Ingenieros a remate

Las empresas extranjeras se rifan a los graduados de la UCI, profesionales bien formados a precios de saldo

Desde que se creó la UCI y hasta el pasado año se han graduado 14.092 estudiantes. (UCI/Flickr)
Desde que se creó la UCI y hasta el pasado año se han graduado 14.092 estudiantes. (UCI/Flickr)
Marcelo Hernández

02 de junio 2017 - 14:32

La Habana/En su tarjeta de presentación Agustín no se anda con rodeos: "Reparo computadoras a domicilio. Fui el primer expediente de mi año". El joven se gana la vida lejos del sector estatal tras graduarse en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), la principal cantera de ingenieros informáticos que nutre el mercado informal.

Fundada en el año 2002, la UCI ha formado más emprendedores y cuentapropistas que ninguna otra facultad del país, aunque sin proponérselo. Agustín creó con dos amigos un grupo de reparación de equipos y han buscado durante años un contrato con alguna empresa extranjera.

Durante el tiempo como estudiantes universitarios recuerdan el hincapié que se hacía en que trabajarían para escuelas, ministerios, empresas estatales y en operaciones relacionadas con la seguridad informática y la batalla ideológica en el ciberespacio.

Con modernas facultades, alumnos de todo el país y enormes plazoletas, la UCI se ubica al oeste de La Habana, donde anteriormente funcionaba la base de radioescucha Lourdes, gestionada por militares rusos. Desde que se creó la escuela y hasta el pasado año se han graduado 14.092 estudiantes.

En sus aulas debían formarse los soldados informáticos de la Revolución, una tarea que se hizo más urgente a medida en que las nuevas tecnologías se expandieron por la Isla

El centro fue bautizado originalmente Proyecto Futuro y su creación fue impulsada por el expresidente Fidel Castro. En sus aulas debían formarse los soldados informáticos de la Revolución, una tarea que se hizo más urgente a medida en que las nuevas tecnologías se expandieron por la Isla.

La UCI también es un gran negocio. En 2015 la universidad obtuvo un certificado de nivel dos que avala la actividad de producción y desarrollo de software con el Modelo de Madurez de Capacidad Integrada, conocido como CMMI, por sus siglas en inglés. Con ese aval, la institución posicionó mejor sus programas en el mercado internacional.

La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) no actualiza con frecuencia las cifras de beneficios por la exportación de productos informáticos. No obstante, en 2009 este renglón reportó ingresos por valor de 1.400 millones de dólares, una cantidad que se duplicó un año después.

"Ahora mismo tenemos más de mil estudiantes en primer año", comentó a este diario un profesor del centro que prefirió el anonimato. En toda la Universidad hay más de 3.000 alumnos de todo el país y "desde el segundo o el tercer año producen programas y aplicaciones para la exportación, aunque los más talentosos empiezan desde primero".

"Muchos de nuestros ingenieros terminan trabajando por cuenta propia, emigrando o firmando contratos con empresas extranjeras que pagan su trabajo a distancia", asegura el profesor. "El sector estatal no puede absorber a todos estos jóvenes".

El académico cuenta que entre sus estudiantes "es común que desde antes de obtener el diploma ya tienen algún empleo por fuera". Las principales ramas en que se desarrolla ese trabajo informal es "la reparación y mantenimiento de computadoras, la instalación de software y el desarrollo de aplicaciones para dispositivos con Android o iOS".

Las webs de clasificados están repletas de informáticos que ofrecen sus servicios. Un río revuelto en el que pescan muchas firmas extranjeras que ven en los graduados de la UCI una mano de obra muy calificada pero barata. Algunos de estos ingenieros compaginan su trabajo en el sector estatal con un empleo "por la izquierda".

"Cuando terminé la universidad me ubicaron en un Joven Club y a la semana me di cuenta que no iba a quedarme mucho tiempo en ese sitio. Tenía que hacer muchas tareas rutinarias y burocráticas"

"No pensé que iba a terminar siendo freelance, porque todo el tiempo nos insistían en la importancia de que protegiéramos al país con nuestros conocimientos y que ayudáramos a ingresar dinero con la venta de los programas", recuerda Agustín.

"Cuando terminé la universidad me ubicaron en un Joven Club y a la semana me di cuenta que no iba a quedarme mucho tiempo en ese sitio. Tenía que hacer muchas tareas rutinarias y burocráticas", confiesa el ingeniero, que asegura que prefiere "programar aplicaciones o cacharrear dispositivos".

"También tenía que entregar un número de fichas mensuales para contribuir al contenido de Ecured (una enciclopedia interactiva diseñada por el oficialismo para competir con Wikipedia). Al principio trataba de hacer algo diferente pero al final terminé copiando de Wikipedia, como hacían todos mis compañeros de trabajo".

Durante dos años Agustín hizo su servicio social con un salario por debajo de los 300 CUP mensuales y una idea comenzó a ganar forma en su cabeza. "Quería trabajar por mi cuenta porque algunos amigos que se graduaron antes lo habían hecho y les iba mejor".

"Necesitamos un graduado de la UCI en Ingeniería Informática con al menos dos años de experiencia en telecomunicaciones", leyó en el portal Revolico hace unos meses. "Mandé mi currículo y me aceptaron", cuenta. "Se me abrieron los cielos porque ahora voy a empezar a programar aplicaciones para una empresa panameña".

Agustín saca cuentas rápido: "Me pagan 300 CUC al mes, 25 veces más de lo que ganaba con el Estado".

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