Portugal despide a su cineasta más insigne, Manoel de Oliveira

Manoel de Oliveira (CC)
Manoel de Oliveira (CC)

03 de abril 2015 - 23:20

(EFE).- El cineasta Manoel de Oliveira, fallecido ayer a los 106 años, fue despedido hoy en su Oporto natal por las principales autoridades de Portugal, famosos como John Malkovich y centenas de admiradores.

La muerte de De Oliveira, que era el director más longevo del mundo en activo, enlutó al mundo cultural portugués y a la ciudad de Oporto, en la que fue hoy enterrado en el cementerio local de Agramonte en una ceremonia parcialmente privada.

La urna del perenne director, que había partido de la iglesia Cristo Rei de Oporto, donde había celebrado el velatorio de 24 horas, llegó el camposanto de Agramonte entre los aplausos de familiares, colegas de profesión, amigos y admiradores.

Especialmente emocionados estuvieron la viuda de De Oliveira, Maria Isabel Brandão, de 96 años, y su nieto y actor fetiche, Ricardo Trêpa, de 42 años.

En los homenajes fúnebres al cineasta tampoco faltaron las representaciones de más alto rango del Estado portugués: el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, y el primer ministro luso, Pedro Passos Coelho.

"Felizmente, tuvo una vida larga y completa, que disfrutó también con su familia. Nos dejó una obra extraordinaria. Una obra universal", manifestó en una corta declaración a los periodistas Passos Coelho, cuyo Gobierno decretó dos días de luto nacional.

Durante sus más de ocho décadas de producción, De Oliveira, que comenzó su carrera en el cine mudo con "Douro, Faina Fluvial" (1931), dirigió cerca de 60 películas y obtuvo varios reconocimientos internacionales, con galardones en Venecia (1985), Cannes (2008) y Berlín (2009).

Su obra, parcialmente desconocida en Portugal, fue muy apreciada por los ambientes intelectuales de Europa, sobre todo en Francia, y en los de Brasil.

Recordado como una persona afable y con un fino sentido del humor, era la figura cultural más icónica de Portugal desde que falleció el escritor José Saramago en junio de 2010.

El actor estadounidense John Malkovich, que trabajó con De Oliveira en tres filmes -"O Convento" (1995), "Vou para Casa" (2001) y "Um Filme Falado" (2003)-, también estuvo presente en el funeral.

"Me quedé conmocionado cuando supe de su muerte. Todas las personas que conocían a Manoel (de Oliveira) creímos que iba a ser el primero humano que no moriría", declaró en una entrevista a "Diário de Notícias" el actor estadounidense.

También asistieron a las honras otras personalidades como el secretario de Estado de Cultura de Portugal, Jorge Barreto-Xavier, y el alcalde de Oporto, Rui Moreira, cuya ciudad decretó un luto oficial de tres días.

Con una singular obra que está considerada un legado que preserva la memoria del siglo XX, De Oliveira practicó un estilo a contracorriente de hacer cine, con planos cuidados y lentos en un intento de establecer una armonía entre la palabra y la imagen.

Crítico con los excesos de efectos especiales y sonoros, su cine atrajo, a pesar de estar lejos de ser un éxito de taquilla, a famosos actores como John Malkovich, Catherine Deneuve, Marcello Mastroianni, Marisa Paredes o Pilar López de Ayala.

Activo hasta 15 días antes de su muerte, la última cinta del director data de finales del pasado año ("O Velho do Restelo"), que reinterpreta los textos de los clásicos Luís de Camões y Miguel de Cervantes, y de los portugueses Teixeira de Pascoaes y Camilo Castelo Branco.

Antiguo corredor de coches y de salto de altura -decía que uno de los secretos de su longevidad fue el deporte, junto a una cuidada alimentación a base de caldos de pescado y de verduras-, De Oliveira dejó una obra inédita en los cofres de la Filmoteca portuguesa.

"Visita ou Memórias e Confissões", realizado en 1982 cuando tenía 74 años, es la cinta que el realizador quiso que se exhibiese solo después de su muerte, como forma de testamento artístico.

La fecha de su "estreno" se divulgará próximamente, adelantó la Filmoteca lusa.

Influenciado por el español Luis Buñuel, el danés Carl Theodor Dreyer y Charles Chaplin, el cineasta se reconocía en el humanismo cristiano que representaba uno de sus escritores favoritos, el Padre António Vieira (1608-1697).

Entre su vasta obra, entre documentales y ficción, la crítica destaca "Francisca" (1981), "El convento" (1995), "No, o la vana gloria de mandar" (1990), "Un viaje al principio del mundo " (1997), "La divina comedia" (1991) y "Una película hablada" (2003), filmadas la mayoría cuando tenía más de 80 años.

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