Un bajo altísimo

Destinado por su estatura al baloncesto, Marcos Lima descubrió a los 25 años que su voz era un regalo excepcional

Marcos Lima, cantante del Teatro Lírico Nacional de Cuba. (14ymedio)
Marcos Lima, cantante del Teatro Lírico Nacional de Cuba. (14ymedio)
Lilianne Ruiz

04 de febrero 2016 - 09:56

La Habana/Marcos Lima, con casi dos metros de estatura, estaba destinado a hacer carrera en un equipo de baloncesto, hasta que un profesor de música le dijo que tenía una voz de bajo que recordaba la de Nikolai Baskov. Hoy, con 41 años, es el único cantante de ese registro en la compañía de Teatro Lírico Nacional y asegura que su arte le ha vuelto más sensible y comprometido con el mundo que le rodea. Sobre este tema conversó con 14ymedio esta semana.

Pregunta. El baloncesto y la ópera son mundos muy distantes. ¿Cómo fue ese cambio?

Respuesta. En mi etapa como deportista, cuando mis compañeros de equipo querían llamar a alguien que estaba muy lejos, me decían: "Dale Lima, grítale que a ti sí te va a oír". A los 25 años descubrí que mi voz gorda era un regalo excepcional. Por otra parte, es difícil encontrar un jugador de baloncesto al que no le guste la música afroestadounidense, y no era la excepción. Mis primeros pasos en este arte fueron en un grupo vocal que formamos cinco amigos para cantar un repertorio original de hip hop, R&B y soul.

P. Entonces hizo otro gran cambio.. ¿Del rap a la ópera?

R. En el año 2000 me presenté a unas audiciones para cantar en el coro de Porgy and Bess de Gershwin en una coproducción con artistas españoles, austriacos y la compañía del Teatro Lírico Nacional de Cuba. Necesitaban cantantes negros y buscaron nuevos talentos. El proyecto saldría a Europa, lo que era un incentivo para muchos de nosotros que nunca antes habíamos viajado al exterior. Fui aceptado.

"Tuve que sacrificar mucho mi vida social porque una carrera tan profesional normalmente se empieza desde la infancia"

P. Ahora es solista de la compañía del Teatro Lírico. ¿Cómo completó su formación para llegar hasta ahí?

R. Me gradué del Instituto Superior de Arte (ISA) en la especialidad de canto lírico. Tuve que sacrificar mucho mi vida social porque una carrera tan profesional normalmente se empieza desde la infancia. En mi caso me sirvió la disciplina que adquirí en el deporte. Comenzar una carrera artística a los 26 me obligó a quemar muchas etapas. Hace 12 años hice mi primer personaje de envergadura interpretando el Don Basilio, de El barbero de Sevilla de Rossini.

P. ¿Su compositor preferido?

R. Wagner. Su música es grandiosa, lleva muchos recursos desde el punto de vista vocal. En Cuba ha sido fundamental la colaboración del Círculo de Amigos Richard Wagner de la ciudad de Múnich y del director escénico Werner Henze. Primero estrenamos El holandés errante, hace dos años, y ahora estamos trabajando en el montaje de Tannhäuser, la segunda de sus óperas que se estrena en Cuba, en la que interpretaré al archiduque Herrmann. Son obras difíciles, como todas las del compositor alemán. Pero también son menos complejas desde el punto de vista artístico y tecnológico de lo que podría ser la producción de El anillo de los Nibelungos o Parsifal.

P. Estas piezas de Wagner normalmente se cantan en alemán. ¿Significa eso un esfuerzo adicional?

R. El holandés errante se interpretó en alemán, Tannhäuser también será así, lo que supone un desafío artístico para todo el elenco. En el caso de La Flauta Mágica se utilizó, para ser cantada en español, una transcripción pensada originalmente para interpretarse en Chile, que hacía la obra más cercana al público cubano. Se dio a conocer como La Flauta Mágica Tropical y fue muy bien acogida.

P. En los últimos cuatro años usted ha sido el único bajo en la compañía, lo que le ha obligado a estar presente todos los fines de semana de cada temporada ¿Cómo sobrelleva ese esfuerzo?

R. Lo más difícil ha sido poder estar siempre apto físicamente para poder realizar todo esto. Mi experiencia en el deporte me ha ayudado mucho a poder enfrentar la demanda que exige el hecho de que falten bajos. Soy el único; ahora no hay más ninguno. Los bajos con que contaba la compañía eran personas muy mayores, uno se jubiló y los otros dos fallecieron.

P. ¿El hecho de ser el único bajo, no es un estímulo para mejorar?

R. No puedo bajar la guardia en mi afán de perfeccionamiento. Me pongo metas altas, en determinados personajes utilizo como referencia las interpretaciones de las actuales grandes figuras en mi registro como Bryn Terfel y Matti Salminen.

P. Muchos artistas se sienten gratificados cuando alcanzan popularidad. ¿Ocurre así en el arte lírico?

R. En Cuba el arte lírico no tiene el lugar que merece. Podría decirse que está marginado socialmente. Entre los consumidores de música se encuentra en el primer lugar la música popular. En segundo podríamos ubicar la música de concierto... y al final, la ópera. Para lograr que una puesta en escena de ópera sea atractiva se requiere una costosa producción. El deseo de consumir este tipo de arte solo surge algún tiempo después de haber estado en contacto con él. ¿Cómo vender un producto que puede resultar difícil a un oído poco entrenado?

"En Cuba el arte lírico no tiene el lugar que merece. Podría decirse que está marginado socialmente"

P. ¿Qué planes tiene para después de Tannhäuser?

R. En el mes de julio se estrenará La Mandrágora, una obra de música contemporánea del compositor serbio Iván Jevtic. Para septiembre está Cecilia Valdés, y en diciembre será el estreno de Don Giovanni de Mozart, con dirección orquestal de una maestra francesa y un director de escena italiano.

P. ¿Tiene algún sueño?

R. Mi sueño es formar parte del elenco de alguna compañía en cualquier casa de ópera importante en el mundo. Cantar alguna temporada en La Scala, en el Metropolitan Opera House, en la Ópera de París, la de Múnich, la de Berlín...

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