Es nocturna, ágil, bella y con esa superioridad que transmite su especie, con la que nos hace ver a los humanos torpes, rudos y sin estilo.

A veces alimentar a Tina es un problema. El pescado escasea hasta para los humanos, no le gusta el arroz y cuando tiene hambre se lanza sobre la puerta de nuestro cuarto como una bala de cuatro patas. Pero no podría imaginar un amanecer sin ella, sin su ronroneo y esa lengua áspera que ella cree nos gusta cuando lame, pero en realidad sólo se lo permitimos para complacerla.

Al despertarme y aún sin levantarme, Tina se sube sobre mi pecho o mi espalda y precede a empujar sus patas rítmicamente. Yo le digo “mi masaje con acupuntura”, porque alguna que otra uña se cuela en la fricción y no hay manera de seguir durmiendo. Tina hace mis primeros minutos de cada día más divertidos y activos.

Todavía tiene una caja de cartón donde le gusta esconderse.

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