Santiago Feliú en sus propias canciones

En la sala del mayor teatro cubano se dio cita un público conformado por varias generaciones que disfrutaron de 27 temas del cantautor, interpretados por reconocidos artistas
En la sala del mayor teatro cubano se dio cita un público conformado por varias generaciones que disfrutaron de 27 temas del cantautor, interpretados por reconocidos artistas. (14ymedio)
Manuel Mons

24 de agosto 2015 - 17:08

La Habana/Han pasado varios días, pero aún en la farándula habanera se habla de la noche del pasado viernes. Justo a la hora del cañonazo empezaron a sonar en el teatro Karl Marx los acordes de ese "zurdo prodigioso" a la guitarra que fue Santiago Feliú. La sala acogió a un público de diversas generaciones que coreó las canciones del cantautor, fallecido prematuramente en febrero de 2014, pero inmortalizado en canciones como Para Bárbara y Vida.

Un verdadero lujo musical el que disfrutaron los asistentes y no solo por el recordatorio del peculiar trovador, sino también por la excelente selección de 27 canciones de su autoría interpretadas en las voces de Frank Delgado, Robertico Carcassés, Gerardo Alfonso, Carlos Varela y Pablo Menéndez. Hacía tiempo que la capital cubana no veía tantas estrellas juntas en la escena.

En las butacas, gente de todas las edades. Los que conocieron al Santi y los siguieron por peñas, fiestas de amigos y sus puntuales presentaciones en público, hasta jóvenes que aseguraban escuchar por primera vez sus canciones. La gran mayoría, eso sí, se sabía de memoria los temas y si el gran ausente fue Santiago Feliú, el gran presente fue su público.

La burocracia que tanto le molestaba a El Eléctrico, como también le decían, demoró la venta de entradas aunque quedaban espacios libres, para finalmente abrir la taquilla al filo de las nueve de la noche, cuando muchos habían tenido que apelar a los revendedores que comercializaron los billetes a precios entre cinco y ocho pesos convertibles.

Una señora, seguidora del Santi desde que era muy joven, aseguró: "Algún día podré comprar las entradas desde la comodidad de mi casa por internet", una nota de humor en medio de la sobriedad que trae todo recordatorio.

Tampoco faltaron las bromas entre los invitados al presentarse ante el micrófono. Porque el autor de Náuseas de fin de siglo también era un tanto jaranero, aunque el mismo se catalogara como "tanguero, neuronal, visceral". La noche se desplazó entre la euforia y la melancolía, así como fue el Santi.

La noche se desplazó entre la euforia y la melancolía, así como fue el Santi

En los primeros minutos del concierto, algunos se movían aún en la platea para encontrar un mejor lugar. "No me quiero perder ni las gotas de sudor que caen al piso", aseguraba un fanático.

"Estos son los músicos de mi generación, los que me hicieron sentir valentía por primera vez, los que yo escuchaba cuando no se podía, por los que casi perdí mi universidad... por ellos, lo que sea" comentaba María Ferrer, de unos cincuenta años y seguidora de Varela.

Frank Delgado, el primero en escena, con siete canciones a presentar y con miles de anécdotas de Feliú, levantó acaloradas ovaciones con un tema de su autoría bajo el título Educación Formell, que no pudo estrenar en la radio porque al decir del autor mezcla "disidencia, Miami, Fidel y Díaz-Canel". Y agregó: "Ustedes saben cómo es la radio de Cuba".

Delgado también aclaró: "Nosotros no cobramos nada por este homenaje, lo hacemos de gratis, algún propósito tendrán los que le cobraron a ustedes allá afuera".

Un buen momento, la interpretación de Buenos Aires, Muerte del 92, canción con la que Santi recibió el premio especial 2010 del Festival del Videoclip Cubano Lucas. Quien se definió como "el habanero más porteño", vio como su canción sufrió la censura, más que por su letra, por el uso irreverente de iconografías religiosas en el videoclip.

El más esperado fue el trovador Carlos Varela, quien presentó un repertorio de diez canciones

En la noche del viernes, la pieza fue cantada por el carismático Robertico Carcassés, quien estuvo acompañado del guitarrista Roberto Gómez. Al cierre del concierto, el músico reafirmaría a este diario en una breve conversación en los camerinos que "las canciones de Santiago son necesarias".

Gerardo Alfonso se encargó de dar el toque "revolucionario" del evento, según bromeó el propio trovador, con una de sus canciones más conocidas, Son los sueños todavía, dedicada a Ernesto Guevara. Sin embargo, su mayor ovación se la ganó al llevar a escena Sábanas Blancas, su tema más conocido.

El más esperado fue, sin dudas, el trovador Carlos Varela, ese hombre que siempre vestido de negro y con gafas oscuras nos hace ver las cosas distintas a como el resto del mundo las muestra. En esta ocasión, con un repertorio de diez canciones, fue el artista con más tiempo en el escenario y el más aplaudido. Y entonces llegó el final.

A la salida, el público también sentía la euforia que le habían trasmitido los artistas. "La buena música y los buenos músicos son como el sol, siempre van a brillar", afirmó Maria Kulio, una mujer que había ido junto a su hijo para hacerle sentir los momentos de su juventud. Tres días después de esa noche de lujo, algunos recuerdan a Santiago Feliú como si hubiera estado en el escenario del teatro Karl Marx.

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