Dulces agujas: la ruta del tatuaje

Tatuador trabajando en La Hababa. (14ymedio)
Tatuador trabajando en La Habana. (14ymedio)
Anddy Sierra Álvarez

28 de mayo 2014 - 10:30

La Habana/La sangre y la tinta se mezclan sobre la piel. La adolescente solloza un poco mientras el hombre hunde la aguja para completar un ala de la mariposa. Cuando haya acabado, ella se irá a casa adolorida pero feliz. En unas semanas podrá ponerse los pantalones a la cadera, dejando a la vista el colorido tatuaje.

En la última década los tatuajes han ganado espacio en Cuba y causan furor entre los más jóvenes. Estas figuras en la piel, que eran antes indicios de marginalidad social o de una estancia en la cárcel, se han vuelto una señal de modernidad y hasta de solvencia económica.

Eugenio Pérez, 53 años, se dedica a hacer tatuajes en la zona del litoral Este de La Habana. Su clientela fundamental son turistas y prostitutas. Nunca cursó estudios de dibujo, pero desde pequeño tuvo dotes para la pintura y el diseño. "Primero empecé con cuadros que vendía en la arena, pero después me di cuenta que este negocio me iba a dar más". Al principio no tenía muchos recursos, "hervía las agujas y tenía una máquina inventada", confiesa. Ahora ha logrado armar un pequeño taller con mejores condiciones.

Dasiel Rivero, 35 años, comenta que desde hace más de una década está realizando tatuajes. Recomienda a los clientes tener cuidado al elegir con quién se harán el trabajo. "Lo más importante es la limpieza", asegura. "Yo nunca vuelvo a usar una aguja para no enfermar a nadie. Trato de hacer lo mejor posible con cada persona, porque en fin de cuentas esta imagen la llevará encima toda su vida". Tiene razón, las técnicas para quitar un tatuaje todavía no se han desarrollado por estos lares. Los más impulsivos aplican algún objeto ardiente sobre la zona que quieren borrar y aguantan el terrible dolor.

Se han vuelto una señal de modernidad y hasta de solvencia económica

No es raro encontrar profesionales del dibujo entre los tatuadores. Osmany se graduó de la Escuela de San Alejandro y trabajó como profesor de dibujo, pero después decidió abrir un negocio de tatuajes. "Trato de estudiar técnicas que se usan en otras partes del mundo, porque mi clientela es muy exigente. Tengo desde cantantes famosos de reggaetón hasta hijos de ministros. Vino un hombre apasionado de la literatura fantástica y tuve que hacerle un mago Merlín". En una librería, cerca del lugar donde trabaja se ven varios diccionarios de símbolos, uno de heráldica y hasta unas cartas del Tarot de las que saca inspiración.

No todos son tan cuidadosos como Osmany o Rivero. Amaury Rodríguez, 23 años, estuvo cerca de perder el brazo por un estafilococo adquirido mientras le hacían un tatuaje. Como secuela le ha quedado una fea cicatriz. "Si yo hubiera imaginado esto, nunca me habría metido a hacerme nada en mi cuerpo, pero no lo sabía". En el caso de este joven el daño no ha sido tan grave. Entre los mayores peligros se encuentra el contagio con Hepatitis C, una enfermedad crónica que puede derivar en cáncer de hígado.

El tema se complica cuando se investiga de dónde sale la materia prima y el instrumental que usan los tatuadores. A falta de un mercado local donde se pueda adquirir estos insumos de manera legal, los encargan a quienes viajan al extranjero o producen ellos mismos algunos pigmentos, a pesar de los riesgos, que van desde la mala calidad de algunos colores existentes en el mercado, hasta el aumento de las infecciones.

Los clientes habituales van desde cantantes famosos de reggaetón hasta hijos de ministros

La importación de las agujas y las tintas encarece la práctica. El tatuaje más barato cuesta unos 12 CUC, alrededor de 14 USD. Un trabajador promedio debe guardar la mitad de su salario mensual para poder disfrutar de una pequeña flor o de una diminuta mariposa sobre su piel. Los diseños más complejos llegan a valer hasta el sueldo de todo un año.

Entre las licencias de trabajo por cuenta propia no se incluye la de tatuador. Lo más cercano es "pintor rotulista", pero se aclara que esta ocupación "realiza rótulos de todo tipo, tamaños y colores en objetos o superficies que no incluyen la piel de las personas". De manera que la falta de cobertura legal perjudica el negocio de las agujas y las tintas. A pesar de la aceptación que ha supuesto la moda del tatuaje, algunos mantienen sus prejuicios. La directora de un círculo infantil, que prefiere mantener el anonimato, dice que no contrata a trabajadoras si les ve algún tatuaje. "No sé, pero a mí eso me sigue pareciendo algo sucio, algo de las cárceles". No es un comentario aislado, pero no existe ninguna resolución administrativa que avale su actuación.

De sirenas y tiburones

Los tatuajes más solicitados son los mitológicos y fantásticos, donde se incluyen sirenas, dragones, espadas mágicas y criaturas oníricas. También los símbolos amorosos gozan de bastante popularidad. Corazones, ángeles con arcos y flechas, doncellas en poses eróticas o el simple nombre del ser amado, se ubican entre los preferidos. Una línea temática con mucho éxito incluye guitarras eléctricas, caracteres góticos y figuras sacadas del mundo del rock and roll. Las mariposas, las serpientes, los felinos, las flores, algunas aves como las águilas y ciertos peces de la familia de los escualos encabezan los dibujos de animales más demandados.

“No sé, pero a mí eso me sigue pareciendo algo sucio, algo de las cárceles”, dice la directora de un círculo infantil

"Ahora están teniendo mucho éxito las llamadas transparencias", asegura un joven que posee su propio negocio de tatuajes. Para explicar en qué consiste, muestra a una de sus clientes que exhibe en el pecho un enorme corazón, muy realista, acompañado de sus arterias y vasos sanguíneos. Es un estilo que presenta a la piel como una ventana hacia el interior del cuerpo humano, y dibuja sobre ésta los órganos internos.

Aunque la mayoría de los clientes sigue prefiriendo los brazos y el torso para colocarse las imágenes, otras zonas del cuerpo están ahora de moda. El pubis, el área lumbar, los tobillos y la nuca ganan terreno entre los más jóvenes. "La gente quiere tener algo escondido para mostrarle a su pareja cuando se quite la ropa", confirma Eugenio Pérez. Abundan las frases cargadas de erotismo o de lascivia, y las rosas y las frutas se llevan las palmas en las zonas más íntimas.

Entre los mayores peligros se encuentra el contagio con Hepatitis C

En la Feria internacional del Libro, el pasado febrero, el pabellón de Arabia Saudí causó sensación. Junto a ejemplares del Corán, se ofertaba la realización de tatuajes efímeros. Una opción para quienes no quieren comprometerse con algo permanente.

Los hay, sin embargo, que compiten en número de tatuajes. Como Juan Carlos Marrero, que forma parte de un grupo de "Fans del Tatoo". "Esta es mi vida, yo vivo para esto", afirma mientras muestra toda la espalda llena de figuras fantásticas y tramas que parecen tener vida por su realismo.

Estos entusiastas no han podido realizar hasta ahora ningún "festival del tatuaje", donde vayan aquellos que veneran esa práctica. "¿Se imaginan? –conjetura Juan Carlos- poder reunir a toda esa gente que lleva una obra de arte encima... eso sería para recordar". Sonríe y toda la cara se le mueve, incluso el león que lleva tatuado en la frente, que parece sacudir la melena y proyectar hacia adelante los colmillos.

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