La Revolución Cultural contada por sus protagonistas

Un póster que reza "Quien se oponga al presidente Mao será aplastado" puesto a la venta junto a otros objetos de la época de Mao Zedong en el mercado Panjiayuan en Pekín (China).  (EFE/Rolex Dela Pena)
Un póster que reza "Quien se oponga al presidente Mao será aplastado" puesto a la venta junto a otros objetos de la época de Mao Zedong en el mercado Panjiayuan en Pekín (China). (EFE/Rolex Dela Pena)
Paloma Almoguera/Tamara Gil

13 de mayo 2016 - 09:34

Pekín/(EFE).- Han pasado 50 años, pero quienes participaron y sobrevivieron a la Revolución Cultural (1966-1976) lanzada por Mao Zedong contra los partidarios del capitalismo en China, con el plan subyacente de minar el bando liberal del Partido Comunista, no olvidan el periodo de convulsión que marcó sus vidas.

Verdugos o víctimas entonces, a veces ambos según el momento, varios comparten ahora con Efe sus recuerdos de aquella época, de la que Pekín aún evita discutir abiertamente.

Los guardias rojos

Li Dongmin: "Por supuesto que fue un error"

Nadie diría que el hombre tímido que espera en la Escuela de Secundaria Número 25 de Pekín fue el líder del grupo dominante de los temidos guardias rojos de la capital china hace medio siglo.

En ese mismo centro y en otras escuelas cercanas, Li Dongmin ayudó desde mayo de 1966 a implantar un cruel régimen de denuncias y maltratos para cumplir con la voluntad de Mao de eliminar cualquier atisbo, real o imaginario, de comportamiento derechista en el sector de la enseñanza primero, y en cualquier ámbito después.

Hoy, Li responde con evasivas a Efe sobre su rol como guardia rojo. En cambio, dice sin ambages que la revolución fue, "por supuesto, un error, tanto para el país como para la sociedad. No pudimos dominar la fuerza del Partido (Comunista). Teníamos una visión a corto plazo".

A sus 69 años, acaba de salir de la cárcel, donde ingresó en 2012 por cargos que prefiere no aclarar. Varios exguardias rojos, entre ellos su entonces "número dos", Liu Long Jiang, han acudido a la escuela para verle tras su estancia en prisión, y los recuerdos afloran.

"Fuimos demasiado idealistas", acepta Liu, ahora empresario de éxito y quien fue encarcelado junto a Li a finales de los 70, cuando ambos se volvieron en contra de la revolución. Aunque los dos son aún miembros del Partido, el que fuera mandamás de los gendarmes comunistas se desvincula: "tenemos nuestras propias opiniones".

De testigo a historiador

"Estaba observando todo el tiempo"

Mi Hedu ha escrito hasta seis libros sobre la Revolución Cultural, con el séptimo en ciernes. Muchos están centrados en los guardias rojos, a quienes vio actuar cuando tenía 14 años y estudiaba en la Escuela de Secundaria Nº1 de la Universidad Normal de Pekín, junto a hijos de líderes como Deng Xiaoping.

"Yo era muy joven y no participé, pero estaba observando todo el tiempo", cuenta a Efe Mi. Tras pasar por un campo de reeducación y finalmente graduarse en Historia del Partido Comunista en los 80, ha dedicado su vida a intentar arrojar algo de luz sobre esos años de penumbra.

"Muchos no admiten que también fue una cuestión de intereses, no sólo de política, dice Mi sobre la facción de guardias formada por los "zilaihong" ("nacidos rojos"), hijos de altos cargos comunistas que aprovecharon para ir en contra de los estudiantes de origen común que ya escalaban posiciones por sus méritos.

En sus más de 30 entrevistas a guardias rojos, Mi asegura haber escuchado de todo: "unos se sienten engañados por Mao, otros también creen que estuvieron equivocados y hay quienes tienen un arrepentimiento más profundo. Estos últimos piensan que fue un movimiento anticonstitucional", por lo que aceptan pagar por ello.

Cree también que el "odio" que el Gobierno y la prensa inocularon en los estudiantes fue crucial, y que el entorno militar de muchos "hizo que viesen la violencia como algo natural".

Mi desearía que con sus libros, la mayoría prohibidos en China, los jóvenes de hoy no olviden el pasado, "porque nuestra generación ya ha pagado un alto precio por ello".

El hijo del comerciante

Zhang Wenhe: "A partir de la Revolución Cultural comencé a dudar del Partido Comunista"

Tenía 12 años cuando vio entrar a varios guardias rojos por la puerta de su casa y recuerda con precisión una imagen: a su madre "cubierta en sangre". Zhang pertenecía a una de las llamadas familias "negras", consideradas capitalistas, por un negocio que su padre regentaba años atrás.

"A pesar de que mi padre ya hacía tiempo que se había convertido en obrero, nos mantenían esa etiqueta", rememora hoy el hombre de 62 años.

La guardia pretoriana de Mao no se lo pensó, dice. Detuvieron a sus hermanos y a su padre en la fábrica en la que trabajaban y fueron directos a por su madre.

Frente a su pequeño, los guardias dieron una brutal paliza a la mujer, le ataron a una silla y le raparon el pelo. "Nos trataron como perros", cuenta a Efe sin poder contener las lágrimas, acompañado de dos amigos que comparten su dolor.

"Mi familia no es la única que ha sufrido. Hicieron desaparecer a familias enteras", explica, y todos lloran.

Esa época marcó un antes y un después en la vida de aquel niño, a quien obligaron a cambiar los libros por el trabajo duro en el campo. "Desde su fundación, el Partido Comunista ha cometido graves crímenes contra el pueblo chino. No sólo la Revolución Cultural", afirma Zhang, convertido desde entonces en disidente.

La docente

La profesora Zhang ya no habla

La Revolución Cultural fue un periodo tan doloroso para la profesora Zhang que se niega a recordarlo. "Rechaza hablar de ello", dice a Efe su cuñada Wang.

Pero su hermano, el marido de Wang, recuerda por ella. "Un día mi hermana volvió a casa a recoger ropa, y le vi con el pelo rapado y la cara llena de moratones", cuenta. Ella trabajaba en un colegio de primaria en Pekín y no se libró de la persecución de los guardias rojos.

Como otros compañeros, la docente, por entonces de unos 20 años, sufrió agresiones. Le maltrataron física y mentalmente, forzándole a permanecer en una escuela sin clases, después de que Mao ordenara cerrar todos los centros educativos.

Tras unos años, los colegios fueron abriendo y la profesora volvió a enseñar, a la fuerza. "Su situación fue mejor que la de otras personas; en centros cercanos asesinaron a muchos profesores", destaca hoy su pariente. A sus 71 años, Zhang sólo quiere olvidar.

Se estima que entre varios cientos de miles y tres millones de personas, dependiendo de las fuentes, murieron durante la Revolución Cultural. Fue una época de violencia cainita, suicidios y destrucción de patrimonio histórico que ha dejado heridas aún abiertas en la sociedad, según uno de los primeros investigadores sobre su impacto en la población china, Arthur Kleinman.

"Sería magnífico que el país permitiera una discusión pública sobre ello, pero no anticipo que eso ocurra", dice a Efe Kleinman, profesor de Antropología de la Universidad de Harvard.

Pero mientras el Gobierno chino se resiste a abrir del todo la caja de Pandora y mira hacia otro lado cuando se cumple medio siglo del comienzo de la Revolución Cultural (16 de mayo de 1966), sus protagonistas hablan, para que lo que vivieron no caiga en el olvido.

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