‘El tren de la línea Norte’, una obra audaz

Arturo López

14 de diciembre 2015 - 15:38

La Habana/El tren de la línea Norte, del joven director Marcelo Martín, ha sido el único largometraje enteramente cubano que este año compitió durante el 37 Festival internacional del nuevo cine latinoamericano. Una obra audaz, de gran solidez artística y con una fuerte crítica social, como muy pocas veces se ha visto en el cine documental de la Isla.

El tren que da título a la obra es un solo vagón que se desplaza unos 50 kilómetros dentro de la provincia de Ciego de Ávila. El viaje de esta especie de road movie comienza en la terminal de trenes de Morón y hace el trayecto hacia el pueblo pesquero de Punta Alegre. En el camino, el vehículo pasa por los asentamientos de Chambas y Falla, este último, un lugar que parece abandonado por el resto del mundo, aunque en realidad es muy similar a tantos otros poblados cubanos.

En los primeros segundos de proyección se lee en la pantalla la frase "Cuba es un país socialista de la América Latina insular, donde el Estado es el dueño mayoritario de los medios de producción con el objetivo de garantizar el bienestar de todos los ciudadanos".

Sin embargo, en sus 80 minutos de duración el espectador es testigo de las condiciones infrahumanas en las que viven muchos en la zona. Uno de los habitantes de una casita de cartón dice que el pueblo "parece ser Haití". La gran diferencia radica en que en ese país caribeño no hay un Estado que se autodefina como socialista, ni con las pretensiones que menciona el documental en sus inicios.

Ese hecho hizo sumamente difícil a su director la realización de este proyecto valiente y audaz, auspiciado y coproducido por el Centro Martin Luther King. Marcelo Martín investigó durante varios años antes de la filmación en Falla y en el resto de pueblos que también aparecen en el documental. Logró todas las autorizaciones para el rodaje, pero a pesar de esto, él y su equipo fueron detenidos y acusados de hacer un documental "contrarrevolucionario".

Pese a lograr todas las autorizaciones para el rodaje, el equipo fue detenido y acusado de hacer un documental "contrarrevolucionario"

Después de permanecer un día bajo arresto, el equipo fue liberado pero no pudo continuar con la filmación, de manera que el director decidió regresar y grabar por su cuenta algunas escenas que le faltaban. Su anterior documental, Elena (2012), que abordaba la historia de los residentes en un edificio casi al borde del derrumbe en La Habana, ya había experimentado algo de esa censura al ser mostrado solo dos veces en el Festival de cine de La Habana de aquel año.

El tren de la línea Norte fue exhibido solamente dos veces durante esta edición del Festival, en salas pequeñas, lo cual hace más asombroso que en los Premios Cibernauta –otorgados por la votación del público en la web- esta obra haya salido ganadora en la categoría documental. En su estreno mundial, el pasado 6 de diciembre, el público se mostró sumamente conmovido.

"Estoy llorando, no puedo decir nada", afirmó el cineasta Juan Carlos Cremata a la salida del multicine Infanta. Una profesora de la escuela de cine de San Antonio de los Baños que prefirió el anonimato, reprochó: "Si la realidad no les gusta, que la cambien, pero que no censuren la obra que habla de esa realidad". La especialista recordó cómo uno de los grandes logros de los "padres" del cine documental moderno -Frederick Wiseman, Joris Ivens o Fernando Birri- radicaba en haber "dado una voz a los que no tienen voz".

El documental está dedicado a Santiago Feliú, quien compuso casi todas los temas musicales de la banda sonora y que murió durante la postproducción del documental el año pasado.

El tren de la línea Norte se integra a otras obras documentales del cine cubano del último cuarto de siglo con un fuerte contenido irreverente en cuanto a la realidad social de las clases bajas de la Isla, como es el caso de El Fanguito, dirigido por Jorge Luis Sánchez (1990), De Buzos, Tanques y Leones de Daniel Vera (2005) o Buscándote Habana de Alina Rodríguez (2006), aunque la obra de Marcelo Martín lo logra con aún más fuerza artística y estilística.

"No es por azar que nacemos en un sitio y no en otro, sino para dar testimonio. Y como ninguna de nuestras obras es eterna, o siquiera perfecta, (...) sé que les dejo a lo más un aviso, una invitación a estarse atentos", se puede leer en pantalla negra. Con esa frase, tomada del prólogo de la narración Por los extraños pueblos, del gran poeta y escritor Eliseo Diego, termina el documental, cuyas imágenes finales son de una belleza espléndida, en el pequeño puerto pesquero de Punta Alegre.

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