"La importancia de Fidel es hoy igual a la de la momia de Lenin", dice el escritor Amir Valle

El escritor Amir Valle. (Foto EFE/Archivo)
El escritor Amir Valle. (Foto EFE/Archivo)
Alfredo Valenzuela

24 de octubre 2015 - 20:03

Sevilla/(EFE).- Desde el día que Fidel Castro cedió el poder a su hermano Raúl "ha ido muriendo y su importancia para este mundo que creyó a sus pies es hoy igual a la de la momia de Lenin en el Kremlin", ha dicho a Efe Amir Valle, ganador del Premio Mario Vargas Llosa con una novela en la que Fidel Castro ya ha muerto.

"Las palabras y los muertos", publicada por el sello cordobés Almuzara, ha sido elogiada por los premios Nobel Herta Müller y Vargas Llosa y es un repaso a los 40 años de castrismo a cargo de uno de sus guardaespaldas más fieles, quien evoca ese largo periodo a la muerte de su jefe.

"Mi tesis siempre fue que Fidel se encerró tanto en su burbuja de poder omnímodo que, cuando cediera una sola pizca de su poder, cavaría su propia tumba", cosa que hizo en 2006, al "ceder su reino a Raúl Castro", ha dicho Valle, quien reside en Berlín y a quien el régimen cubano ha tratado de denigrar por esta novela: "Según ellos, yo serví de mercenario al imperio que me encargó que la escribiera; me dieron el premio Vargas Llosa de novela como pago".

Según Valle, no se debe confundir la "idea luminosa" e inicial de la revolución con "el engendro castrista" en que aquélla devino: "Aquella revolución por la que, antes de 1959, todas las tendencias ideológicas y políticas cubanas se unieron contra el dictador Batista sigue siendo un sueño hermoso y posible; una Cuba próspera y más humana para todos los cubanos, un ejemplo de prosperidad y humanismo para el mundo. Pero fue traicionada por Fidel Castro".

De los daños del régimen ha señalado: "Una dictadura lo es porque controla todos los ámbitos de una sociedad, y aunque lo que más se ve son esos abusos públicos, el daño mayor está en las desviaciones y traumas que provoca en las zonas menos visibles, más íntimas de esa sociedad y sus individuos".

Y a por qué duran más las dictaduras de izquierdas que de derechas, ha contestado que "porque la humanidad no acaba de acostumbrarse a la idea de que el lobo feroz y el lobo feroz disfrazado de oveja son una misma cosa".

"Hoy Raúl y sus herederos, la nueva elite, el neocastrismo, pretenden eternizar con el engaño ideológico de la defensa del socialismo como mundo mejor (...)"

Valle ha explicado el hecho de que en países libres y prósperos haya partidos queriendo instaurar regímenes como el cubano en "la necesidad de defender los sueños en este mundo horrible que vivimos; cuando hablas con quienes tienen esa pretensión descubres que siguen mirando la pureza que hubo en aquella revolución cubana, la originaria, y, en pos de ese sueño, cierran los ojos y los oídos ante la evidencia del desastre social, político, ideológico y humano".

"Hoy Raúl y sus herederos, la nueva elite, el neocastrismo, pretenden eternizar con el engaño ideológico de la defensa del socialismo como mundo mejor en una isla que avanza aceleradamente hacia un capitalismo voraz donde esos neocastristas serán los nuevos amos capitalistas", ha añadido.

A si el compromiso ha dejado de ser patrimonio de la izquierda, el escritor ha contestado con otra pregunta: "¿Es que existe hoy la izquierda?", para responderse: "Me considero un hombre de izquierda y me resisto a aceptar como tal todas esas variantes, herederas del estalinismo, enfermas de una perniciosa ceguera y falta de diálogo ideológico, que hoy se asumen y proclaman de izquierda".

"El asesino de los mejores ideales humanos encarnados en el verdadero pensamiento de izquierda ha sido la propia izquierda internacional cuando ha tenido el poder", ha añadido.

En su novela se habla mucho de "cojones", de ahí la pregunta de si la revolución estaba sobrada de testosterona: "Fue y es una revolución machista, y justo ese fue uno de sus primeros encantos: aquellos guerrilleros barbudos, viriles, que habían echado a patadas del poder a un dictador, encarnaban el macho latino".

Aunque, ha señalado, muchas mujeres pudieran suspirar por aquellos barbudos, "nadie pensó entonces en el desastre social y moral que podía generar ese heroico exceso de testosterona; el desaliño, la tosquedad y la fuerza bruta se instauró como modelo social y destruyó una de las sociedades más finas y educadas de América; y miles de homosexuales tuvieron que escapar del país o fueron a parar a campos de concentración".

Cuando se le recuerda que Cabrera Infante murió sin cumplir su deseo de dar un paseo por La Habana, responde: "Quienes me desterraron en el 2005 de Cuba me cumplieron el deseo de ser un ciudadano del mundo. La Cuba que viví sólo existe en mi memoria y esa, que no es en lo absoluto la Cuba hundida en el oprobio por el castrismo sino esa Cuba de esencias que aflora en mis libros, nadie ha podido arrebatármela, va conmigo a todas partes".

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