Fernández logra un respiro judicial que no basta para revertir el descrédito

La presidenta argentina, Cristina Fernández. (Facebook)
La presidenta argentina, Cristina Fernández. (Facebook)
Natalia Kidd

26 de febrero 2015 - 20:00

Buenos Aires/(EFE).- La decisión de un magistrado de desestimar la denuncia contra la presidenta argentina, Cristina Fernández, por presunto encubrimiento a terroristas da un respiro judicial a su Gobierno que, sin embargo, resulta insuficiente para revertir el descontento social, según analistas consultados por Efe.

El juez Daniel Rafecas rechazó la denuncia que presentó el fiscal Alberto Nisman y que, tras su fallecimiento, el 18 de enero pasado en circunstancias aún sin aclarar, impulsó su colega Gerardo Pollicita.

"Me sorprende la contundencia con la que el juez desestima la denuncia", dijo hoy a Efe Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político.

La decisión judicial beneficia a Fernández, al canciller, Héctor Timerman, y a otros dirigentes oficialistas, acusados por Nisman, que investigaba el atentado de 1994 contra la mutualista judía AMIA, de presunto encubrimiento de los iraníes considerados como los responsables del ataque.

"Rafecas fue más allá de desligar a la presidenta, sino que dice que no hay ningún elemento para inculpar al resto de los involucrados, cuando todo lo que se fue revelando del contenido de la denuncia claramente los involucra", consideró Giusto.

Para Jorge Arias, de la consultora Polilat, el fallo resulta "llamativo" y tiene un impacto negativo entre la gente, "que reacciona incrédulamente".

Según un experto, el fallo resulta "llamativo" y tiene un impacto negativo entre la gente, "que reacciona incrédulamente"

"No parece muy simple que el Gobierno pueda recuperar credibilidad por el hecho de que uno de los cuestionados jueces federales de Argentina haya dictado la inocencia de todos los involucrados", dijo el analista a Efe.

En la misma línea, Giusto apunta que la decisión de Rafecas da un respiro al Gobierno en los Tribunales -donde varios funcionarios tienen causas abiertas- pero "no implica ningún alivio" para "lo comprometido que ha quedado" con el caso Nisman, hallado muerto de un disparo en la sien en extrañas circunstancias.

"Más allá de la esfera judicial, lo más importante es lo que pasa en lo político y social. La gente ya salió a la calle y se constató que masivamente hay un reclamo de justicia. Lo que diga un juez no va a revertir el manto de duda que hay sobre el Ejecutivo con respecto al caso Nisman", dijo Giusto al recordar la multitudinaria marcha de homenaje al fiscal realizada la semana pasada.

Según un reciente sondeo de la consultora Management & Fit, el nivel de desaprobación a la gestión del Gobierno creció del 58,6% a un 63,5 % tras la sacudida política generada por la aún no esclarecida muerte de Nisman.

"La imagen institucional de este Gobierno ya no tiene retorno. Hay una profundización del desgaste propio del final de mandato, que concluye en diciembre, con un empeoramiento de las perspectivas del oficialismo de cara a las elecciones de octubre", dijo Giusto.

Los cambios en el Gabinete no han sorprendido a los analistas

Los cambios en el Gabinete anunciados también hoy no han sorprendido a los analistas, para quienes las salidas de Jorge Capitanich de la Jefatura de Gabinete y de Juan Manzur del Ministerio de Salud les dan vía libre para entrar en la carrera electoral en sus respectivas provincias.

La elección de Eduardo "Wado" de Pedro, uno de los líderes de la agrupación juvenil kirchnerista La Cámpora, para la Secretaría General de la Presidencia, y de Aníbal Fernández como jefe de Gabinete es interpretada como un intento de la presidenta de cerrarse sobre su "núcleo duro" de colaboradores.

"Si lo que intenta es sostener un relato y mantener a la tropa política propia, a esos efectos es mucho más eficiente Aníbal que Capitanich. Y De Pedro es funcional al proceso político de encerrarse en sí mismo cuando se pierde poder", señaló Arias.

Para Giusto es "sorprendente" que Aníbal Fernández, que había sido designado secretario general de la Presidencia en diciembre pasado, "siga subiendo cuando es uno de los personajes del Gobierno con peor imagen".

"Lo veo casi como una provocación. Podría haber recurrido a otra figura que dé imagen de gobernabilidad, que es lo que necesita este Gobierno. El mensaje de la presidenta es que van a redoblar la puesta hasta el 9 de diciembre, ser más provocadores y cerrarse sobre su núcleo duro", consideró el analista.

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