EEUU no tuvo conocimiento previo del atentado contra el avión de Cubana

Washington sospechaba de Posada Carriles pero no tenía información concreta

14ymedio

05 de junio 2015 - 07:30

Por segunda vez en 10 años, el Departamento de Estado de EE UU ha desclasificado esta semana el mismo documento “secreto”. Ahora con unos tachones menos y muy pocas líneas censuradas, el memorándum dirigido en 1976 al secretario de Estado de la época, Henry Kissinger, dice exactamente lo mismo: “Estados Unidos no tenía ningún conocimiento previo del atentado” y Luis Posada Carriles figuraba entonces entre los sospechosos.

El documento de 12 páginas es público desde 2005 pero acaba de resurgir a raíz de una iniciativa quizá políticamente motivada de la Oficina del Historiador del Departamento de Estado. Se trata de una recopilación de los datos disponibles dos semanas después de la destrucción en pleno vuelo de un aparato de Cubana de Aviación que hacía el trayecto desde Barbados a La Habana, el 6 de octubre de 1976. Murieron los 73 pasajeros.

Firmado por Harold H. Saunders, director del Buró de Inteligencia e Investigaciones del Departamento de Estado, y el subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Harry W. Shlaudeman, el memorándum refleja la preocupación de Washington y su deseo de desmarcarse de un acto que desaprueba. Los dos altos funcionarios plantean “una estrategia para contrarrestar las acusaciones falsas que involucran a EE UU” en el atentado y que Fidel Castro ha lanzado poco después de la tragedia.

“La CIA ha tenido relaciones en el pasado con tres de las personas supuestamente implicadas, pero la participación de esas personas, si se confirma, habrá sido sin el conocimiento de la CIA”, aseguran los autores. Les preocupa sobre todo la relación con el cubano Luis Posada Carriles, que ha trabajado con la contrainteligencia venezolana y los servicios estadounidenses. “A Fidel Castro le cuesta imaginar que esa gente puede actuar independientemente de EE UU”, subrayan los funcionarios.

Llama la atención que los servicios de inteligencia estadounidenses no manejaran informaciones concretas sobre la identidad de los responsables del atentado. En cambio, se les nota muy preocupados por “el peligro para EE UU que representan los activistas cubanos del exilio".

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