Una exposición revela la brutalidad de la represión comunista en Yugoslavia

Snezana Stanojevic

26 de agosto 2014 - 10:24

Belgrado/(EFE).- Las decenas de miles de personas que fueron ejecutadas y represaliadas en Yugoslavia al imponerse el régimen comunista son el eje de una exposición con la que el Museo Histórico de Serbia quiere hacer su particular ejercicio de memoria histórica."En el nombre del pueblo. Represión política en Serbia 1944-1953" es el título de la muestra que repasa los crímenes comunistas contra los "enemigos" ideológicos, reales e imaginarios, del sistema que se estableció después de la II Guerra Mundial.

Los crímenes, de los que se sabía poco, que han quedado impunes y de los que incluso hoy casi no se habla, se revelan ahora, siete décadas después, con una mirada a los oscuros años del totalitarismo.

El visitante viaja a través del tiempo y de los escenarios de la represión, reproducidos en forma de fosas comunes, cárceles y oficinas de la policía secreta, entre lemas propagandísticos contra los restos de la oposición democrática que quedaba de la depuesta monarquía parlamentaria.

Todo apoyado por unos mil documentos, fotografías, objetos personales y testimonios que sirven para transmitir el ambiente de una naciente cultura política en la que se creaba el culto al líder comunista Josip Broz Tito.

Entre octubre de 1944 y marzo de 1945 fueron ejecutadas unas 56.000 personas que estaban en las listas de la fanatizada policía secreta.

Esa "espada de la revolución" eliminó de forma no selectiva a cualquiera del que se sospechara que era un enemigo del nuevo régimen o, simplemente, que tenía ideas distintas.

"Todas esas personas fueron ejecutadas sin juicio", explica a Efe el historiador Srdjan Cvetkovic, comisario de la exposición.

Jóvenes, curas, intelectuales, funcionarios, artistas, médicos, artesanos, profesores, personalidades públicas, perdieron la vida acusados de colaborar con los nazis durante la guerra.

Pero los represaliados no fueron sólo quienes supuestamente habían ayudado a la ocupación alemana, sino también miembros de cualquiera de los grupos guerrilleros, desde nacionalistas a monárquicos o anticomunistas, que no sólo lucharon contra los alemanes sino también entre ellos en una sangrienta guerra civil.

La represión incluyó la confiscación de las propiedades de quienes eran considerados enemigos del régimen y de sus familias.

"En Serbia hubo una purga, ante todo, de civiles. El 80 por ciento de las personas del registro (de represaliados) son civiles", detalla Cvetkovic.

Los campesinos fueron obligados por la fuerza a colectivizar las tierras o a trasladarse a las ciudades para trabajar en la industria, como exigía una ideología enemiga de la propiedad privada que nacionalizó todo el país.

La muestra recuerda, por ejemplo, el campo de concentración en la inhóspita isla adriática de Goli Otok, por donde pasaron hasta 1956 unos 16.000 "nuevos enemigos" del régimen.

La mayoría de los reclusos de este campo fueron comunistas acusados de apoyar las tesis del dictador soviético, Josef Stalin, cuando Tito rompió con él en 1948.

"Eso no existió en otros países, al menos no en esa forma patológica con un esfuerzos sistemáticos del Estado de crear un lugar de tortura en el que unos (presos) torturaran a otros", analiza Cvetkovic.

"El año 1948 fue el del ataque de Stalin a Tito, del bloque soviético a Yugoslavia. El amenazado régimen yugoslavo se defendió con todos los medios y actuó con un energía feroz", opina el historiador Nebojsa Damjanovic, otro de los responsables de la exposición.

"Aplicaban todo lo que uno puede imaginar en torturas y humillaciones, y el acento estaba en humillar al ser humano", cuenta.

En las décadas posteriores, el régimen de Tito se hizo más benévolo y la dictadura menos represiva y dura que las de otros "hermanos" socialistas.

Yugoslavia se convirtió en el país más próspero del bloque socialista hasta que se descompuso en las guerras de la década de 1990.

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