Las grandes remesas agotan el efectivo en Western Union

La incapacidad del Banco Central para gestionar el aumento de la demanda dificulta cada vez más el cobro de los envíos de dinero que llegan desde Estados Unidos

Un cliente mira a través del cristal de una sucursal de Western Union en La Habana para averiguar si puede cobrar en efectivo una remesa. (14yemdio)
Un cliente mira a través del cristal de una sucursal de Western Union en La Habana para averiguar si puede cobrar en efectivo una remesa. (14ymedio)
Marcelo Hernández

31 de enero 2018 - 17:35

La Habana/Carmen Moya se pone sus zapatos más cómodos, esos que envió el hijo desde Nueva Jersey con una advertencia "solo para ocasiones especiales". Ahora los usa para ir de un local a otro de la Western Union en busca del dinero que el joven le manda, pero la falta de efectivo pone a prueba su paciencia y la calidad del calzado.

Este martes "solo con un buchito de café en el estómago", Moya recorrió ocho locales de la empresa estadounidense de transferencia de dinero en la capital cubana. "Me moví en tres municipios: Cerro, Plaza de la Revolución y Centro Habana para poder cobrar menos de 100 CUC", lamenta la jubilada que desde hace una década recibe puntualmente esa ayuda. A las largas colas que han caracterizado los puntos de cobro de remesas desde hace años se ha sumado ahora un nuevo problema.

"Tenemos menos efectivo porque cada vez vienen más clientes a cobrar grandes sumas", apunta un empleado de la Western Union del Vedado que prefirió el anonimato. Hace unos días un señor cobró dos remesas de casi 5.000 CUC cada una para comprarse una casa", cuenta.

Actualmente, por cada 100 dólares enviados se reciben en Cuba 89,90 CUC y por 200 dólares, 179,80 CUC. Desde 2010 no existe límite para la cantidad de dinero que puede enviarse a la Isla

Actualmente, por cada 100 dólares enviados se reciben en Cuba 89,90 CUC y por 200 dólares, 179,80 CUC. Desde 2010 no existe límite para la cantidad de dinero que puede enviarse a la Isla como ayuda familiar y cobro de herencias.

"Llevo trabajando en la WU casi desde sus inicios en Cuba y nunca había visto tanta gente cobrando grandes sumas, porque al principio lo que tramitábamos eran remesas que no pasaban de los tres dígitos", agrega. "Ahora por aquí se canalizan desde los pagos a los arrendadores de Airbnb, pasando por el dinero de la venta de cuadros de pintores en el extranjero, inversiones para negocios y efectivo para adquirir autos o viviendas".

El empleado lamenta que esa subida en el monto de las remesas y el volumen total de envíos no haya venido aparejada de "una mejor organización" para que el Banco Central entregue efectivo.

"Después de caminar toda la mañana y parte de la tarde", Moya solo pudo cobrar en el local de la Western Unión de la Plaza de Carlos III.

Llegó un poco después del mediodía, con los pies adoloridos y un rictus de molestia en la boca. Pidió el último en la cola y no quiso moverse "ni para ir al baño" por temor a perder su turno. Más de tres horas después, muchos de los que estaban delante se habían ido porque la oficina no tenía efectivo y "el camión del dinero" no llegaba.

Sin embargo, con el paso de los años son frecuentes las "caídas" de su sistema informático y la falta de efectivo que afecta a sus 490 locales

La empleada del lugar, estresada ante los continuos reclamos de los clientes que se quejaron tras haber recorrido varias sucursales sin éxito, gritó cerca de las cuatro de la tarde: "Me han llegado solo 900 CUC y voy a repartir hasta que se acaben, después de eso no puedo hacer más nada porque no hay dinero".

La labor de Western Union, que opera desde 1990 en la Isla, era alabada por sus clientes por la seriedad y puntualidad en las entregas. Sin embargo, con el paso de los años son frecuentes las "caídas" de su sistema informático y la falta de efectivo que afecta a sus 490 locales, distribuidos en las 16 provincias y los 168 municipios del país.

La mayoría de las personas que hacían ayer la cola en la Plaza de Carlos III eran de la tercera edad, jubilados que no podrían llegar a fin de mes con su exigua pensión -unos 20 CUC en muchos casos- y la completan con la ayuda de sus familiares emigrados.

