Bendita sea el agua filtrada

Las colas son cada vez más largas. Los que esperan, cuando golpea el sol, ocupan los portales de los alrededores. (E. F)
Las colas son cada vez más largas. Los que esperan, cuando golpea el sol, ocupan los portales de los alrededores. (E. F)
Elvira Fernández

26 de septiembre 2014 - 11:30

Ciego de Ávila/"Esta agua te va a satisfacer por hoy. Jesús te satisface por la eternidad, ¿lo aceptas?", se lee encima de dos grifos, en uno de los lugares más útiles y que más se agradecen hoy por hoy en Ciego de Ávila. Es el punto de servicio a la población de agua filtrada, abierto por la Iglesia Evangélica Pentecostal en su templo "Voz de Júbilo. Asamblea de Dios", en el barrio La Guajira.

Aquí llueve con frecuencia, pero la ciudad sufre escasez de agua potable. La gente teme consumir el agua de la red del acueducto porque está casi siempre contaminada con residuos albañales, debido a la abundancia de roturas y salideros en las tuberías. Para la población, además, en un ambiente donde no prima la higiene, adquirir esta agua es una de las pocas oportunidades de prevenir enfermedades contagiosas, como el cólera, que parecen haber llegado para quedarse.

El moderno equipo de filtrado ha sido donado por una congregación evangélica de los Estados Unidos que se dedica a brindar este tipo de ayuda a países que sufren crisis humanitarias, como Haití. En Cuba mantienen funcionando unos cuarenta equipos similares. En la provincia avileña hay otro más en el templo pentecostal del municipio Venezuela.

El moderno equipo de filtrado ha sido donado por una congregación evangélica de los Estados Unidos

Cuatro días a la semana (martes, jueves, sábados y domingos) se abren las puertas del patio lateral del templo para todos, creyentes o no creyentes, entre las 2 de la tarde y las 11 de la noche. Al principio venían con pequeños pomos, pero en su mayoría ya se han hecho de tanquetas, tanques y grandes porrones porque, con un solo viaje y después de esperar tanto, intentan acumular el agua necesaria para varios días. Y las colas son cada vez más largas. Los que esperan, cuando golpea el sol, ocupan los portales de los alrededores.

La iglesia no da abasto y, como últimamente cae muy poca agua en la cisterna, tiene que pagar pipas a la Empresa de Comunales para poder mantener el servicio. Una mujer que carga varios pomos dice: "Tengo dos niños y me siento muy segura cuando garantizo esta agua. En mi casa ya nadie quiere tomar otra. Pero me preocupa, ¿y si esto desaparece?"

Ante la escasez, la demanda creciente y las dificultades, se expande el temor a la reducción del servicio. Ha aparecido un nuevo cartel en el portón de la iglesia que genera inquietud, puesto que anuncia un drástico racionamiento:

"Tenemos poca agua, pero queremos seguir ayudando con el agua filtrada, por tanto, mientras dure esta situación, solo se dará 5 litros por persona. Esperamos su cooperación, gracias. Dios les bendiga."

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