El campo se da cita en La Habana

Un trabajador peina un caballo antes de la subasta. (14ymedio)
Un trabajador peina un caballo antes de la subasta. (14ymedio)
Víctor Ariel González

19 de marzo 2015 - 10:09

La Habana/Es la hora del almuerzo y en la feria de Rancho Boyeros todo el mundo está buscando cómo esconderse del sol. Puede que en los pabellones se negocien importantes acuerdos o que los criadores hayan traído lo mejor de sus establos; pero la verdadera actividad parece transcurrir afuera, donde están los chiringuitos de comida al carbón, el ron barato y los entretenimientos.

Aquí siempre es igual, lo mismo si se trata de una muestra de ganado porcino que de una feria comercial agroindustrial como la que se desarrolla este mes. Fiagrop 2015 –nombre del actual evento– comenzó oficialmente el pasado lunes 16 y terminará el sábado 21, aunque un vendedor de artículos escolares asegura que desde el sábado pasado ya habían comenzado las actividades. A su lado se hallan puestos de souvenirs, carteles, y todo lo que suele verse en cualquier feria hecha en Cuba, ya sea agrícola o literaria.

Las instalaciones de Rancho Boyeros han sido retocadas tímidamente, si bien la prensa oficial mencionó un "amplio plan de mantenimiento y reparación" en el recinto ferial. Se ha dado a conocer que para esta edición de Fiagrop se han reunido 23 empresas extranjeras y 48 nacionales, superando la asistencia del año pasado.

Para esta edición de Fiagrop se han reunido 23 empresas extranjeras y 48 nacionales, superando la asistencia del año pasado

Se supone que este evento constituye una ocasión para mostrar, entre otros, "productos y servicios que apoyan la gestión comercial de las entidades vinculadas a la producción de alimentos", informaba AIN el mismo día de la inauguración. Sin embargo, es imposible para el público en general acceder a donde exponen las empresas extranjeras. Según la portera de uno de los recintos, para ello es imprescindible portar credencial o invitación, y hasta el próximo viernes la entrada quedaría sujeta a este requisito.

El apartheid expositivo se muestra aún más claro cuando se compara la cantidad de visitantes deambulando por una zona y por otra. Los pabellones se hallan prácticamente vacíos, a diferencia del resto de la feria, y la razón es evidente. Sin adentrarse, ya desde la puerta de las salas –climatizadas, para mayor contraste con el ambiente exterior– se adivina la variedad de productos que han traído participantes mundialmente conocidos como Delaval, Bayer o Bellapharm. Se trata de otro mundo muy bien delimitado por el tipo de presentación, como si se celebrasen dos ferias en una.

Lejos de esos edificios, varios campesinos de todo el país muestran sus crías y productos artesanales. Walter, un ganadero de Sancti Spíritus, describe el proceso para participar: "por suerte nos ponen el transporte para traer los animales", explica. Sus vacas de exposición lucen perfectamente, pero se queja de que "la seca [sequía] está acabando" con su provincia, que las presas están vacías y hay poca hierba, por lo que muchos animales están flacos. Por suerte, dice, varios centrales azucareros han estado brindando mieles y bagazo "pa' ir tirando con la alimentación".

La feria es un lugar de encuentro para este tipo de ganaderos. El mismo Walter espera que las perspectivas abiertas con el acercamiento entre Cuba y EE.UU. den posibilidades de "mejorar en algo".

En la explanada donde se exhibe la maquinaria agrícola pueden verse tractores de todos los tamaños, completamente nuevos y equipados, pero no están a la venta. En cambio, son "asignados" a entidades o personas seleccionadas, según explica una responsable del área, o sencillamente propiedad de empresas estatales. Contra ese tipo de control y exclusivismo, poco pueden hacer los privados.

Álvaro señala un hermoso caballo de raza “cuarto de milla” por el que la apuesta inicial se sitúa nada menos que en 3.000 CUC. “¡Y se vende!”

A la feria asisten como público aquellos que no encuentran muchos otros lugares a donde llevar a sus familias. Al fondo de este complejo que incluye los pabellones, rodeo y potreros, hay todo tipo de entretenimientos para niños. Las variedades son propiedad de particulares, y van desde carruseles hasta carreras de motos.

También vienen quienes buscan precios algo mejores para divertirse a su manera. Un litro de ron cuesta 75 pesos, pero sólo es posible adquirirlo hasta las seis de la tarde debido a que la policía –muy abundante por toda la feria– prohibió la venta después de ese horario. Abundan los quioscos de comida y por los altoparlantes suenan indistintamente puntos guajiros o rancheras mexicanas.

Una de las posibilidades para los campesinos aquí es la subasta de animales, que podría calificarse como una de las atracciones principales. En las cuadras, un joven trabajador de nombre Álvaro señala un hermoso caballo de raza "cuarto de milla" por el que la apuesta inicial se sitúa nada menos que en 3.000 CUC. "¡Y se vende!", asegura el entrevistado mientras cepilla a otro ejemplar.

Todo el lugar es abundante en toques surrealistas, abigarrados más bien. No sólo se nota la diferencia entre expositores nacionales y extranjeros, sino que todo este bullicio justo detrás del aeropuerto de La Habana, donde de tanto en tanto despega o aterriza un escandaloso avión, da la impresión de un pedazo de campo arrancado y traído de lejos hasta una ciudad contaminada.

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