El papa defiende las ayudas a la familia ante un millón de personas en Guayaquil

El papa Francisco I con el presidente de Ecuador, Rafael Correa. (Verónica Miranda/Presidencia de Ecuador)
El papa Francisco I con el presidente de Ecuador, Rafael Correa. (Verónica Miranda/Presidencia de Ecuador)
Cristina Cabrejas

07 de julio 2015 - 10:38

Quito/(EFE).- El papa viajó este lunes a Guayaquil donde celebró una misa ante un millón de personas en el parque de los Samanes y en la que realizó una firme defensa de las ayudas sociales a la familia.

Según explicó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, en una rueda de prensa, aunque no hay un recuento oficial, es "posible y honesto decir que acudieron al parque de los Samanes un millón de personas, mientras que otro medio millón esperó al borde de las carreteras el paso del papa Francisco".

La segunda jornada del papa en Ecuador comenzó con la visita al santuario de la Divina Misericordia, de la que Lombardi explicó su importancia ante el próximo Jubileo extraordinario sobre este tema que el pontífice ha decidido convocar.

Mientras que en la gran explanada de Samanes, bajo un calor asfixiante, Francisco dedicó su homilía a la familia, de la que dijo "constituye la gran riqueza social que otras instituciones no pueden sustituir".

"Debe ser ayudada y potenciada, para no perder nunca el justo sentido de los servicios que la sociedad presta a los ciudadanos", dijo en su alocución.

En efecto, agregó, "no son una forma de limosna, sino una verdadera deuda social respecto a la institución familiar, que tanto aporta al bien común de todos".

Francisco hizo referencia a su homilía a la lectura de hoy sobre el pasaje de la Biblia de las bodas de Caná, cuando Jesús hace el milagro de convertir el agua en vino, para hablar de la importancia y defensa de la familia.

"Las bodas de Caná se repiten con cada generación, con cada familia, con cada uno de nosotros y nuestros intentos por hacer que nuestro corazón logre asentarse en amores duraderos, fecundos y alegres", dijo.

Y utilizó la metáfora de falta de vino para hablar de cuando en la familia "no hay trabajo", o hay "enfermedades" o "en las situaciones problemáticas" que las familias atraviesan.

El pontífice instó al pueblo ecuatoriano a que "no haya diferencias, no haya excluidos y que no haya gente que se descarte y todos sean hermanos"

Destacó que la familia "es una escuela donde la oración también nos recuerda que hay un nosotros, que hay un prójimo cercano, patente: vive bajo el mismo techo, comparte la vida y está necesitado".

También pidió oraciones para que los obispos que se reunirán en el próximo Sínodo, en octubre, para que puedan "madurar un verdadero discernimiento espiritual y encontrar soluciones concretas a las muchas dificultades e importantes desafíos que la familia debe afrontar en nuestros días". "Les invito a intensificar su oración por esta intención, para que aún aquello que nos parezca impuro, nos escandalice o espanta, Dios lo pueda transformar en milagro", dijo a propósito de los desafíos del Sínodo.

La jornada repleta de actos de Francisco continuó con un momento familiar y de distensión al encontrar a algunos amigos jesuitas en el colegio Javier. Francisco había querido incluir esta etapa en su viaje a Ecuador para poder así volver a saludar al malagueño Francisco Cortes García, conocido como padre Paquito, que tiene 91 años.

El papa conoció al padre Paquito en 1980 en un viaje y nació una amistad y una colaboración, cuando el entonces superior provincial de los jesuitas y después rector de la Compañía de Jesús en Argentina envió algunos sacerdotes a formarse en este centro.

Tras este encuentro, Francisco regresó a Quito para la visita de cortesía al presidente de Ecuador en el palacio de Carondelet y después llegó a la catedral andando entre miles de fieles.

Allí instó al pueblo ecuatoriano a que "no haya diferencias, no haya excluidos y que no haya gente que se descarte y todos sean hermanos", en un breve mensaje.

Una programa intenso, pero que, como aseguró el portavoz vaticano, no ha afectado a la salud del papa, "que ésta muy bien y aguanta todo, mientras las personas que le acompañan empiezan a acusar el cansancio". Por ello, Francisco no dudó en volver a salir a la puerta de la nunciatura, donde se aloja, para bendecir y rezar con los miles de persona que se concentraron a las puertas de esta sede aclamando al pontífice.

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