Los sueños jóvenes y la vieja pesadilla perfecta

Los peloteros del mañana ya fueron derrotados en Panamá

El lanzador Yadier Pedroso en el equipo Cuba. (Cuban-Play)
El lanzador Yadier Pedroso en el equipo Cuba. (Cuban-Play)
Ernesto Santana

08 de diciembre 2017 - 15:35

La Habana/Ciertamente, había esperanzas puestas en la selección de peloteros enviada a competir en el campeonato Panamericano Sub 23 de Panamá. Parecía natural que, armado con lo mejor de esa categoría en el país, el equipo quedara entre los primeros 4 y completara los 12 conjuntos que se disputarán la Copa Mundial Sub 23 2018 en Nicaragua.

De nuevo no pudo ser. Los mismos que se habían esperanzado no se asombraron al final. No abundaron los comentarios entre la afición. Que un equipo Cuba ni siquiera clasifique para un certamen mundial ya está dejando de ser noticia.

Los analistas deportivos no dedicaron demasiado tiempo a la autopsia de ese cadáver joven y lleno de vida: la dura realidad es que no hay muchas novedades que comentar en torno al hecho manido de que el béisbol cubano está sumido en una profunda crisis. Y no es fácil aventurarse hasta la raíz del mal, que está en la política, como es evidente.

Se analizaron varios aspectos del desastre. En algunas ocasiones la dirección encabezada por Ariel Pestano hizo mal uso de los lanzadores. A veces fue manejada con torpeza la ofensiva, como cuando se ordenó un toque de bola en una situación y con un jugador que no eran los más adecuados.

Los analistas deportivos no dedicaron demasiado tiempo a la autopsia de ese cadáver joven y lleno de vida: la dura realidad es que no hay muchas novedades que comentar

En fin, incluso las victorias fueron poco convincentes, aparte de que no hubo ninguna contra los equipos más fuertes. Y, sin embargo, la actuación de los muchachos fue satisfactoria donde podían esperarse serios defectos: en el pitcheo y en la defensa. Pero la ofensiva agonizó en la escasez y en la ausencia de respuesta oportuna.

Los analistas diagnosticaron que “las debilidades exhibidas fueron de esencias, de conceptos, de formación, de cómo entender y jugar este deporte. Competencia tras competencia los mismos errores: poca paciencia y escasa disciplina”.

Además, “la ofensiva no intimidó, impaciente, desesperada, sin argumentos ni herramientas”. De hecho, nuestro bateo no pudo nada contra el pitcheo rápido y descontrolado de Venezuela ni tampoco contra el lento y más controlado de Puerto Rico.

Venezuela ganó el título del campeonato regional venciendo a México, que quedó segundo.

Puerto Rico se hizo del tercer lugar y República Dominicana del cuarto. La selección cubana, con 4 victorias y 5 derrotas, debió conformarse con el quinto puesto y tendrá que ver la Copa Mundial por televisión, si acaso, como los propios aficionados.

Se ha señalado también algo muy alarmante: la generación de peloteros representada por esos muchachos derrotados en Panamá es la que debe tener un papel protagónico en la más que difícil lucha clasificatoria para asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

La generación de peloteros representada por esos muchachos derrotados en Panamá es la que debe tener un papel protagónico en la lucha clasificatoria para asistir a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020

Ya se está convirtiendo en una tradición muy preocupante que los equipos Cuba jueguen mal en los eventos internacionales, pero que muchos peloteros cubanos, en rara contradicción, se desempeñen bien en organizaciones extranjeras. Un ejemplo muy ilustrativo es la Liga CanAm: la última incursión de una escuadra cubana por ella resultó un vergonzoso desastre y, no obstante, la mayor parte de los cubanos contratados en varios de sus equipos tuvo una actuación satisfactoria y hasta excelente.

Alguna vez se ha hablado de desmotivación, de falta de espíritu y pasión, pero es evidente que hay que insistir en eso y llegar mucho más allá. Estamos adentrándonos en una situación muy absurda y que sería hasta risible si no resultara trágica para nuestro béisbol.

Por un lado gran parte de los peloteros cubanos en la Gran Carpa sueña con defender apasionadamente el nombre de Cuba en un gran campeonato internacional, pero las autoridades cubanas no lo permiten.

Por otro lado gran parte de los atletas que logran llegar al equipo nacional sueñan con ir más allá y participar, por su cuenta, en ligas extranjeras, pero las autoridades cubanas no permiten eso tampoco.

Los equipos Cuba se debaten en el fango de la derrota cada vez más aburridamente. Mientras tanto, a las autoridades cubanas solo les importa su propio sueño, la pesadilla perfecta: cambiar todo lo que deba ser cambiado para que todo siga igual.

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