Cine versus televisión: una pelea por la audiencia

Benicio del Toro y Ricardo Alarcón (Luz Escobar)
Benicio del Toro y Ricardo Alarcón en el Festival de Cine de La Habana. (Luzbely Escobar)
Luzbely Escobar

09 de diciembre 2014 - 07:56

La Habana/Entre lámparas de época, mosaicos en las paredes y custodios de rostro adusto, se van las tardes de este principio de diciembre en el Hotel Nacional de La Habana. Los pasillos del mítico lugar viven un intenso ajetreo de actores famosos, directores y periodistas sedientos de lograr una primicia. Colarse en una conferencia de prensa es un reto y alcanzar a fotografiar a Benicio del Toro se vuelve un ejercicio físico con obstáculos.

Al ajetreo de los invitados del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano se le ha sumado el operativo de seguridad alrededor de los participantes en la Cumbre de la Comunidad del Caribe. Una rara mezcla de intérpretes y políticos, cineastas y guardaespaldas, guionistas y presidentes. Dos mundos paralelos y distantes, pero sin embargo, tan cercanos en ficciones.

Sin embargo, en los salones interiores, más lejos de los destellos de las cámaras y la fanfarria, se suceden conferencias de prensa y talleres con los invitados a la edición décimo sexta de este Festival. Entre los más destacados hasta ahora ha estado el seminario La serie televisiva: un nuevo paradigma audiovisual, incluido en el apartado Sector Industria, que gozó de mucho protagonismo este año.

Cualquiera pensaría que un seminario con ese nombre sería como venir a bailar en casa del trompo, teniendo en cuenta el carácter pionero de Cuba en cuanto a guiones televisivos que, nacidos en esta Isla, funcionaron a manera de embrión de muchas otras producciones latinoamericanas y universales. Sin embargo, la involución de las series y telenovelas de la Isla ha hecho saltar las alarmas hasta el punto que tengamos que reaprender a realizar una televisión entretenida, de calidad y sin ese manto ideológico que lo cubre todo en la pantalla chica.

La involución de las series ha hecho saltar las alarmas hasta el punto que tengamos que reaprender a realizar una televisión de calidad

El matrimonio franco-estadounidense María y André Jacquemetton ofreció una conferencia sobre las interioridades del complejo proceso creativo en la televisión. André habló de la importancia de poner el pensamiento en lo que se desea transmitir y no en lo que quiere el público. Aclaró que para eso es necesario lograr la ansiada "aceptación" y luego lidiar con las restricciones de las grandes cadenas. Explicó que en el caso de la apasionante serie televisiva Mad Men, de la cual son los principales guionistas y productores ejecutivos, encontraron total libertad de creación porque la cadena AMC recién comenzaba en ese momento y estaba más abierta a propuestas novedosas.

María, por su parte, comentó que en las series televisivas, al contrario de lo que ocurre en el mundo cinematográfico, los guionistas son lo que tienen la última palabra. Casi siempre se trabaja con directores freelance que se dedican a poner en práctica el guión, según refiere esta apasionada profesional de la dramaturgia y las historias. Esto inclina la balanza hacia los guionistas-productores, lo cual permite que se perciba un cambio de época en la producción audiovisual dedicada a los televidentes.

La serie para la cual este matrimonio ha realizado el guión ha recibido quince premios Emmy, de los cuales cuatro galardones han ido a parar directamente a manos de María y André. Mad Men también tiene en su palmarés cuatro Globos de Oro. Su éxito se debe en parte al trabajo meticuloso de sus guionistas, quienes en el salón Vedado del Hotel Nacional dejaron claro la necesidad de una infatigable curiosidad. Andar atentos como verdaderos espías puede ser la clave del éxito en esta profesión, remarcaron. También se les escuchó hablar de lo importante de andar siempre con una libreta de notas y con un teléfono móvil inteligente, que, comentaron, les ha brindado grandes ventajas a la hora de recopilar información en medio de la calle.

Sin embargo, son modestos y atribuyen el éxito de la serie a la nostalgia que existe alrededor de lo años cincuenta y sesenta del siglo pasado, época que intentaron recrear a partir del desarrollo del personaje de Don Draper, quien no es un modelo de ciudadano pero tiene un carisma particular para enganchar al público con su historia.

Terminado el seminario, varias interrogantes se quedaron taladrando la mente de los presentes. ¿Qué escenarios podrían vislumbrarse en el futuro del séptimo arte a raíz de la revolución que protagonizan las series? ¿Le quita la televisión el terreno ganado al cine en cuanto a calidad? ¿Cuán lejos estamos en Cuba de producir verdaderas obras artísticas para la programación televisiva? ¿Podremos recuperar el tiempo perdido en cuanto a series marcadas por buenos guiones y excelentes actuaciones?

A las afueras del local donde ocurrió la franca conversación con María y André Jacquemetton, se codeaban los actores y los estadistas, como en la más irreverente serie que ellos hubieran podido imaginar.

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