Vecinos de Camagüey logran la paralización de las obras de la vivienda de una funcionaria

Los residentes de la Plaza Santa Ana protestaron durante un mes por la asignación de un espacio yermo a una oficial del Ministerio del Interior

Vista del edificio y área deshabitada. (Pedro Amado Junco)
Vista del edificio y área deshabitada. (Pedro Armando Junco)
Pedro Armando Junco

13 de septiembre 2016 - 09:26

Camagüey/La lucha de una pequeña comunidad de vecinos de Camagüey contra la asignación de un solar a una oficial del Ministerio del Interior que arrinconaba su edificio ha dado como resultado una pequeña victoria al lograr la paralización de las obras de la vivienda de la nueva propietaria.

Desde 2001 existía un terreno ocioso a unos 200 metros de donde se presume que fue levantada la primera vivienda de la ciudad, hace 500 años. Como el área era extensa, y ante el evidente deterioro de una vieja edificación multifamiliar, a finales del los años noventa se proyectó al fondo una novedosa construcción de cinco plantas con 10 apartamentos, se conformó una microbrigada de constructores, provenientes en su mayoría del edificio en deterioro, y se realizó la obra. Concluido y habitado el joven inmueble, la vieja casona colapsó, dejando un vacío solariego al frente y la nueva urbanización al fondo.

Durante más de 15 años han sido muchas las solicitudes de fabricación en la céntrica área, pero todas fueron denegadas. A partir de entonces, el espacio vacío ha servido solo como eventual vertedero.

El lugar linda al este con el cine América, emblemático salón que en los años cincuenta ostentaba la belleza de los más acogedores establecimientos de recreo, y al oeste con la Plaza Santa Ana y su iglesia homónima, con más de 300 años de existencia, el más longevo templo de la ciudad.

Durante más de 15 años han sido muchas las solicitudes de fabricación en la céntrica área, pero todas fueron denegadas

En los primeros días del mes de agosto, para sorpresa de los lugareños, en reunión de vecinos se informó de que el área ociosa había sido otorgada a una alta oficial del Ministerio del Interior. Casi de inmediato, un personal supuestamente calificado delimitó un extenso perímetro para la construcción de una vivienda particular para la oficial. Muchos miembros de la comunidad criticaron el "excesivo" uso de espacio –alrededor de 250 metros cuadrados–, e incluso se produjo un intercambio de palabras malhumoradas entre una vecina del edificio y un familiar de la beneficiada. Al día siguiente aparecieron motos cargadoras y camiones para limpiar el área y se hicieron excavaciones delimitadoras, dejando solo algunos metros de espacio como salida a los habitantes del edificio multifamiliar del fondo.

El reclamo no se hizo esperar. Los vecinos del edificio arrinconado y algunos otros de la comunidad redactaron una carta de protesta al Gobierno municipal con más de 20 firmas. El delegado de la circunscripción, cariñosamente llamado Angelito, dio incondicional apoyo a la protesta de los conciudadanos y dijo sentirse relegado en su cometido por no haberse tenido en cuenta su criterio como autoridad de base en la zona. En la misiva, los vecinos argumentaban no solo que una edificación sobresaliente eclipsaría por completo la vista del hermoso edificio multifamiliar cuyos rombos de colores embellecen el ámbito de este perímetro de la ciudad, sino que el estrecho pasillo que les consentían como salida lo convertía en una ciudadela oculta y pésimamente comunicada con la calle. Adujeron, además, que en el caso de una emergencia médica, un incendio, o cualquier otra necesidad, en tan estrecho espacio le sería muy difícil entrar y maniobrar a una ambulancia y, menos aún, a un carro de bomberos.

El doctor Armando Balaguer, promotor de la queja, se personó ante el presidente municipal del Gobierno y, según afirma, no fue tratado con la benevolencia esperada. El funcionario alegó que la compañera oficial Liduvina Gay Pérez merecía la donación de ese terreno por su abnegación como jefa de la cárcel de mujeres de Camagüey. Balaguer recalcó que el reclamo de los vecinos del lugar no era en oposición a la persona beneficiada por la donación, sino en demanda por los derechos ciudadanos de toda esta pequeña comunidad de familias que cuenta, no solo con la voz y el voto legítimo de su delegado, sino incluso, con más de 10 familias afectadas en las que cuentan cinco médicos, la mayoría de ellos internacionalistas.

La Oficina del Historiador de la Ciudad no había dado el visto bueno a la donación

Además, que, a pesar de que ese terreno es propiedad estatal, los vecinos del edificio lo sienten como propio y, en demanda de un aventajado sentido de pertenencia, desean que allí se construya un parque de recreo; o un biosaludable para combatir la obesidad o un área deportiva infantil, cercada para los niños del barrio carentes hasta ahora de espacio para sus juegos extraescolares. Esta primera discusión resultó un fracaso.

Sin entregarse a la derrota, Balaguer reunió a varios vecinos del edificio y, junto al delegado de la circunscripción, volvieron en grupo apretado como la plata en la cordillera de los Andes por segunda vez a la oficina del presidente del Gobierno municipal. Después de algunas investigaciones por cuenta propia, supieron que la Oficina del Historiador de la Ciudad, entidad suprema en este tipo de casos, no había dado el visto bueno a la donación, lo que podría indicar que el obsequio tiene sus raíces directamente en el Gobierno municipal con la anuencia del Departamento de Planificación Física.

Después de la limpieza del terreno, las excavaciones para dados y las estaquillas delimitadoras, la obra se ha detenido. Al parecer las vías transitadas para la construcción de la vivienda no eran las más correctas y acordes con los intereses estéticos de la ciudad.

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