Wichy, no se hizo viejo pero sí sabio

Luis Rogelio Nogueras, Wichy (Fuente: "me quedaría con la poesía" un blog para Wichy)
Luis Rogelio Nogueras, Wichy (Fuente: "me quedaría con la poesía" un blog para Wichy)
Zunilda Mata

20 de septiembre 2014 - 16:00

La Habana/Siempre que cumplo años me acuerdo de Wichy. Cuando me despierto en esos días de apagar velitas y cantar felicidades, evoco aquel verso suyo, "me hice viejo pero no sabio". A Luis Rogelio Nogueras (1944-1985), uno de los más destacados poetas de su generación, le ocurrió justo lo contrario de lo que afirmaba. No superó los cuarenta años y con el paso del tiempo sus textos han ganado una sabiduría que sobrecoge.

Ahora cumpliría setenta años el autor de Cabeza de Zanahoria. Wichy, el Rojo, el amor de tantas mujeres y el escritor de novelas policíacas y valiosos poemas. El Centro Pablo, ha compilado un volumen en homenaje a quien llegaría el próximo noviembre a las siete décadas de vida, si la muerte no se hubiera cruzado en su camino de forma prematura y voraz. El libro reúne testimonios y palabras de otros escritores que lo conocieron en vida y que se quedaron tan anonadados ante su fallecimiento como tocados por su poesía y su narrativa.

Con palabras de Eliseo Diego, Fayad Jamís, Pablo Armando Fernández, Roberto Fernández Retamar, Miguel Barnet y de su amigo y compañero de generación poética Víctor Casaus, el libro Entre el cuerpo y la luz, poemas y canciones para Wichy, nos trae de vuelta al juguetón pelirrojo de aquellos tiempos, que como el cisne salvaje de su poema era mejor admirar desde las letras y no intentar capturarlo en antologías, estudios académicos o maniqueos análisis.

Wichy fue un autor de culto entre los más jóvenes, incluso cuando ya había muerto. Su libro La forma de las cosas que vendrán, acompañó a muchos adolescentes durante los años difíciles del Período Especial, donde su poesía planteaba una escapada hacia nosotros mismos. Nunca pudieron emularlo en las preferencias de los lectores algunos de los que ahora reúnen palabras para agasajarlo. Quizás de ese pequeño celo, de esa no confesada rivalidad, nace esta ofrenda a Nogueras.

Entre el cuerpo y la luz... nos trae un homenaje lírico a un hombre que se burló de todos. Se fue, mientras meneaba su singular cabellera al viento y nos dejaba haciéndonos cada vez más viejos y menos sabios.

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