Rusia ignora la involución democrática y renueva las relaciones con Turquía

Recep Tayyip Erdogan se convirtió en presidente turco en 2014 después de once años siendo primer ministro. (CC)
El líder turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan. (CC)
Ignacio Ortega

26 de julio 2016 - 19:40

Moscú/(EFE).- Mientras EE UU y la Unión Europea critican la involución democrática en Turquía, el presidente ruso, Vladímir Putin, no ha perdido el tiempo a la hora de normalizar las relaciones con el líder turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan.

Poco importa que una mayoría de rusos considere insuficientes las disculpas ofrecidas por el presidente turco tras el derribo en noviembre pasado de un cazabombardero ruso en la frontera con Siria.

Nada más fracasar el golpe de Estado, Putin llamó por teléfono a Erdogán para mostrarle su apoyo y abogar por "el pronto restablecimiento del orden constitucional y la estabilidad" en Turquía.

El líder ruso es poco aficionado a inmiscuirse en los asuntos internos de otros países, pero no son pocos en Rusia los que consideran que el giro copernicano dado por Erdogan en relación con Rusiae Israel pudo motivar la asonada militar.

Los ocho meses de tensión diplomática entre Moscú y Ankara perjudicaron enormemente a la economía de ambos países, estrechos socios comerciales, y en el caso de Turquía, principal destino para los turistas rusos.

En una demostración de que ambos países están interesados en la normalización, Putin y Erdogan se reunirán el 9 de agosto en San Petersburgo y los ministros de sus respectivos gobiernos no han dejado de intercambiarse visitas en las últimas semanas.

Turquía considera que el apoyo ruso durante el golpe ha sido "incondicional e desinteresado"

Turquía considera que el apoyo ruso durante el golpe ha sido "incondicional e desinteresado", no en vano los dirigentes rusos se han abstenido de criticar la oleada de detenciones contra miles de sospechosos, desde militares, a jueces, profesores o periodistas.

Todo lo contrario que en el caso de Washington y Bruselas, que no han ahorrado críticas a la deriva autoritaria que parecer haber tomado Erdogan, en particular la posibilidad de restablecer la pena de muerte.

Aunque, según las encuestas, los rusos esperan que Ankara compense la destrucción del avión ruso, ambas partes parecen haber dado carpetazo a ese incidente.

El propio viceprimer ministro turco, Mehmet Simsek, constató hoy durante su visita a Rusia que el piloto que derribó el cazabombardero Su-34 lo hizo "por propia iniciativa", lo que allana el camino para la normalización de relaciones.

Además de los intercambios comerciales, las inversiones y la participación de empresas turcas en la construcción de infraestructuras mundialistas, Putin es consciente de que el apoyo turco es crucial para derrotar al Estado Islámico en Siria e Irak.

Olvidadas quedan las duras acusaciones de Putin, quien denunció que la familia de Erdogan se beneficiaba del comercio de petróleo con los yihadistas, a los que además suministraba armamento y daba refugio.

Dadas las reticencias de EE UU a cooperar con Rusia a la hora de bombardear conjuntamente los objetivos yihadistas, el Kremlin considera que una postura más constructiva por parte de Erdogan sería un punto de inflexión en la lucha contra el EI y el Frente al Nusra.

No obstante, el apoyo turco no será gratuito, más aún cuando Rusia ha apoyado abiertamente a los kurdos sirios, que incluso han abierto una legación diplomática en Moscú, mientras a los kurdos iraquíes incluso les ha armado.

Tampoco se sabe cómo verá el líder sirio, Bachar al Asad, la renovada amistad entre Putin y Erdogan, al que considera enemigo acérrimo, aliado de la oposición armada y principal partidario de su derrocamiento por la fuerza.

Por otra parte, ambos países tienen entre manos proyectos estratégicos, como son el gasoducto Turkish Strem y la central nuclear de Akkuyu, la primera de la historia de Turquía.

Putin es consciente de que el apoyo turco es crucial para derrotar al Estado Islámico en Siria e Irak

El Turkish Stream, que fue paralizado tras la crisis en las relaciones bilaterales, es crucial para Rusia, ya que debe suministrar gas ruso al sur de Europa a través del mar Negro y territorio turco, evitando así el tránsito a través de Ucrania.

Este gasoducto, que tenía que entrar en funcionamiento en 2019, debe reemplazar al South Stream, al que el consorcio ruso Gazprom renunció ante la oposición de la Unión Europea al proyecto.

Según informó hoy Gazprom, la parte turca está interesada en reiniciar el proyecto, cuyo primer hilo debe ser tendido antes de finales de año.

En cuanto a la planta de Akkuyu, es un proyecto a cargo de ingenieros rusos en el que Moscú ha invertido ya una suma importante: 3.000 millones de dólares.

La reunión entre Putin y Erdogan será crucial para el relanzamiento de estos proyectos, junto a la reanudación de los vuelos chárter, el fin del embargo comercial y de la exigencia de visados, y la restricciones a la inversión, según admitió Simsek.

Pero lo que es más importante, Rusia y Turquía recuperarán un socio comercial en tiempos de incertidumbre económica y recibirán un espaldarazo diplomático en momentos en que ambos países andan escasos de aliados debido a su enfrentamiento con Occidente.

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