Cuatro favoritos en la prueba de Iowa

Encabezan las encuestas Donald Trump y Ted Cruz para los republicanos, Hillary Clinton y Bernie Sanders para los demócratas

Hillary Clinton, Ted Cruz, Donald Trump y Bernie Sanders.
Hillary Clinton, Ted Cruz, Donald Trump y Bernie Sanders.
Marifeli Pérez-Stable

29 de enero 2016 - 13:41

Miami/Por fin llegó la hora. El 1 de febrero los ciudadanos de Iowa serán los primeros en emitir sus votos en el largo y complejo proceso de selección del candidato de cada uno de los dos grandes partidos políticos de Estados Unidos, el republicano y el demócrata. Iowa es un estado pequeño, con unos tres millones de habitantes, pero, al ser el primero en pronunciarse desde 1972 –por una casualidad administrativa– ha adquirido un gran valor simbólico y una enorme atención mediática.

En el Partido Republicano, Donald Trump lleva la delantera, aunque hace seis meses se daba por descontado que no llegaría a ninguna parte. La fortuna de Trump se calcula entre 4.000 y 9.000 millones de dólares. Es famoso por su dinero y su programa de telerrealidad.

Es un candidato populista y autoritario, un hombre fuerte. No titubea al insultar a los mexicanos, a las mujeres, a los discapacitados y a cualquiera que no comparta la alta opinión que Trump tiene de sí mismo. Sus conocimientos acerca de los grandes retos que enfrentará el próximo presidente de la Casa Blanca son pobres. Nada, sin embargo, le ha hecho perder apoyo en las encuestas. Al contrario.

Trump es un candidato populista y autoritario, un hombre fuerte. No titubea al insultar a los mexicanos, a las mujeres, a los discapacitados y a cualquiera que no comparta la alta opinión que tiene de sí mismo

Hasta hace un par de semanas, el senador por Texas Ted Cruz se perfilaba como el triunfador en Iowa, pero las encuestas más recientes lo sitúan en segundo lugar. Todo su esfuerzo –los viajes frecuentes a ese estado del Medio Oeste, las reuniones con pastores evangélicos y sus congregaciones, los encuentros con ciudadanos en restaurantes, escuelas y en la calle– bien pudiera ser en vano. Incluso Trump –casado tres veces y divorciado dos– ha logrado algún apoyo entre los evangélicos.

Aunque no es un político tradicional, Trump es hábil atacando a sus contrincantes. Con Cruz puso sobre la palestra el hecho de haber nacido en Canadá de madre americana y padre cubano. Aunque una gran mayoría de los abogados coinciden en que los hijos de americanos nacidos en el extranjero son ciudadanos estadounidenses, algunos opinan que esta interpretación puede ser rebatida mientras la Corte Suprema no se pronuncie. El senador se enredó con el tema y perdió la ventaja en Iowa.

Sin embargo, está por ver si Trump será capaz de movilizar a sus votantes, ya que muchos de ellos no acostumbran ejercer su derecho al voto. Habrá que convencerlos de salir de su casa cuando llegue el momento. En cambio, Cruz, sí, está organizado y puede dar la sorpresa.

Hasta hace un par de semanas, el senador por Texas Ted Cruz se perfilaba como el triunfador en Iowa, pero las encuestas más recientes lo sitúan en segundo lugar

Trump y Cruz son dos candidatos revoltosos que han puesto en crisis a la élite del partido y a sus donantes. El senador Marco Rubio, el exgobernador de Florida Jeb Bush y los gobernadores de Ohio y New Jersey, John Kasich y Chris Christie, se atacan fuertemente entre ellos pero, con excepción de Bush, no enfrentan a Trump. Las élites republicanas no reaccionaron al principio y ahora es mucho más difícil hacerlo. ¿Cuáles de los cuatro favoritos del establishment tirarán la toalla después de Iowa y New Hampshire (9 de febrero)? Si los cuatro siguen por el mismo camino, el Partido Republicano podría pagarla caro en noviembre.

Durante la presidencia de George W. Bush, los republicanos más conservadores criticaban en voz baja algunas de sus políticas, como la ampliación del Medicare (seguro de salud para los mayores de 65 años) y el apoyo a una reforma migratoria que no llegó a buen puerto. En 2008, el rescate de los bancos, con Bush todavía en la presidencia, les colmó la paciencia.

