Participar y asumir el debate

El primer vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, durante la lectura del informe central del VII Congreso del PCC en La Habana. (EFE)
El primer vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, durante la lectura del informe central del VII Congreso del PCC en La Habana. (EFE)
Pedro Campos

09 de mayo 2016 - 10:14

La Habana/El VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), al aceptar discutir en las bases del Partido y por toda la población sus documentos centrales sobre la "conceptuación del modelo económico-político y social" y el "plan perspectivo de la economía nacional hasta el 2030", así como el proyecto de nueva Constitución, que será sometido a referendo, está brindando la oportunidad de que se inicie un proceso democratización de la sociedad cubana.

Lograrlo depende de la participación efectiva de todos los cubanos.

No fue una dádiva del Partido-Gobierno-Estado, fue el resultado de las demandas de miles de militantes en sus núcleos y de la defensa pública de muchos militantes y no militantes de su derecho a opinar, y especialmente de la campaña que desarrolló la amplia izquierda democrática existente dentro y fuera del partido.

El llamado es a debatir y no a aprobar, así que no tendrá que aprobarse lo que venga. Todas las opiniones deberán ser presentadas, escuchadas, divulgadas y elevadas, incluso las que no se compartan

Vale recordar el llamado público del militante de base del PCC, Paquito el de Cuba, del periódico Trabajadores, las miles de entradas de cubanos a los sitios digitales oficiales demandando el debate en las bases, los múltiples artículos publicados por la izquierda democrática en la blogosfera cubana y en los medios alternativos. Todos ellos se convirtieron en una formidable campaña de opinión pública que fue la que llevó a la dirección del Partido a ser receptiva con la necesidad de realizar esa consulta con sus bases y con el pueblo.

Nunca quedó tan claro que la dirección del Partido anda por un lado y su base por otra. Se hizo evidente que en las filas del PCC no hay unanimidad y que su unidad solo es posible en la diversidad. El 1er Secretario parece haberlo entendido.

Ni la dirección del Partido, ni la militancia de base, ni el pueblo cubano deberían subestimar ese suceso ni mucho menos los eventuales resultados de esas discusiones. Ya la dirección del Partido ha expresado que va a "preparar a los cuadros que van a dirigir la discusión", adelantando su interés en tratar de controlar el debate verticalmente.

Pero el llamado es a debatir y no a aprobar, así que no tendrá que aprobarse lo que venga. Todas las opiniones deberán ser presentadas, escuchadas, divulgadas y elevadas, incluso las que no se compartan. Son las bases del Partido y la sociedad las que deben decidir por dónde deben ir ellos mismos respectivamente.

Pero más allá de eventuales limitaciones, es una buena oportunidad para que todos los cubanos con opiniones sobre estos asuntos participen en los debates y de esta forma contribuir a democratizar la vida política del país y a promover un proceso desde abajo que, con medios y métodos afines (respeto, lenguaje adecuado, sin imposiciones, sin amenazas ni violencias de ningún tipo, sin exclusiones, y demás).

En estas discusiones deberían comprometerse todos los cubanos, de dentro y de fuera, de todas las visiones políticas, y todas las ideas deben hacerse llegar a todos los demás cubanos y desde luego al convocante, el Comité Central del PCC. No es rendirle pleitesía, cumplir orientaciones, ni aceptar imposiciones: es participar para hacer valer los criterios de todos. Se van a debatir los documentos oficiales y las ideas que todos seamos capaces de exponer. El proceso lo está abriendo el Partido, pero son los ciudadanos los protagonistas.

En la medida en que todos estemos informados del pensamiento de las mayorías, la sociedad cubana podrá reconocerse mejor a sí misma y encarar más democráticamente su futuro inmediato y posterior.

Estos debates deben servir de ensayo para la discusión del proyecto de nueva Constitución, el cual será sometido luego a referendo

Desde luego, un proceso plenamente democrático tendría que ser abierto, amplio, horizontal, donde todos los cubanos sepamos lo que piensan los demás, se abran webs para los debates públicos, la prensa oficial publique en sus páginas las discusiones y lo que les escribe el pueblo, y se permitan cabildos abiertos y reuniones de todos los que deseen participar en los debates.

Lograr que así sea está en manos de la ciudadanía, no solo del PCC. Hay que participar y asumir el debate.

Estos debates deben servir de ensayo para la discusión del proyecto de nueva Constitución, el cual será sometido luego a referendo.

El PCC es el único partido en Cuba. Si quiere representar los intereses de todo el pueblo cubano debe abrirse a todos y dejar atrás sectarismos y exclusiones y permitir que, libremente, todo el que lo desee, exprese sus criterios, proponga soluciones y luego sean debatidas también por todos los cubanos.

En dependencia de la participación de los de abajo, el debate sería otra intrascendente "consulta" más, o la apertura de un proceso de democratización de la vida política del país.

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