¿Qué fue del metro de La Habana?

Hace 30 años se concibió lo que hubiera sido la mayor obra de ingeniería civil de Cuba. Un proyecto que se hundió tras la 'perestroika'

Rutas de autobús en La Habana. (BdG/14ymedio)
Rutas de autobús en La Habana. (BdG/14ymedio)
Víctor Ariel González

19 de junio 2014 - 10:30

La Habana/Es la hora pico de la mañana en la parada de la heladería Coppelia, un concurrido nodo de la urbe habanera. Miles de personas viajan con prisa hacia el trabajo, la escuela, la oficina o para hacer una gestión. Nuevas rutas de autobuses, así como modificaciones en la señalización de la red vial existente, han intentado aliviar el quebradero de cabeza que supone el transporte masivo en nuestro país.

Hace treinta años, cuando la Isla era un satélite de la URSS y prácticamente no existía otro capital foráneo, se concibió un ambicioso proyecto de transporte rápido masivo para la capital cubana, con el metro como obra principal.

El ingeniero civil Félix C., hoy empleado de una firma cubano-extranjera de equipos para la construcción, relata su experiencia de trabajo en el Grupo Ejecutivo del Metro de Ciudad de La Habana (GEMCH), empresa entonces encargada de lo que se calificara como "la obra del siglo". "Llegué ahí después de graduarme, a mediados de los ochenta", refiere. "Ya el GEMCH existía desde principios de esa década y de la CUJAE -la universidad politécnica de La Habana- salieron algunos proyectos para el metro. Incluso varios de nosotros fuimos enviados a países de Europa del Este para estudiar y participar en los trabajos de este tipo que ya se estaban ejecutando."

Durante aquellos años, en efecto, todo parecía listo para llevar a cabo el metro de La Habana. Una serie de artículos publicados en la revista Juventud Técnica en agosto, septiembre y octubre de 1982 exponen de forma sencilla no sólo la necesidad, sino también la posibilidad de que La Habana contase con este tipo de transporte. El entusiasmo era grande. Por aquella época las relaciones con la URSS lucían más fuertes que nunca, y se consideraba políticamente significativo que el único país socialista del hemisferio occidental tuviese su propio metro.

Por aquellos años la opinión general sobre el transporte público en Cuba ya era muy negativa, pese a que los subsidios soviéticos sobre el petróleo permitían una media diaria de 30.000 viajes de ómnibus y una cantidad de rutas muy superior a la actual, algunas con intervalos de llegada inferiores al minuto, según refiere un exfuncionario del Ministerio de Transporte. "Si con todo eso no dábamos abasto, la solución evidente era el metro", asegura.

Se consideraba políticamente significativo que el único país socialista del hemisferio occidental tuviese su propio metro

Por eso se constituyó un enorme equipo de trabajo y se comenzaron los estudios ingeniero-geológicos que debían confirmar la viabilidad técnica del proyecto. Los objetos de obra que se concibieron, incluso aquellos que habrían llegado a una fase de diseño preliminar, incluían estaciones como la del Parque Central, "que sería la más profunda, porque de ahí saldría la línea que iba a cruzar la bahía buscando el lado Este de la ciudad", recuerda el ingeniero Félix C.

Se proyectaron estaciones en varios puntos de la ciudad, una de ellas cercana a la colina universitaria, en el Vedado, y una línea que correría hacia el sur, bajo la avenida de Rancho Boyeros. Hoy, todas forman parte de un mito casi olvidado. "De ese proyecto no se acuerda nadie", asegura Félix. La autoridad encargada de administrar el Metropolitano de La Habana radicaría en un enorme edificio que a la vez serviría de estación y que jamás se construyó, en el terreno donde hoy funciona el Mercado del EJT de la calle Tulipán.

"Yo estuve trabajando en el GEMCH entre 1984 y 1998", dice el viejo ingeniero. "En los túneles fue donde agarré mi enfermedad de los pulmones y por eso me tuve que ir. Aunque para cuando dejé mi puesto ya todo había pasado, y lo único que quedaba parecido a las líneas concebidas inicialmente eran las rutas de los metrobuses". Se refiere a los tristemente célebres "camellos" que surgieron como respuesta en el transporte a la severa crisis iniciada a raíz del colapso de la URSS; cuando todos los proyectos, grandes y pequeños, fracasaron.

A Félix le ha ido relativamente bien. En 2012, Ana A. Alpízar filmó el cortometraje Sin metro, un reencuentro entre varios de los trabajadores de aquel proyecto que recuerdan cómo debieron reorientar su perfil profesional con el fin de los planes de construcción. No todos tuvieron la suerte de reubicarse.

Tal vez el viejo especialista tenga razón sobre lo olvidado de un proyecto de semejante magnitud. Los túneles del metro, de cualquier modo, permanecen enterrados en el pasado. Los más veteranos profesores de la Facultad de Ingeniería Civil de la universidad politécnica de La Habana aseguran que es cierto: los planos se han perdido y las tesis están desaparecidas.

Hoy, nadie se acuerda de ese gran proyecto que iba a resolver el problema del transporte en la capital. Las prioridades del Gobierno han cambiado, y ninguna potencia extranjera está dispuesta a invertir en una obra costosísima en un país tan empobrecido como Cuba.

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