Una aproximación (otra) al robo de cerebros

Microscopios. (CC)
Microscopios. (CC)
Regina Coyula

20 de enero 2015 - 12:00

La Habana/Los cubanos hemos crecido (o decrecido, según el caso) escuchando hablar en negativo del robo de cerebros, de esos profesionales tercermundistas formados en sus países de origen y atraídos por la flauta encantada de las grandes empresas del gran capital del gran primer mundo.

En Cuba el tema reviste un matiz especial por la pérdida que ha supuesto la emigración de profesionales y la consiguiente descapitalización social. Para explicarse el fenómeno, hay que reconocer que salvo especialidades del llamado Polo Científico como la biotecnología o la farmacéutica, y las del área de software, la mayoría de las restantes profesiones acusó un estancamiento o el descenso de los recursos destinados a la investigación y la superación profesional. Esa, unido con el pobre incentivo que representa el salario más el burocratismo y la suspicacia que enrarecen el ambiente de la investigación y la innovación, es la receta para crear frustrados, desertores laborales o potenciales migrantes.

Sin minimizar la labor muchas veces anónima que realizan los más de ¡120.000! miembros de la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores (ANIR) en todo el país; por mucho talento que concentren en sus filas, el enfoque administrativo de dicha organización se centra en suplir importaciones, aumentar la productividad y abaratar costos, lo cual no es negativo, pero limita cualquier idea periférica y convierte la solicitud de una patente privada en un problema político.

La práctica demuestra que, salvo en el Polo Científico o la Universidad de las Ciencias Informáticas, muy pocas ideas patentadas se aplican, por el divorcio entre la investigación y la esfera productiva, entre otras causales, porque las invenciones no han sido contratadas ni responden a necesidades concretas de la industria. Ha sucedido también que una institución venda patentes con absoluta opacidad en cuanto a las ganancias, sin que los inventores perciban una parte y, dentro de esa falta de transparencia, ni siquiera los afectados han tenido conciencia del despojo para acudir a los tribunales.

Estancamiento de los recursos, el pobre incentivo del salario, burocratismo y suspicacia es la receta para crear frustrados y potenciales migrantes

El éxodo de los talentos se incrementa ante las dificultades de trabajar en un entorno pobre, donde la suspicacia que se mencionaba con anterioridad toma visos de paranoia; y hoy, lejos ya de la idea de que el proyecto social que nos presentaron fuera viable, no tiene sentido regalar el conocimiento, cuando tampoco regalan los artículos en la tienda y otros viven mejor con el único talento de ser unos vivos.

Pero hay un dato muy interesante: la fuga de cerebros no siempre (y ojo, no sobre todo), se produce de los más pobres a los más ricos, y en el siglo XXI el término pierde por completo connotaciones sociopolíticas. En este mundo cada vez más globalizado, es normal que un finés se vaya a China, que un chino se vaya a Estados Unidos, que un norteamericano se vaya a la India y un indio se mude a Finlandia; todo para encontrar un trabajo de su interés y acorde a sus capacidades.

Con solo ver un puñado de conferencias TED, uno identifica nombres de todas las latitudes; de hecho, los investigadores más destacados en 2014 según la prestigiosa revista Nature son un abanico multinacional: un sierraleonés, una iraní, un indio, una india, un inglés, una japonesa, un norteamericano, una armenia, un holandés, un italiano. Salvo el indio y el norteamericano, los demás trabajan más allá de su frontera natal en centros de investigación que les han permitido explotar sus potencialidades.

La innovación científica es impensable sin poderosas inversiones. Es utópico pretender una ciencia e investigación de punta con bajos recursos. En todo caso, relaciones sinérgicas, ofreciendo la élite de nuestro capital humano para que se inserte en la vanguardia de la investigación mundial. Despojando dicha colaboración del ropaje ideológico, nuestros profesionales de avanzada no solo se codearían con sus pares del mundo, sino que ese conocimiento y esa experiencia beneficiarían la elevación del nivel universitario y la formación académica nacional por medio de cursos, conferencias, seminarios y talleres.

Los cubanos no han legado a la humanidad grandes inventos o descubrimientos desde Finlay, pese a que el número de universidades se ha multiplicado y son de acceso gratuito

Volviendo a los efectos de la globalización, cada vez con mayor prontitud se ponen en manos del usuario común aplicaciones teóricas hasta apenas dos años atrás o concebidas inicialmente con fines militares. El popular vidrio gorilla glass que aparece en la pantalla de casi todos los dispositivos táctiles pertenece al primer grupo, mientras la resonancia magnética nuclear y la telemetría, del segundo, benefician lo mismo al ciudadano de Europa, América del Norte, Japón, Australia o Nueva Zelandia que al tercermundista.

Salvo contados casos, (como el de la doctora Concepción Campa al frente del equipo de la vacuna meningocócica tipo B), los investigadores cubanos no han legado a la humanidad grandes inventos o descubrimientos desde Finlay, a pesar de que el número de universidades cubanas se ha multiplicado, son de acceso gratuito y existen centros de investigación en todas las esferas científicas. Sería interesante hacer un rastreo de la presencia cubana en los grandes centros de la vanguardia mundial y especular qué hubiera pasado con ellos de no haber sido "robados".

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