“El enemigo es el enemigo”

El presidente de EE UU, Barack Obama, en una intervención pública este martes desde el Gran Teatro de La Habana. (Fotograma)
El presidente de EE UU, Barack Obama, en una intervención pública este martes desde el Gran Teatro de La Habana. (Fotograma)
Pedro Campos

23 de marzo 2016 - 18:45

La Habana/El Sistema (des)Informativo de la Televisión Nacional Cubana recogió opiniones entre los miembros de la oficial sociedad civil que asistieron al Gran Teatro Alicia Alonso a escuchar, en el último día de su visita, el discurso al pueblo de Cuba del presidente estadounidense, Barack Obama.

La gran mayoría de los seleccionados destacaron las diferencias con EE UU en temas políticos y de derechos humanos. Casi todos buscaban tomar distancia de las palabras del visitante, aunque algunos pocos reconocieron su capacidad para dominar la escena y comunicarse y su valentía en haber decidido el acercamiento.

"No nos habló del Martí que conocemos". "Aquí dijo una cosa y seguro ahora en Argentina va a decir otra", fueron algunas de las expresiones que se oyeron.

Unos indicaron que detrás de las aparentes buenas intenciones del presidente estaba su deseo de imponernos sus políticas. "Dijo que los cubanos eran los que teníamos que decidir nuestro futuro, pero nos ha querido imponer su visión de los derechos humanos". Una entrevistada llegó al paroxismo: "No podemos confundirnos, porque el enemigo es el enemigo".

Incluso algunos comentaristas académicos dieron pena por la forma en la que se plegaron al discurso de la burocracia extremista, llegando algunos a decir que una cosa son los discursos y otra, los hechos.

Fueron pocas las referencias a las intenciones conciliadoras y constructivas en la alocución de Obama. Lo mejor aceptado por estos "opinantes" escogidos fue que debíamos admitir nuestras diferencias y convivir con ellas.

Hubo rechazo entre los entrevistados a mirar hacia adelante: "No se puede olvidar el pasado como él pretende", dijeron maniqueamente varios de de ellos.

Entre esos extremos atrapados en el pasado se pretende secuestrar el presente y el futuro de Cuba

Me recordaban las mismas posiciones que asumen los extremistas de Miami que no están dispuestos a ningún arreglo y lo único que quieren es "acabar con los Castro", precisamente porque "no puede olvidar el pasado". Entre esos extremos atrapados en el pasado se pretende secuestrar el presente y el futuro de Cuba.

El Sistema (des)Informativo de la Televisión Oficial no entrevistó a ningún disidente, a ningún opositor, a nadie que tuviera un pensamiento diferente, mientras el Gobierno solo invitó al Gran Teatro a la sociedad civil que responde a sus políticas.

Fue una fehaciente muestra del intento de proyectar la idea de que todos unánimemente en Cuba tienen la misma posición que la burocracia extremista que domina los medios oficiales.

Si, desgraciadamente, tal es el discurso en la prensa oficial, en desagravio debe decirse que tales posiciones no representan a la mayoría de la población. Varios videos y comentarios subidos a las redes sociales proyectarán esa otra realidad.

Mucha gente con la que he hablado mostró un espíritu totalmente distinto, sintió sincero al presidente de EE UU, valoró muy positivamente su intervención y estimó que había manifestado una posición constructiva que debía ser honrada por la parte cubana.

Muchos, como el visitante, estimaron que los derechos humanos son universales, que no tiene justificación dejar de cumplir unos porque otros sí, que debe haber libertad de expresión, de asociación y para elegir libre y democráticamente a los gobernantes. Gustaron sus palabras sobre el futuro, sobre el trabajo de los emprendedores y la importancia que brindó a internet para el desarrollo.

Fue una fehaciente muestra del intento de proyectar la idea de que todos unánimemente en Cuba tienen la misma posición que la burocracia extremista que domina los medios oficiales

El pueblo de a pie, que nunca fue invitado a las actividades oficiales del presidente, los que lo aclamaron en los pocos espacios a donde pudieron llegar burlando el amplio cerco tendido para tratar de evitar el contacto popular con el visitante, jamás gritaron "¡Abajo Obama!" o "¡Abajo el imperialismo!" como corean algunos grupos en todas partes del mundo a donde llegan: aquí los coros y palabras fueron de respeto y amistad.

Ni en la Casa Blanca Obama podría estar más seguro que en Cuba. Los ecos de esa visita histórica no se apagarán fácilmente ni pronto. El imperialismo en la figura de un negro, de origen humilde pero elegante, con su familia, con una sonrisa amplia y su carácter amistoso y desenfadado, no se ha parecido en nada a ese blanco de barba con cara gruñona, sombrero rayado de copa y uñas largas ensangrentadas con el que siempre nos han presentado como vecino del Norte.

El pueblo cubano, fuera de las cámaras del (des)Informativo de la Televisión Oficial, tampoco se parece a las caras frías de la mayoría de los elegidos para ser entrevistados.

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