Sin democratización, no hay garantías de independencia

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La Zona Especial de Desarrollo Mariel. (ZEDM)
Pedro Campos

06 de abril 2016 - 10:54

La Habana/Políticos, analistas y académicos, de socialistas a liberales, han abordado la importancia de la democratización política y económica de la sociedad cubana como base para el deseado despegue hacia el desarrollo y modernización de la nación.

Para un sector de la izquierda democrática y no pocos nacionalistas, esa democratización sería además una garantía estratégica para la independencia de Cuba en todos los sentidos.

A falta de subsidios, el actual modelo político y económico estadocéntrico solo puede garantizar su supervivencia con un aumento significativo de la inversión de capital extranjero para el desarrollo mixto de las megaempresas estatales o para inversiones directas que interesan a los planes dispuestos en su "cartera de negocios".

En la creencia de que el capital foráneo va a salvar a la empresa estatal, la política económica oficial prioriza su alianza con el capital extranjero, mientras se opone al amplio y libre desarrollo de las formas "no estatales" independientes, sean asociadas o privadas, porque las considera "enemigas del capital del Estado". Por no hablar del temido "lobo feroz": la autogestión bajo control de los trabajadores.

En estas circunstancias, una democratización de la economía que ponga el grueso de la misma en manos del pueblo, de los trabajadores en las empresas estatales de forma autogestionada y de las empresas asociadas o privadas, medianas y pequeñas, es lo que podría amortiguar el impacto absorbente en el conjunto de la economía cubana de las previsibles inversiones de EE UU, una vez levantado completamente el bloqueo-embargo.

En la creencia de que el capital foráneo va a salvar a la empresa estatal, la política económica oficial prioriza su alianza con el capital extranjero, mientras se opone al libre desarrollo de las formas "no estatales"

Bruno Rodríguez dijo a Cubadebate que la autorización a las empresas de telecomunicaciones norteamericanas de operar en la Isla y el apoyo financiero al sector no estatal cubano por parte de la administración de Obama solo buscan construir una oposición al Gobierno de Raúl Castro.

Internet y el desarrollo del sector no estatal son vistos como "opuestos al Gobierno de Raúl Castro". A la burocracia realmente le da lo mismo que el apoyo para esas actividades venga de EE UU o de la Luna: siempre ha interferido en su libre desarrollo en Cuba y donde quiera que se ha intentado el "socialismo de Estado".

No podría ser de otra forma para la "nueva clase" generada por el estatalismo que trata de preservar su control-poder, lo cual explica las limitaciones impuestas a internet, al cuentapropismo y al cooperativismo, a pesar de su aprobación por el propio VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), para ni mencionar la autogestión desaparecida del vocabulario de la organización.

El desarrollo independiente de las pequeñas y medianas empresas de capital privado y asociado (cooperativo, mutual o por acciones) a corto y mediano plazos desplazaría a las ineficientes y antiobreras empresas estatales, como ya viene ocurriendo, si no pasan rápidamente a régimen de autogestión o cogestión, donde los trabajadores dejen de ser simples asalariados mal pagados para convertirse en dueños efectivos de las empresas al participar directamente de la propiedad, o traspasan al control total o parcial de empresas capitalistas nacionales o extranjeras.

En la primera variante, el actual salvaje capitalismo monopolista de Estado, que explota hasta el empobrecimiento a sus obreros, se vería así obligado a traspasar el poder real, el económico, a los trabajadores, a lo cual siempre se ha negado porque ello implicaría la disminución y/o desaparición del poder de la burocracia y el actual control que ejerce sobre todos los dividendos generados por las empresas estatales. Por eso ha preferido la segunda variante, una alianza con el capital internacional para poder seguir subsistiendo, ahora compartiendo la explotación de sus asalariados con el capital extranjero.

Internet y el desarrollo del sector no estatal son vistos como "opuestos al Gobierno de Raúl Castro"

Pero esto implica entregar buena parte de la economía del país al capital foráneo y, eventualmente, al gran capital norteamericano.

De enemigo principal, el gran capital de EE UU pasaría a ser aliado principal en la explotación conjunta de los trabajadores cubanos y socio económico fundamental, camino a una nueva dependencia: una especie de anexión virtual a EE UU, cuando no haya bloqueo y viajar a Miami cueste un poquito más que ir de La Habana a Varadero.

Los comunistas que siguen creyendo que el socialismo descansa en la empresa estatal asalariada, donde los obreros siguen siendo tornillos por los que ni siquiera se paga su costo, le están haciendo el juego al anexionismo virtual.

La culpa no será de EE UU, sino de la política económica oficial contra el trabajo libre. Sin democratización y socialización de la economía y la política no habrá garantías para la independencia futura de Cuba.

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