Cientos de voluntarios se vuelcan con los afectados del incendio de Londres

Las inmediaciones de la torre continúan acordonadas y vigiladas por agentes de la policía. (EFE)
Las inmediaciones de la torre continúan acordonadas y vigiladas por agentes de la policía. (EFE)
Paula Baena Velasco

17 de junio 2017 - 16:12

Londres/(EFE).- Carteles con las fotos de los desaparecidos en el incendio de la torre Grenfell de Londres se suceden en las calles del barrio de North Kensington, donde el apoyo de la comunidad está siendo "increíble", según relataron a Efe los voluntarios que ayudan a los afectados.

Los rostros de Jessica, Hesham, Abdulaziz, Faouzia, Mehdi o Ali, acompañados de la palabra "missing" (desaparecido), copan North Kensignton, donde el miércoles las llamas devoraron con rapidez la torre Grenfell, en la que vivían entre 400 y 600 personas.

Salir de la estación de metro de Latimer Road, la más cercana al edificio residencial, se convierte en un viaje al corazón de una tragedia que ha provocado al menos 30 muertos, 24 heridos, muchos de ellos en estado "crítico", y, según los medios, 70 personas podrían estar desaparecidas.

Carteles y más carteles con las fotos de los desaparecidos cubren las paredes del metro, en las cabinas telefónicas e incluso en camisetas de la gente que, pese a que la Policía Metropolitana de Londres (Met) ha anunciado que no espera "encontrar más supervivientes", siguen buscando a sus seres queridos.

Al tiempo que el drama y la conmoción por la fatalidad aún se respiran en el área donde está la torre -una de las más deprimidas del, paradójicamente, acomodado barrio de Kensington- la generosidad de los voluntarios insufla de esperanza a los damnificados.

"El apoyo de la comunidad está siendo increíble, se están volcando absolutamente", afirmaba a Efe Sara, una voluntaria que aseguraba que prestar su ayuda a las víctimas del incendio es "lo mejor" en lo que puede emplear ahora mismo su tiempo.

"El apoyo de la comunidad está siendo increíble, se están volcando absolutamente", afirmaba Sara, una voluntaria que aseguraba que prestar su ayuda a las víctimas del incendio es "lo mejor" en lo que puede emplear su tiempo

Esta joven de 17 años colabora con otras 40 personas en el centro deportivo Harrow Club, reconvertido tras el suceso en un almacén donde guardan parte de las miles de donaciones recibidas por los vecinos para las personas desalojadas del inmueble, compuesto por 120 apartamentos, muchos de ellos de protección oficial.

"Es una locura la cantidad de donaciones que hemos recibido", señalaba Sara a las puertas del centro en el que se agolpaban decenas y decenas de cajas y, sobre todo, garrafas de agua, la donación que, según la joven, más se ha recibido.

Mantas, ropa, enseres de aseos, productos para bebés, zapatos, maletas... casi cualquier cosa es bien recibida en los polideportivos e iglesias del barrio habilitados tanto para almacenar las donaciones como para prestar cobijo a los cientos de personas que se han quedado sin hogar.

A las puertas de uno de estos centros, Jelly hacía cola para inscribirse como voluntaria mientras lamentaba que esta es una tragedia que podría "haberse evitado".

La mujer opinaba que "en este país están pasando muchas cosas" y que es "muy importante" que la comunidad se mantenga "unida".

"Hay que olvidarse de la política y de la raza porque tenemos muchas más cosas en común de las que nos separan y tenemos que construir sobre eso", sostenía.

Con voz entrecortada por la emoción, Jelly recordaba que hay "niños, abuelos, padres, madres y familias enteras desaparecidas".

"El fuego ha destrozado la vida de demasiada gente que ni siquiera tenía mucho con lo que empezar, y ahora tienen incluso menos"

"El fuego ha destrozado la vida de demasiada gente que ni siquiera tenía mucho con lo que empezar, y ahora tienen incluso menos", indicaba a Efe, en referencia a que se trataba de un edificio de protección oficial, que se asigna en el Reino Unido a las personas con pocos recursos.

Una construcción que ha quedado completamente calcinada por el fuego, que se inició, por causas aún desconocidas, sobre las 00.15 GMT del 14 de junio y que se propagó en apenas media hora, cubriéndolo todo y haciendo imposible la huida de muchos de los residentes.

Las inmediaciones de la torre continúan acordonadas y vigiladas por agentes de la policía, pero desde la calle Bramley Road, situada apenas unos metros de distancia, se puede observar lo que queda de la torre Grenfell, un renegrido esqueleto de lo que fue.

Una funesta imagen que desata la ira y la compasión de las personas ahí reunidas, como Marcia, que, sin poder evitar los sollozos, exclamaba "podrían haber sido mi familia o mis amigos" y se preguntaba "¿cómo ha podido ocurrir algo así?"

Por su parte, Paddy, otro vecino de la zona expresaba su "enfado y frustración" y recriminaba al Ayuntamiento de Kensington y Chelsea su "falta de compasión" con los afectados.

Precisamente ayer decenas de vecinos irrumpieron en el consistorio para protestar por la falta de respuestas.

Familiares de las víctimas del suceso y otros residentes acusaban al Ayuntamiento de haber desoído durante años sus quejas sobre las insuficientes medidas contra incendios del edificio y también de no atender adecuadamente a los supervivientes.

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