El enigmático cierre de la Plaza Carlos III provoca desazón

La única información que se ofrece a quienes se acercan hasta las puertas del centro comercial es un escueto comunicado. (14ymedio)
El pasado 24 de marzo se produjo el cierre del centro comercial, el mayor y más popular de su tipo en Cuba. (14ymedio)
Miriam Celaya

27 de marzo 2017 - 11:40

La Habana/Es casi mediodía de domingo y un matrimonio joven, con sus dos hijos pequeños en brazos, se detiene frustrado frente a la reja cerrada del Centro Comercial Plaza Carlos III. Por un momento se muestran confundidos, consultan el reloj y enseguida se vuelven inquisitivos hacia varias personas que llegaron antes y que, como ellos, se han frenado en seco ante el enrejado. Algunos esperan pacientemente en el portal desde muy temprano, "por si abren más tarde", pero en vano.

La escena se ha estado repitiendo diariamente desde el viernes 24 de marzo, día en que sin previo aviso se produjo el cierre del centro comercial, el mayor y más popular de su tipo en Cuba. Decenas de clientes habituales procedentes de varias provincias del interior han viajado hasta la capital solo para tropezar de manos a boca con un pequeño y lacónico cartel sobre el enrejado, que avisa lo obvio y no ofrece ninguna información útil:

ESTIMADO CLIENTE

EL CENTRO COMERCIAL PLAZA CARLOS III

SE MANTENDRA CERRADO HASTA NUEVO AVISO

DISCULPE LAS MOLESTIAS QUE PODAMOS OCASIONARLE

GERENCIA GENERAL

Por supuesto, sin informaciones oficiales al respecto, el sorpresivo cierre de la Plaza Carlos III ha levantado infinidad de especulaciones, especialmente en los barrios aledaños al enclave, en pleno corazón de Centro Habana, por tratarse de uno de los comercios pioneros de la "apertura" a las transacciones en divisas en Cuba, desde que se produjo la llamada despenalización del dólar, allá por los años 90 del pasado siglo. Desde su inauguración como mercado de divisas Carlos III ha sufrido varias remodelaciones en diferentes etapas, pero nunca hasta ahora se había interrumpido completamente las ventas al público.

Circulan rumores que relacionan este inusitado cierre con los recientes incendios que se han producido en otros establecimientos que operan en divisas en el municipio

Circulan rumores que relacionan este inusitado cierre con los recientes incendios que se han producido en otros establecimientos que operan en divisas en el municipio. "La gerencia denunció ante la Jefatura de los bomberos el mal estado de los medios antiincendios, porque no quiere que les suceda lo mismo [que en los últimamente siniestrados] así que están renovando todo el sistema", dicen algunos vecinos del barrio que, según aseguran, recibieron esa información de algunos empleados y funcionarios de la entidad. Hay quienes afirman que "vinieron los bomberos y comprobaron que había fallas en el sistema de protección antiincendios".

Sin embargo, estos días no se ha observado a través de los barrotes metálicos que cubren las dos entradas de la Plaza ningún despliegue de personal o de vehículos especializados en tecnología contra incendios, ni se han visto trabajos de remozamiento o mantenimiento en las redes eléctricas u otras labores similares.

El ajetreo interior más visible ha sido el de los propios empleados del lugar, ocupados en tareas de limpieza general de los pisos y cristales, que se han mostrado reticentes a dar explicaciones a quienes no se conforman con el escueto cartel e indagan acerca de la fecha de reapertura. "Hasta nuevo aviso", repiten de mal talante, como autómatas, los pocos que se dignan a responder.

Otros vecinos hablan de "una auditoría general" que "se vuelve muy complicada" debido a la gran cantidad de departamentos del centro comercial y a la magnitud y complejidad de sus almacenes. Esta conjetura se refuerza, por una parte, por la experiencia de décadas de redadas cíclicas (e inútiles) contra los malos manejos, la corrupción administrativa, el desvío de recursos, la malversación, el contrabando, el mercado negro y todo el etcétera de ilegalidades propias de un sistema socioeconómico caracterizado por la creciente demanda, la insuficiente oferta y la pésima gestión del monopolio estatal sobre la economía. Una regularidad de la que no escapa ningún establecimiento donde se mueve una cantidad elevada de recursos estatales.

Por otra parte, el cierre sorpresivo y no divulgado –con todas las pérdidas que ello acarrea tratándose de un centro comercial que diariamente factura miles de pesos en ambas monedas nacionales –, es un signo de la intervención de los auditores gubernamentales del más alto rango para detectar in situ las irregularidades sin dar tiempo a los transgresores a ocultar las huellas de sus fechorías.

De ser cierta la supuesta auditoría, sería una demostración de la nulidad de los efectivos de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y de su fallido afán por impedir las ilegalidades en el barrio. Desde hace varios meses la constante y fuerte presencia policial en torno a las áreas exteriores del centro comercial han conferido al lugar una deplorable imagen de plaza sitiada, mientras los maleantes "de adentro", esos que forman parte de la plantilla de empleados, campeaban por sus fueros.

Todo indica que, por el momento, no parece haber caído en esa suerte de epidemia de clausura que se ha estado abatiendo en los últimos tiempos sobre varios establecimientos de la capital que comercian en divisas

El pasado domingo algunos camiones seguían descargando mercancía en los almacenes de la Plaza Carlos III, lo que augura que en una fecha imprecisa pero posiblemente breve, el centro comercial será reabierto al público. Todo indica que, por el momento, no parece haber caído en esa suerte de epidemia de clausura que se ha estado abatiendo en los últimos tiempos sobre varios establecimientos de la capital que comercian en divisas, como son los casos de los departamentos de ferretería gruesa de 5ta y 42 y de La Puntilla, en el municipio Playa; el mercado de la tienda Yumurí y el Sylvain de Zanja y Belascoaín, en Centro Habana; la TRD Panamericana de la calle novena, en el reparto Casino Deportivo, municipio Cerro, y numerosos kioscos de venta dispersos por diferentes puntos de la ciudad, por solo citar algunos casos.

Mientras se prolonga la espera y se acumulan las preguntas sin respuestas, los habaneros más optimistas han comenzado a frotarse las manos ante la intangible expectativa de que la próxima reapertura de la popular Plaza Carlos III venga aparejada con una renovada oferta, y que al menos en los primeros días de venta los habitualmente deprimidos anaqueles y estantes de los diferentes departamentos ofrezcan mayor cantidad y variedad de productos. La esperanza es lo último que se pierde.

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