Central Colombia, un gigante que tarda en despertar

Central Colombia, Las Tunas. (14ymedio)
Batey del central Colombia en Las Tunas. (14ymedio)
Luz Escobar

04 de febrero 2017 - 17:31

La Habana/El pitazo del central Colombia volvió a sonar a finales de enero pasado, como un gigante que despierta del largo letargo de siete años en que estuvo sumido. Los residentes en la cercanía respiran aliviados: el motor impulsor de la economía local parece retornar a la molienda de caña de azúcar, pero los problemas técnicos y organizativos han demorado su arrancada.

Los directivos del coloso anunciaron hace tres semanas que todo estaba listo para que la industria se sume a la actual zafra. La prensa local anunció la arrancada para el 25 de enero, pero la ausencia de algunas piezas y otros retrasos han impedido cumplir con la meta. Los campesinos de los alrededores temen que su ingenio vuelva a quedarse parado, sumiendo al poblado en la somnolencia.

La industria azucarera marcó casi tres siglos en la vida nacional, fue la base económica principal de la Isla y determinó incluso el lenguaje, las costumbres y hasta una identidad muy vinculada al trapiche y la molienda. Pero lo que parecía un sector en ascenso sufrió duros reveses en las últimas dos décadas.En los años 90 del siglo pasado, tras la caída de la Unión Soviética, el país se dio de bruces contra la realidad de una agroindustria ineficiente, con una gran obsolescencia tecnológica y un mercado internacional donde cada vez ese producto nacional valía menos.

Los campesinos de los alrededores temen que su ingenio vuelva a quedarse parado, sumiendo al poblado en la somnolencia

Los recortes llegaron también hasta el central Colombia, que por su importancia en la producción muchos creyeron nunca pararía sus calderas. Rogelio, de 40 años y vecino del ingenio, recuerda como antaño al caer la tarde pasaba frente a su casa un desfile de “hombres harapientos con el machete en la mano, muy fatigados y llenos de tizne por la caña quemada”.

Afirma que “todos los días a las seis y media de la tarde llovía un bagacillo que obligaba a cerrar puertas y ventanas” y que aquello siempre “venía acompañado de un pitazo del central” que se oía en todo el pueblo.

Pero todo eso es historia antigua. La producción azucarera comenzó a deslizarse por la pendiente del fracaso. En junio del pasado año, Noel Casañas Lugo, vicepresidente del Grupo Azucarero Azcuba, reconoció que la producción de la pasada zafra solo llegó a un 80% del plan previsto y se quedó debajo de las 1,6 millones de toneladas de azúcar logradas en 2015.Colombia es uno de los cuatro principales núcleos urbanos de la provincia de Las Tunas y el ingenio comenzó a funcionar en 1916. De esa época vienen las grandes casas de madera construidas sobre pilotes y los recuerdos que las familias se transmiten de boca en boca sobre el poder de una maquinaria que no paraba de masticar caña en cada cosecha.

El conocimiento adquirido en largas horas de faena se fue traspasando entre generaciones sin que mediara escuela alguna y todo el poblado se volcó en su central. Latía al ritmo de la chimenea y parecía languidecer entre las zafras.El central tunero fue elegido por sus resultados productivos como “modelo piloto” para integrarse al plan de Perfeccionamiento Empresarial a finales del siglo pasado. Pero ni siquiera eso lo salvó de un cierre abrupto a inicios de este milenio. A sus trabajadores se les indicó entonces la tarea más difícil y para la que menos estaban preparados: dejar de producir azúcar.

Los campesinos y obreros intentaron paliar la situación sembrando papas y tabaco donde antes hubo caña, pero la mayoría quedó desempleada. El pueblo entró en pausa. Ni filas de obreros tiznados, ni bagacillo flotando en el aire… y mucho menos prosperidad económica.

En 2011 se diluyó el Ministerio del Azúcar y se creó el nuevo Grupo Azucarero AZCUBA, subordinado al Consejo de Estado. Pero la nueva institución no ha logrado revitalizar el sector, atenazado también por los bajos salarios, las dificultades técnicas y el éxodo del campo a los centros urbanos.

El mes pasado han venido desde otras provincias técnicos calificados para reajustar el complejo andamiaje industrial. Cada vez que un vecino angustiado pregunta por la fecha en que se reinician las labores, la respuesta es parca e imprecisa: “la semana próxima”.Para cumplir sus pronósticos productivos, la provincia de Las Tunas depende de que el Colombia se sume a la zafra, junto al ingenio Antonio Guiteras, que no pasa por su mejor momento, y el Majibacoa, que ha conseguido mantener una cosecha estable, según un reporte reciente de la prensa local.

El plan de 17.462 toneladas de azúcar se presenta como un desafío para una industria que sufrió un paro tan prolongado. El vandalismo dio cuenta de parte de la tecnología y también se perdió la mano de obra calificada. Los administradores han movilizado trabajadores veteranos y aseguran que “todos los puestos fundamentales del central están cubiertos”, según declaraciones a la prensa de Elido Núñez Suárez, jefe de mantenimiento industrial.

El pueblo parece vivir un carnaval. Como en una de esas fiestas populares en las que no se sabe si al final de la noche un gigante colorido y simpático aparecerá rodeado de luces y sonidos, o en su lugar volverá la oscuridad y el tedio.

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