En sus marcas, listos... Trump

Terminal 3 del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana. (14ymedio)
Muchos cubanos deben deshacerse de todas sus propiedades para poder pagar un boleto de avión y emigrar por vía aérea. (14ymedio)
Marcelo Hernández

21 de diciembre 2016 - 14:08

La Habana/Dar la vuelta a la cuadra con una maleta en la mano se ha sumado a los rituales de fin de año, como una súplica para conseguir un viaje fuera del país. Muchos cubanos temen, sin embargo, que la situación se va a complicar con la próxima llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

El presidente electo de EE UU ha sido tan contradictorio en sus declaraciones sobre Cuba que no se sabe lo que ocurrirá entre ambos países una vez se instale en el despacho oval. La población en la Isla parece menos preocupada por un posible retroceso en el deshielo diplomático que por la pérdida de sus privilegios migratorios.

El debate sobre la derogación de la Ley de Ajuste, que otorga facilidades para los migrantes cubanos que llegan a territorio norteamericano, le quita el sueño a muchos este fin de año. Los consulados extranjeros en La Habana, especialmente de países de América latina y Europa, viven un repunte de solicitudes de visado.

Los consulados extranjeros en La Habana, especialmente de países de América latina y Europa, viven un repunte de solicitudes de visado

"No damos abasto", comentó a 14ymedio el custodio de la sede consular mexicana en la barriada de Miramar. A las afueras del lugar, Roberto, quien prefiere no decir su apellido, logró un visado temporal para llegar a tierra azteca. Este jueves tomará un vuelo a Cancún, el más barato que conecta los dos países. "Estoy contra reloj", dice mientras realiza los trámites burocráticos previos al viaje.

A Roberto le queda un largo trayecto plagado de obstáculos y peligros para alcanzar la frontera estadounidense, pero se siente confiado. "Mi hermano que vive en Miami va a ayudarme y pagará todo el camino", explica. "Será mucho más caro, porque tengo que llegar antes del 20 de enero", asegura.

La fecha de toma de posesión de Trump se ha convertido en la meta de una carrera maratónica para miles de cubanos. Gente que en los últimos meses ha liquidado sus propiedades, gestionado un visado y se prepara para partir.

La mayoría de los consulados cierran sus puertas a finales de diciembre por vacaciones de Navidad, un elemento que ha contribuido al desespero.

Las salidas en balsa también han aumentado. La Guardia Costera de Estados Unidos informó recientemente que desde el 1 de octubre pasado, cuando se inició el año fiscal, cerca de 1.000 cubanos han intentado entrar ilegalmente en el país por vía marítima. Durante el año fiscal de 2016, que finalizó el pasado 30 de septiembre, la cifra alcanzó los 7.411, frente a los 4.473 del mismo periodo de 2015.

Con este invierno excepcional, sin frío y con un mar libre de huracanes, muchos cubanos emprenden la ruta hacia Florida en rústicas embarcaciones. El Gobierno de Raúl Castro redobla por estas fechas la vigilancia sobre las zonas costeras, pero los balseros eligen para partir lugares remotos, entre manglares o dientes de perro.

"No sé si Trump nos conviene o no, pero no me voy a quedar aquí para averiguarlo", asegura Yusmila Arcina, que trabajó como contadora para una empresa estatal hasta que decidió "dar el salto"

"No sé si Trump nos conviene o no, pero no me voy a quedar aquí para averiguarlo", asegura Yusmila Arcina, que trabajó como contadora para una empresa estatal hasta que decidió "dar el salto". La joven se considera afortunada, en parte, por haber conseguido un visado para trabajar en la zona Schengen (espacio de libre circulación integrado por la mayoría de países de la UE y algunos de su entorno). Desde Europa, donde prevé más facilidades, espera obtener un visado de turista para viajar a EE UU, utilizando el viejo continente como trampolín para alcanzar su "sueño americano".

"Por sí o por no, hay que aprovechar ahora", sugiere la joven, quien no tiene familia en Estados Unidos. Arcina ha pagado los trámites y el boleto aéreo en temporada alta, que le ha costado cerca de 2.000 pesos convertibles, con la venta de un automóvil Cadillac de mediados del siglo pasado que era de su padre. "Ese carro ha sido mi carta de libertad", ironiza.

El novio de Arcina está varado en Colombia a la espera de hacer la ruta a través del Tapón del Darién. La meta de ambos es estar en territorio estadounidense "antes de que ese millonario llegue al Gobierno". Ambos esperan "ver en la televisión local de Miami la ceremonia en que lo nombran presidente", alardea Arcina. Trump ha dado el disparo de arrancada y, cada uno por su lado, ha emprendido la carrera migratoria.

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