Por un voto secreto y directo

Boleta de votación en las Elecciones de las Asambleas Municipales del Poder Popular (Foto: Yoani Sánchez)
Boleta de votación en las Elecciones de las Asambleas Municipales del Poder Popular (Foto: Yoani Sánchez)
Yoani Sánchez

07 de marzo 2015 - 06:20

Panamá/Hace unos años le pregunté a un amigo por qué había votado a un candidato que apenas conocía, durante las elecciones de delegados a las asambleas municipales. Su respuesta en aquel momento fue simple y llena de sabiduría popular. “No quiero meterme en problemas, no vaya ser que las boletas estén marcadas”, me advirtió con picardía. Ante mi cara de vergüenza ajena, me aclaró de inmediato “bueno, al final, vote o no vote eso no cambiará nada”.

Los comentarios de mi amigo apuntaban a dos de las más graves limitaciones del actual mecanismo para elegir a los representantes populares. Por un lado, la poca confianza que tienen los votantes cubanos en el carácter secreto del proceso, y por otro, la incapacidad de los candidatos elegidos de influir en el derrotero nacional. Dos de los aspectos más mencionados en un foro sobre el sistema electoral que recién acaba de realizar el sitio digital de Juventud Rebelde.

El debate sucedió alrededor de los días en que colocaban por debajo de mi puerta la citación para participar en las elecciones para las Asambleas Municipales del Poder Popular. Un trozo de papel gris, que la mayoría de mis vecinos ha recibido con el desgano de una formalidad que no influye ni alivia los graves problemas que enfrentan cada día. Muchos de ellos irán a votar con el mismo automatismo de citas pasadas y la poca fe que tienen en el proceso.

Ni siquiera el discreto anuncio –hace apenas unas semanas– de una nueva Ley Electoral en Cuba, logra aplacar esas suspicacias que albergan. Una situación que se evidenció en el debate promovido por el medio oficial, donde entre las demandas más repetidas por los lectores, estuvo precisamente el derecho al voto directo y secreto para elegir a los más altos cargos del país.

Es cierto que los cuestionamientos al Poder Popular se han escuchado por décadas en las propias asambleas de circunscripción; son pasto de humoristas y hasta de críticas en los medios oficiales, pero hasta el momento había una línea que nadie debía traspasar y era la de cuestionar el método en que son seleccionados quienes ocupan los más altos cargos de la nación. Discutir algo así colocaba inmediatamente al insatisfecho votante en el bando del enemigo, de la oposición y de los “títeres” del imperialismo.

En el debate de 'Juventud Rebelde', los lectores preguntaron sobre el derecho al voto directo y secreto para elegir a los más altos cargos del país

Alivia saber que ya se puede inquirir –al menos en Internet– sobre los mecanismos para decidir quién se sentará en la silla presidencial, aunque sólo sirva para recibir una respuesta tan pobre como la dada por la Comisión Electoral Nacional (CEN), que evadió la polémica al plantear que “en su momento se realizarán las consultas que correspondan como parte de la política legislativa del país”.

El dedo volvió a la llaga cuando otro participante del foro virtual indagó sobre la existencia de “un mecanismo para medir el desempeño en el cargo del Presidente y Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros y si es potestad de la Asamblea Nacional removerlos del cargo”. Ante lo cual, la CEN dio muestra de su escaso poder de decisión: “lamentamos no poder responder su inquietud, ya que no es de nuestra competencia”, confesó.

Entre los grandes temas ausentes en el debate estuvo, sin embargo, la prohibición de que los candidatos puedan exponer un programa, lo cual hace que los electores coloquen la boleta en la urna a partir de una biografía y no de la sintonía con las propuestas de su futuro representante. ¿Cuándo podremos saber si ese graduado universitario, buen padre y mejor profesional, es además alguien que coincide con nuestras ideas sobre decisiones económicas, matrimonio gay o política exterior? Votar por una foto y una secuencia de méritos –tan inflados como imposibles de comprobar– sólo prolonga el Gobierno de los incapaces y de los dóciles.

No obstante, el foro de Juventud Rebelde ha abierto una rendija al dejar entrever que una encuesta independiente y con garantías –improbable por el momento– sobre nuestro sistema electoral, arrojaría críticas de una envergadura y una profundidad demoledoras para el oficialismo. El atrevimiento con que varios comentaristas se expresaron en el órgano oficial de las juventudes comunistas apunta a que, cuando esos criterios puedan manifestarse sin represalias, llegarán a convertirse en una verdadera catarata de voces inconformes.

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