Julito, el ponchero caído en desgracia

La entrada a la ponchera de Julito cuando aún funcionaba. (Jorge Guillén)
La entrada a la ponchera de Julito cuando aún funcionaba. (Jorge Guillén)
Jorge Guillén

16 de diciembre 2015 - 19:12

Candelaria/Una mañana de 1998, un chofer desesperado tocó en la puerta de Julio Argüelles para preguntarle dónde reparar un ponche. Su auto no traía goma de repuesto y le faltaban más de 60 kilómetros para llegar hasta la ciudad de Pinar del Río. Fue así como este emprendedor radicado en las cercanías de Soroa descubrió el nicho de mercado al que dedicaría 17 años de su vida.

Julito, como le dicen sus amigos, hizo las mínimas inversiones, acomodó un local y obtuvo una licencia de cuentapropista. La Gaceta Oficial n.27 extraordinaria de septiembre de 2013 recoge la ocupación de "operador de compresor de aire, ponchero o reparador de neumáticos", en la lista de las actividades permitidas bajo el régimen de trabajo no estatal.

Después de un tiempo de reparar ponches, Julito decidió abrir también una planta de fregado que brindaba servicio no solo a los viajeros que discurren por el lugar, sino también a los pobladores de los municipios Candelaria y San Cristóbal. A pocos metros, en el entronque que conduce al poblado de Soroa, vegetaba la gasolinera estatal donde ni siquiera aún se le puede echar aire a un neumático.

Otros vecinos del lugar, al ver el éxito de Julito, decidieron montar dos cafeterías en las cercanías del próspero negocio. Las ofertas de pan con jamón a diez pesos cubanos competían en franca ventaja con la cafetería estatal de la gasolinera Cupet, donde esa misma oferta supera el precio de 1,60 pesos convertibles. Todo marchaba viento en popa para los emprendedores de la zona hasta que "llegó el comandante y mandó a parar", ironizan ahora los vecinos.

A pesar de que Julito presentó al oficial del Minint todos los documentos que lo acreditan como trabajador por cuenta propia, no ha podido reabrir su negocio

Hace poco más de un mes, las cafeterías, la planta de fregado y la ponchera abrieron como de costumbre, hasta que se presentó un teniente coronel del Ministerio del Interior (Minint) que ocupa el cargo de segundo jefe de ese organismo en Artemisa. Sin que mediara justificación alguna, dio la orden de cerrar todos los negocios porque argumentó que alrededor del Cupet ocurrían "muchas ilegalidades" y estaba decidido a terminar con ellas.

En las cercanías de la gasolinera de Soroa ha proliferado en los últimos años el mercado negro debido a la alta afluencia de turistas al lugar. Desde vendedores de maní en barra, pan con jamón, cuchillos, orquídeas, discos con música, filmes o seriales televisivos -sin licencia para comerciar esas mercancías- hasta quienes ofertan servicios de prostitución enfocados en los clientes extranjeros.

A pesar de que Julito presentó al oficial del Minint todos los documentos que lo acreditan como trabajador por cuenta propia, no ha podido reabrir su negocio. "Tengo esa ponchera hace 17 años y nunca tuve problemas, y llevo dos años con la planta de fregado". El emprendedor explica que todo su negocio está en regla: "Aquí vinieron Planificación Física y la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) y dicen que todo está bien", explica. Sin embargo, los inspectores de esa entidades también reconocen "que no tienen nada que ver con la decisión" del teniente coronel y no pueden hacer nada para echarla atrás.

Félix Argüelles, sobrino del ponchero, es dueño de uno de los locales de venta de comida que habían prosperado en las cercanías del negocio de Julito. "Desde el 2011 tengo mi cafetería, con todos los papeles en regla, ¡cómo voy a estar ilegal aquí delante de todo el mundo!", asegura. El hombre reconoce que muchos van ahí "a vender sin papeles", pero opina que "ahora, quien trabaja honradamente es el que está pagando los platos rotos".

El Minint no quiso ofrecer a 14ymedio comentarios sobre el cierre de los comercios y locales privados de la zona, que también ha afectado a choferes y viajeros. Ahora, el llamado "entronque de Soroa" es el lugar donde Julito ya no puede brindar su servicio a quienes llegan con un neumático roto o un auto por fregar.

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