A pesar de los años y el cansancio, el grito de la empleada desencadenó un efervescencia que se tradujo en empujones, codazos, gritos y peleas de quienes reclamaron que nadie se colara y que la fila se organizase para que hubiera dinero para todos.

La pequeña trifulca ganó intensidad en la medida en que los billetes se deslizaban de la mano de la cajera hacia los pocos afortunados que lograron cobrar. Sobre las cabezas de los que peleaban a gritos o reclamaban que llegase algún representante de la WU a explicar qué ocurría, brillaba un cartel con la frase "su dinero al instante".

A mediados de 2016 los clientes frecuentes de la WU en la Isla creyeron que la situación iba a mejorar cuando la administración de Barack Obama autorizó que la empresa hiciera transferencias de dinero a Cuba desde cualquier país, algo que estaba reducido a Estados Unidos hasta ese momento.

"Pensé que me iba a poner las botas porque mi hija vive en Panamá", cuenta Rosendo, de 75 años y que este martes estaba en la fila de la WU en la Plaza de Carlos III. La primera transferencia tras el levantamiento del veto se hizo justamente desde ese país. Las ilusiones del jubilado estaban en su punto máximo.

"Cuando termino, he pagado tantos almendrones, meriendas y refrescos para completar el periplo que ya he gastado por adelantado parte del dinero"

Poco después, Rosendo comenzó a lidiar con las dificultades de cobrar el efectivo. "Esto es un dolor de cabeza y tengo que dedicarle al menos dos días para lograr cobrar", explica a este diario. "Cuando termino, he pagado tantos almendrones, meriendas y refrescos para completar el periplo que ya he gastado por adelantado parte del dinero".

Rosendo fue de los que se quedó sin poder cobrar este martes. Antes de dar la espalda al pequeño cubículo de la WU en el mayor centro comercial de la capital sentenció: "Le voy a pedir a mi hija que me lo mande con mulas porque esto no lo aguanto más".

Muchas agencias privadas de envío desde EE UU y otros países con gran presencia de cubanos utilizan a viajeros para transportar mercancías, medicinas y dinero a la Isla. "Con nosotros su dinero llegará en pocas horas a las manos de su familia", reza uno de los cientos de anuncios que difunden estos servicios en webs y sitios de clasificados.

"Se acabó", grita la empleada para que se escuche a lo largo de uno de los pasillos de la Plaza de Carlos III antes de cerrar la taquilla. La mayor parte de la cola no había podido conseguir ni un centavo y las posibilidades de conseguir su dinero ese día se evaporaron. "Esto ya está como la cola de los pasajes para viajar a provincia o de las farmacias, que hay que llegar de madrugada", grita un anciano que asegura que solo iba a cobrar 50 CUC.

Muchas agencias privadas de envío desde EE UU y otros países con gran presencia de cubanos utilizan a viajeros para transportar mercancías, medicinas y dinero a la Isla

La multinacional no puede desligarse de los problemas que lastran el sistema bancario y financiero de la Isla. "Las Cadecas (cajas de cambio oficiales) tienen el mismo problema, que les llega muy poco efectivo cada día", comenta a 14ymedio el empleado de la WU del Vedado.

"Nos está llegando muy poco dinero y el número de clientes ha crecido mucho en los últimos años", apunta el trabajador. "Los peores días son los lunes, aunque también tenemos serios problemas cuando se acercan festividades, un fin de año o el Día de los Enamorados (San Valentín), que ya lo tenemos cerca".

En 2016 la cifra de remesas enviadas a la Isla marcó un hito histórico de 3.450 millones de dólares, según un estudio realizado por The Havana Consulting Group (THCG), con sede en Miami. Los expertos estiman que los envíos de dinero rondaron los 4.000 millones en 2017.

El aumento de la emigración, sobre todo en 2015 y 2016, también ha contribuido a que crezcan los envíos, además de las ayudas e inversiones procedentes de EE UU para abrir negocios privados, tras las flexibilizaciones al trabajo por cuenta propia en la Isla.

Carmen Moya, que recibió el calzado enviado por su hijo, se siente afortunada por el momento. "Hay otros que quisieran tener este problema porque no reciben ni un centavo de afuera", matiza. Al salir de la Plaza de Carlos III su apuro es especial. "Tengo que irme rápido para la casa para descansar, ir al baño, tomar agua y quitarme estos zapatos, que son los de las largas caminatas".

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