Versículos electorales

Mujer revisa lista de candidatos a las elecciones municipales
Una mujer revisa la lista de candidatos a las elecciones municipales. (14ymedio)
Reinaldo Escobar

23 de octubre 2015 - 09:22

La Habana/"no me leas así, no dudes, no sospeches"

Guillermo Rodríguez Rivera (Para conjurar al Estado)

El poeta, profesor y crítico literario Guillermo Rodríguez Rivera ha publicado un interesante artículo sobre el sistema electoral cubano en el blog Segunda Cita, gestionado por el cantautor Silvio Rodríguez.

Rodríguez Rivera insiste en que la necesidad de reformar el sistema electoral cubano no guarda relación alguna con el acercamiento entre los Gobiernos de Cuba y Estados Unidos, y está en lo cierto. La Ley Electoral ha estado mal desde su promulgación en 1982 y debió haber sido cambiada desde hace mucho tiempo. No, como dice Rodríguez Rivera, porque transformarla sea una necesidad “que emana del proceso de actualización de nuestro modelo socialista”.

“Hoy, en verdad, los cubanos no estamos eligiendo a los 612 diputados que integran nuestra Asamblea Nacional del Poder Popular”, señala el profesor universitario, aunque mejor hubiera sido reconocer que nunca los hemos elegido. Si en ninguna ocasión ha ocurrido que alguno de los propuestos haya sido rechazado al no acumular el 50% de los votos, no se debe a que sean buenos o malos, sino a que la mayoría de los electores desconoce realmente de quiénes se trata.

El poeta, buen poeta por cierto, reconoce que “es la Comisión de Candidatura la que realmente está eligiendo a nuestros diputados; los electores no hacemos otra cosa que ratificarlos”, pero no tiene una propuesta clara de cómo sería el mecanismo para que un ciudadano se convierta en candidato. Se limita a sugerir que “el otro 50% serán personalidades ajenas a las asambleas provinciales pero propuestas y aprobadas por ellas como candidatos”, de manera que la tarea de hacer la mitad de la lista sería transferida de la Comisión de Candidaturas a las Asambleas Provinciales. La actual tendencia política, que conforma una mayoría absoluta en las Asambleas Provinciales, se encargaría de eternizar su hegemonía eligiendo a los que a su juicio son políticamente correctos.

Rodríguez Rivera apunta que “el rechazo a la vieja politiquería ha motivado que los electores estén muy desinformados con respecto a los diputados que eligen”. No, Guillermo, no se trata de un prejuicio insertado en los 8 millones de electores con que cuenta el país. En primer lugar, “la vieja politiquería” solo es conocida en Cuba por los mayores de 88 años que vivieron en carne propia las últimas elecciones cubanas, que ocurrieron en 1948 (supongo que el poeta no legitime las farsas de Batista) y, por otra parte, es la Ley Electoral vigente la que en su artículo 171 establece que “todo elector solo tomará en cuenta, para determinar a favor de qué candidato depositará su voto, sus condiciones personales, su prestigio y capacidad para servir al pueblo”. Información que tendrá que deducir de la foto y los datos biográficos expuestos, que, por cierto, ni siquiera son redactados por el candidato, sino por la comisión electoral que le corresponda.

"La vieja politiquería” solo es conocida en Cuba por los mayores de 88 años que vivieron en carne propia las últimas elecciones cubanas

Al final del artículo citado, por si no había quedado claro se especifica: “Los candidatos podrán participar de conjunto en actos, conferencias y visi­tas a centros de trabajo e intercambiar opiniones con los trabajadores lo cual permitirá, a la vez, que estos conozcan personalmente a los candidatos, sin que ello se considere campaña de propaganda electoral”.

Como siempre hay alguien que no entiende bien los propósitos de una ley revolucionaria, el artículo 172, en su primer inciso, considera como un delito la infracción de los principios establecidos en el artículo 171.

La nueva Ley Electoral debe devolverle a la profesión política las virtudes que le han sido arrebatadas. En un Estado de derecho los ciudadanos han de tener la posibilidad de expresarse libremente sin temor a represalias y el derecho a asociarse alrededor de sus tendencias.

La idea de que los candidatos se presenten ante las cámaras a defender sus propuestas resulta insuficiente si antes ese derecho de presentación de propuestas políticas no se ha hecho extensivo a todas las tendencias habidas y por haber en igualdad de condiciones. Liberales, socialdemócratas, democristianos, ecologistas, comunistas y otros que aparezcan de la rica fantasía criolla. Y no un mes antes de las elecciones sino durante todo el año y no exclusivamente en los telecentros provinciales sino en cuanto medio de difusión exista.

Los electores deben contar con el derecho a saber cómo va a votar en su nombre el diputado que elija

La Comisión de Candidatura tiene que desaparecer junto a la prohibición de hacer campañas políticas. Los electores deben contar con el derecho a saber cómo va a votar en su nombre el diputado que elija.

El presidente de la República debe ser elegido por el voto directo de los ciudadanos y no en un cónclave parlamentario.

Junto a la Ley Electoral hay que proclamar una Ley de Partidos Políticos y, por encima de todo, es necesario convocar a una Asamblea Constituyente plural y democrática que nos provea de una Constitución moderna, acorde con las demandas del siglo XXI. Todo eso hay que hacerlo porque hace falta, no porque Fidel Castro haya dicho que el actual modelo “ya no nos sirve ni a nosotros mismos”, frase que, por demás, desmintió argumentando que lo habían interpretado al pie de la letra.

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