La elección de Barack Obama liberó a la base dura del Partido Republicano. Así nació el Tea Party y su famoso lema We want our country back (queremos que nos devuelvan nuestro país).

La base republicana nunca consideró a Obama un presidente legítimo. Lo acusaba de no haber nacido en Estados Unidos. Decía que era musulmán y que su visión del mundo era antiamericana porque su padre era africano.

Durante la campaña de 2008, John McCain le aclaró a una mujer en Minnesota que tildó a Obama de árabe: "No, señora. Obama es un hombre decente, de familia y ciudadano. Tengo grandes diferencias con él sobre temas fundamentales y por eso estamos en campaña. Obama no es árabe".

En la acera de enfrente, el tono de la campaña para escoger el candidato del Partido Demócrata es mucho más comedido. Destacan Hillary Clinton –exprimera dama, exsenadora por Nueva York y exsecretaria de Estado– y Bernie Sanders –exalcalde de Burlington, excongresista federal y senador independiente por Vermont–.

Los medios comparan a Sanders con Donald Trump, aunque lo único que tienen en común es la habilidad de movilizar a sectores de sus bases desilusionadas por las élites y las instituciones políticas. La campaña de Trump se basa en la ira que sienten sus seguidores y la lealtad al magnate. Aún no sabemos cómo haría realidad su promesa de devolverle la grandeza a América. Trump simplemente pide que confíen en él.

Sanders se centra en disminuir la desigualdad y la concentración de la riqueza, aumentando los impuestos a los que más tienen

Sanders se centra en disminuir la desigualdad y la concentración de la riqueza, aumentando los impuestos a los que más tienen. Promete el acceso gratis a las universidades. Busca establecer un sistema de salud único, es decir, un Medicare para todos, no solo para la tercera edad. Quiere acabar con las compañías de seguro en el campo de la salud.

El problema de Sanders no es su programa, sino cómo lo llevaría a cabo. Si bien las tendencias que favorecieron la desigualdad y la acumulación de ingresos por los más ricos venían desde principios de los 2000, la crisis de 2008 las agravó notablemente. Se trata de unos cambios estructurales e irreversibles de la economía.

En Estados Unidos, los cambios ocurren lentamente. Cuando los demócratas presentaron la reforma de la salud en el Congreso en 2009, se hablaba de una opción pública. Es decir, el Gobierno federal la establecería y ésta competiría con las compañías de seguro. Pese a que el Partido Demócrata gozaba de mayorías contundentes, la opción pública se descartó.

Por loable que sean algunos aspectos de la plataforma de Sanders, simplemente no se ajustan a las realidades políticas de Estados Unidos.

Hillary Clinton es brillante. Su vasto conocimiento de las políticas públicas es único en esta contienda presidencial. Su experiencia en la Casa Blanca, en el Senado y el Departamento de Estado también es incomparable.

Como candidata, sin embargo, se queda corta. Cuando faltaban solo unos días para las asambleas en Iowa, Clinton viajó a Filadelfia para recaudar fondos. La competencia con Sanders ha sido más dura de lo que se esperaba y la campaña debe garantizar los recursos. También hay que recordar que los republicanos hicieron lo indecible para acabar con ella y a su esposo en los noventa. Hillary Clinton se acorazó y la espontaneidad le cuesta trabajo.

Hillary Clinton es brillante. Su vasto conocimiento de las políticas públicas es único en esta contienda presidencial

Pero, no perdamos de vista que la primera dama y el presidente ganaron esa pelea. A finales de octubre, Clinton compareció ante un comité en la Cámara sobre el ataque del consulado de Estados Unidos en Benghazi, Libia, donde murió el embajador estadounidense el 11 de septiembre de 2012. Sus opositores creían que la tenían acorralada pero salió airosa al cabo de once horas de interrogación.

Clinton hace mejor campaña cuando está bajo fuego electoral. Una reciente mesa redonda televisiva en CNN recientemente mostró a la candidata muy por encima de sus contrincantes demócratas. Las últimas encuestas le dan una modesta delantera en Iowa.

Las apuestas dan favoritos tanto a Clinton como a Trump en Iowa, pero habrá que esperar hasta la noche del 1 de febrero para ver si se confirma la tendencia actual, ya que los votantes de ese estado tienen la buena costumbre de sorprendernos.

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