Los sueños dorados de Cayo Granma

La situación económica del lugar lleva años deprimida y la única posibilidad de tener un empleo es cruzar al otro lado de la franja de agua
La situación económica del lugar lleva años deprimida y la única posibilidad de tener un empleo es cruzar al otro lado de la franja de agua (14ymedio)
Rosa López

08 de agosto 2015 - 16:24

Santiago de Cuba/“Si Cuba es la llave del Golfo, esta es la llave de Santiago de Cuba”, presume Gaspar, quien vive en Cayo Granma y asegura que por años no ha cruzado la franja de mar que lo separa de la ciudad. Cuando el huracán Sandy devastó la zona en octubre de 2012, el hombre sintió que esa madrugada “era el final”, porque las olas alcanzaron los nueve metros y cerca de 40 casas del lugar quedaron totalmente destruidas, mientras 200 sufrían daños severos. La furia del vendaval se cebó en ese trozo de tierra y todavía hoy se ven las cicatrices dejadas por la tormenta.

Un grupo de estudiantes de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas ha sido laureado por un proyecto de rescate de Cayo Granma. El galardón fue adjudicado durante la Séptima Competición Internacional de Arquitectura para la Reducción de Desastres y la Reconstrucción, con sede en Londres. A miles de kilómetros de Inglaterra, los pobladores del más famoso cayo de la bahía santiaguera tratan de recomponer sus vidas tres años después del paso del meteoro.

Un grupo de estudiantes de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas ha sido laureado por un proyecto de rescate de Cayo Granma

El equipo de trabajo liderado por el profesor Andrés Olivera Ranero incluyó también a los estudiantes Ana Lourdes Barrera Cano, Royer Leno Medina, Elisa Medina Toboso y Niuris Martín Rosabal, oriundos de las provincias de Cienfuegos y Villa Clara. Encaminados a reanimar el asentamiento, describieron cuatro etapas de trabajo y lograron alzarse por encima de otros quince proyectos que competían en el concurso de Londres.

La lancha que llega una vez al día hasta Cayo Granma es ruidosa y deja en el aire un olor a petróleo requemado. Nada más desembarcar impacta la belleza natural del lugar y la precariedad de la vida de sus habitantes. Cayo Smith, como se llamó inicialmente, sigue siendo un poblado de humildes pescadores, y en los chalés de madera que le dieron su sello arquitectónico se hacinan familias de hasta 20 miembros. Los huecos que el viento dejó en los techos y las paredes han sido tapados con planchas de zinc y tablas recogidas después del temporal.

“Aquí no hay mucho que hacer”, explica Agustina, que vivió aquellos años en que la mayoría de los propietarios de las mejores casas partió al exilio y el Gobierno entregó las viviendas a gente muy pobre. “Era como un sueño hecho realidad, pero después todo empezó a deteriorarse”. La señora constata lo que especialistas y sociólogos han plasmado en sus investigaciones: Cayo Granma tiene una economía deprimida, el alcoholismo alcanza una alarmante incidencia entre los jóvenes y la deserción escolar y el desempleo son altos.

El alcoholismo alcanza una alarmante incidencia entre los jóvenes y la deserción escolar y el desempleo son altos

“Sólo hay una escuela hasta sexto grado y muchos adolescentes dejan los estudios por las dificultades para llegar hacia el otro lado”, cuenta la señora y señala hacia la ciudad de Santiago de Cuba. Algunos pobladores tienen sus propios botes de remo, precarios y frágiles. Los manejan con sigilo, porque la mayoría no están legalizados y son objeto de frecuentes confiscaciones. “Hay días en que ni se sabe si va a venir la lancha estatal, ni a qué hora llegará”, se queja Agustina cuando habla de la inestabilidad en los horarios del único medio de transporte que los conecta con la ciudad.

Los estudiantes de arquitectura han propuesto una etapa inicial en la que se garantice un lugar bajo techo y digno para cada familia que habita el cayo. Sólo así podría darse paso a la segunda etapa del proyecto que incluye la construcción de un taller de manufactura y un aserradero para crear empleo en una zona con un alto número de personas sin vínculo laboral.

La tercera etapa de la iniciativa se enfoca al desarrollo urbano y económico. Los modelos presentados al tribunal que premió la iniciativa muestran un lugar hermoso, con flores y abundantes huertos, vecinos que construyen sus propias embarcaciones y viviendas cooperativas. “Pintoresco, resiliente, sostenible y un hábitat digno”, son algunas de las expresiones con la que describen a la comunidad que resultará después de ejecutado el proyecto y en cuya cuarta etapa corresponderá afianzar y conservar lo logrado. Sin embargo, la realidad dista mucho de tal panacea.

El viento bate con fuerza en el litoral y Carlos Cesario, 72 años, pasa con bolsa colgada del hombro. “Muy pocas viviendas han sido reparadas”, asegura al explicar que comparte la deteriorada vivienda familiar junto a otros quince parientes. Es una situación generalizada y muchos, con la mirada perdida en el horizonte, no abrigan la más mínima esperanza de que lleguen las soluciones por la vía oficial.

Al ver las maquetas ganadoras del concurso londinense, algunos residentes contienen la risa y otros preguntan “¿Y eso pa’ cuándo es?”

“La situación es pésima”, se queja Moraima Fernández. “A mi se me cayó el techo, mi casa se desbarató y para conseguir el zinc fue un fracaso”. La señora apunta a una deficiente gestión de las autoridades locales que ha contribuido a que “después de tres años esto siga más o menos igual”.

Cuando se les muestra a varios residentes las maquetas ganadoras del concurso londinense, algunos contienen la risa y otros preguntan “¿Y eso pa’ cuándo es?” No queda claro el cronograma de trabajo ni la fecha de entrega, tampoco se cuenta aún con el presupuesto para comenzar siquiera la primera fase. “Seguro que habrá que esperar que algún organismo extranjero se enamore de la idea y quiera financiar el proyecto”, reflexiona Ana Laura, una joven nacida en el lugar. Ahora “sólo vengo a visitar a mi abuela, porque esto está como muerto”, agrega.

Lejos de aquí, sobre la mesa de unos inquietos arquitectos se ve el Cayo Granma del futuro. Un lugar distante y utópico en el que los actuales pobladores del lugar no quieren ni pensar.

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