El estrés, nueva fuente de negocio

Spa o2, uno de los establecimientos de este tipo que están proliferando en La Habana. (Luz Escobar/14ymedio)
Spa 02, uno de los establecimientos de este tipo que están proliferando en La Habana. (Luz Escobar/14ymedio)
Luz Escobar

21 de agosto 2015 - 22:51

La Habana/La imagen de Cuba como un país con gente siempre distendida y ajena al curso del reloj dista mucho de la realidad. El estrés cotidiano va en aumento por estos lares, en especial entre quienes llevan la carga económica de una familia, tratan de sacar un negocio adelante o trabajan con jefes exigentes. Para paliar la tensión, afloran espacios y servicios que prometen una relajación efectiva y "un cuerpo renovado".

Técnicas como el masaje, la acupuntura, el taichi o el yoga son algunas de las más populares entre quienes buscan sacudirse las preocupaciones y el cansancio corporal. Para los que pueden pagar más, han surgido las saunas y los jacuzzi, aunque la gran mayoría de la población sigue apelando al banco de un parque o al rítmico balanceo de un sillón para alejar la ansiedad.

“Miraba a mi abuela cuando sobaba a alguien para quitarle un empacho y aquello me fascinaba”

A Gilberto sus clientes le dicen "manos de oro", porque "donde pongo los dedos no hay dolor, nudo o malestar que se mantenga", cuenta orgulloso de sí mismo. Se graduó hace casi dos décadas de médico general integral y después se especializó en fisiatría, algo que siempre le gustó desde niño. "Miraba a mi abuela cuando sobaba a alguien para quitarle un empacho y aquello me fascinaba", cuenta este cienfueguero que se instaló hace años en La Habana.

Ahora tiene su propio negocio, pero después de un largo periplo por las instituciones de salud estatales. "Estuve en un policlínico y allí conocí a muchos de los clientes que siguen conmigo ahora", cuenta. "Aquella sala de fisiatría fue una escuela y no sólo por lo que aprendí, sino por los mil y un inventos que teníamos que hacer para poder prestar servicio", recuerda Gilberto. Un día la suerte dejó de estar de su lado.

"Le di un masaje a una mujer joven y me salté el protocolo de tener una enfermera presente en la sala, porque ese día teníamos poco personal", detalla como el motivo de su salida del sector estatal. "Después ella me puso una denuncia por supuestamente haberme propasado con las manos y me pusieron una sanción que no firmé". Pocos meses después ya estaba otra vez atendiendo clientes, pero en esta ocasión "por la izquierda".

En la lista de sus más fieles parroquianos hay desde empleados de la recién reinaugurada embajada de Estados Unidos, hasta escritores

"Ahora gano diez y hasta quince veces más de lo que me pagaban en aquel policlínico", asegura. Un selecto grupo de clientes pone sus cuerpos en manos de este diestro masajista para que les haga olvidar la dura jornada laboral. En la lista de sus más fieles parroquianos hay desde empleados de la recién reinaugurada embajada de Estados Unidos, hasta escritores con libros publicados en el extranjero. "Le cuentan a sus amigos y después ellos me llaman para contratarme", explica.

Si hace unos años las ofertas de relajación estaban enfocadas en diplomáticos, deportistas y una élite social con moneda convertible, ahora el consumo de estas prácticas se ha extendido. "Tengo un par de clientes que tienen un restaurante privado y cada noche terminan muertos de cansancio; sin mi ayuda no podrían mantenerse en pie". Los trabajadores por cuenta propia del sector gastronómico y de alojamiento demandan las terapias anti estrés e invierten parte de sus ganancias en ellas.

Pero también hay casos como el de Lucía, secretaria en una firma con capital mixto y atada a su teléfono móvil para recibir las órdenes de su jefe desde Valencia. "Cuando empecé en este trabajo pensé que me iba a volver loca, no paraba, no tenía vida y los fines de semana me los pasaba en la cama durmiendo". Ahora asiste al Spa O2 en Nuevo Vedado, cerca del Zoológico de La Habana, donde puede optar por un rato en la sauna, masajes o hacer hércules. "Soy otra persona", concluye.

El lugar está lleno de celebridades y gente de cine o televisión. "Lo mismo me encuentro con la cantante Liuba María Hevia que con el último rostro femenino de la telenovela cubana", detalla Lucía, quien esta semana optó por un masaje reductivo y parafina. "Tengo que hacer todo esto antes de la próxima semana, porque el valenciano viene y me tiene que encontrar nueva de paquete, lista para el trabajo".

Los trabajadores por cuenta propia del sector gastronómico demandan las terapias anti estrés e invierten parte de sus ganancias en ellas

El mercado de objetos pensados para la relajación también va en aumento. "Vendo un colchón con ocho puntos de masaje para el cuerpo, en especial el cuello, la espalda, nalgas y piernas", ofrece en el sitio digital Revolico, un vendedor llamado Santiago que quiere 150 pesos convertibles por su peculiar objeto. Las llamadas camillas de masaje también son muy demandadas y algunas de las que se venden en el mercado informal han sido sustraídas de hoteles y hospitales.

Por diez pesos convertibles Gilberto ofrece un masaje corporal intenso y por el mismo precio pone a mover sus pulgares y hace una terapia shiatsu. "También tengo en el catálogo masaje reductivo, con piedras calientes y linfático", puntualiza. "Es una ventaja que sea médico porque conozco muy bien la estructura del cuerpo humano, la posición de los músculos, tendones y las cuestiones óseas".

El cine y la televisión también han contribuido a un aumento en la demanda de estas terapias. "Hay mujeres que llegan y me dicen que quieren que les haga la misma técnica que vieron en una telenovela... Se creen que yo soy adivino o que me paso el día pegado al televisor", ironiza el fisiatra. "Estoy tratando de aumentar el catálogo y voy a contratar a una amiga especialista en reflexología", dice este emprendedor nato.

Sin embargo, Gilberto no ha querido regularizar su situación y sacar una licencia de masajista que le permita hacer su trabajo de forma legal. Su sueño es "abrir un spa propio con sauna y jacuzzi", aunque no descarta otra opción: "Si la cosa sigue como va, creo que me iré con mis manos de oro a otro país".

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