El Costa del Sol ya no es para albañiles

Hotel 4. (14ymedio)
El hotel Costa del Sol. (14ymedio)
Héctor Darío Reyes

23 de septiembre 2015 - 09:28

Villa Clara/En la década de los noventa y hasta hace muy poco, el hotel Costa del Sol, en el antiguo puerto pesquero de La Boca, en Trinidad, recibía a obreros de la construcción de la provincia de Villa Clara. "El hotel de la constructora", como le decían, tenía habitaciones básicas para los trabajadores y sus familias que disfrutaban de las vacaciones de verano en la instalación.

Hace un tiempo este inmueble dejó de recibir huéspedes presuntamente por reparaciones extendidas. Un día, fue transferido a Cubanacán sin consulta ni aprobación de los empleados, que costearon la construcción del centro recreativo.

"Alguien" ha decidido que ese beneficio se acabó –comentó un conocedor del problema-, y se pregunta qué "oscuro interés" hay detrás de esta decisión. Mientras, otro enterado del asunto declara que "si es real que el hotel fue construido con el aporte monetario de los trabajadores, esa transferencia es un robo". Estos trabajadores deben ir a los tribunales y acusar a los "jefes", concluye.

La Boca, a cinco kilómetros de Trinidad, es el pueblo costero más cercano de la turística ciudad. No puede considerarse una playa, excepto por una sección de menos de 100 metros junto al río Boca. El resto son entradas de marisma que, sin embargo, gusta a pesar de sus guijarros, arena impura y suciedad.

Desde finales de los años noventa este poblado de pescadores comenzó a recibir un turismo nacional en las diferentes villas, hoteleras y casas de visita; pero en la pasada década el turismo extranjero también llegó.

El hotel pasó de recibir obreros de la construcción a recibir turistas sin que medien explicaciones a los obreros desposeídos

Por estar en la ruta hacia la playa de la Península de Ancón, única en su tipo en la costa centro sur de la Isla, muchos cubanos emprendedores compraron propiedades en este litoral y convirtieron las casas de los pescadores en hostales y casas de alquiler.

El hotel en sí es una fea construcción de prefabricado al estilo socialista que más parece una escuela interna que un sitio para vacacionar. Contaba con un comedor, un ranchón, una sala de juego-bar y numerosas habitaciones.

En su entrada había una estatua de un constructor recostado con casco y cuchara, como una alusión al merecido descanso. Ahora, el logotipo y los colores de Cubanacán señorean en la verja donde antes descansaban los albañiles. Banderines de plástico de varios países cuelgan en el salón.

El hotel pasó de recibir obreros de la construcción a recibir turistas sin que medien explicaciones a los obreros desposeídos. "Un tema para la tan publicitada agenda de concertación de los nuevos convenios colectivos de trabajo", comentó al respecto una entendida.

Se aceleraron sus reparaciones y ya está dispuesto al público –el que pueda pagar–. Seguramente, ninguno de los obreros que con parte de su salario costeó su construcción.

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