Resignación en Cojímar

El embarcadero de Cojímar, donde ahora los pescadores hacen su labor con varas y cordel, la mayoría de ellos impedidos de tener una embarcación para salir al mar. (14ymedio)
El embarcadero de Cojímar, donde ahora los pescadores hacen su labor con varas y cordel, la mayoría de ellos impedidos de tener una embarcación para salir al mar. (14ymedio)
Luz Escobar

27 de mayo 2016 - 10:14

La Habana/El busto de Ernest Hemingway, salpicado de salitre, fue fundido a partir de llaves, cerraduras, viejas propelas de barcos, cadenas y tornillos de bronce. Objetos recolectados por amigos del famoso escritor y pescadores de Cojímar, un poblado que hoy vive de recordar al autor de El viejo y el mar, alejado ya de aquella épica de anzuelos y redes.

Los turistas pasan poco tiempo en esta localidad del municipio de Habana del Este, apenas unos minutos. Llegan en busca de algo que les haga revivir la hazaña del personaje de Santiago y su enorme pez, que los tiburones devoraron mientras lo traía hacia la costa. Creen que hallarán a toda la población volcada hacia las olas y los mariscos, pero encuentran una zona absorbida por la estandarización y la abulia que recorre el país.

Ninguna señal indica el sitio donde se alza la escultura del Premio Nobel de Literatura, realizada por el artista Fernando Boada sin cobrar un centavo. Solo los guías que muestran el lugar a extranjeros y los vecinos más viejos hacen un alto frente al monumento. Cuentan los lugareños que no pocos visitantes se llevan una fotografía del cercano busto de José Martí, pensando que es el escritor estadounidense.

La plaza donde tradicionalmente se miden los ejemplares capturados durante el certamen anual de la pesca de la aguja tampoco está señalada. El pasado domingo tuvo lugar la edición provincial y el ganador fue el joven Michel González. El pescador podrá participar en la justa internacional que se realiza a mediados de junio en la Marina Hemingway, al oeste de la ciudad.

Los turistas creen que hallarán a toda la población volcada hacia las olas y los mariscos, pero encuentran una zona absorbida por la estandarización y la abulia que recorre el país

La cita con participantes extranjeros, en el extremo opuesto de La Habana, ha robado protagonismo a la competencia local y ha derivado en un encuentro lleno de recursos y glamour. De los más de cien barcos que concursarán, solo tres son cubanos, porque, según un empleado de la exclusiva marina, se trata de una disciplina "muy cara".

Mientras, el sitio emblemático que inspiró al escritor languidece. En años pasados, el Instituto Nacional de Deporte Educación Física y Recreación (INDER) promocionaba la justa nacional de la pesca de la aguja en Cojímar a través de la radio y la televisión. También otorgaba recursos para su realización, pero eso es historia pasada.

"Esto no es ni la sombra de lo que una vez fue", comenta Juan, un residente del lugar que compartió momentos con Gregorio Fuentes, amigo de Hemingway y capitán de su yate Pilar.

"El pueblo estaba lleno de vida y todo se movía alrededor de la pesca", recuerda el anciano. Cerca de donde está parado señalando hacia las olas, otros dos cojimeros beben en uno de los bancos del parque un trago de canchánchara, que crean ahí mismo mezclando un poco de aguardiente, miel y limón.

Los hombres recuerdan la poca concurrencia que tuvo la competencia de pesca del pasado fin de semana. "A eso ya no se le puede llamar ni evento", dice el más viejo de ellos mientras bebe un sorbo. En su opinión, se ha perdido "el colorido", porque "desde hace unos 15 años los pescadores salen y punto".

El otro bebedor recuerda aquella época en que los competidores "venían con uniformes de cada provincia participante" y "los barcos salían del mismo muelle donde Hemingway tenía el Pilar". Con los años y mucho abandono, el atracadero se ha deteriorado y las embarcaciones tienen que zarpar desde otro lugar.

Durante el certamen de la aguja toda la zona se convertía en una gran fiesta, pero ahora "los kioscos con comida no tienen nada de pescado, solo pollo frito y boniato", ironiza el hombre, que evoca los tiempos en que "se vendía calamar, mariscos y hasta manjúa".

El temor de las autoridades radica en que los locales utilicen las frágiles embarcaciones para huir del país

Algunos han tratado de revivir la zona y enfocarla hacia el turismo. Como un cojimero que quiso montar un negocio con seis bicicletas acuáticas, pero los guardafronteras le advirtieron de que estaba prohibido gestionar algo así de manera privada. El temor de las autoridades radica en que los locales utilicen las frágiles embarcaciones para huir del país.

Ahora, varios vecinos se han unido en una idea común que intenta atraer parte de los 900.000 dólares otorgados por una fundación de Estados Unidos para construir una instalación destinada a conservar los libros, cartas y fotos del Nobel de Literatura. La restauración de la Finca La Vigía, donde vivió el escritor en la barriada de San Francisco de Paula, en la periferia de La Habana, también se contempla entre los planes.

"Aquí queremos hacer un monumento al patrón del Pilar", asegura uno de los hombres sentados en el parque. "Se va a abrir el museo de Gregorio, en la casa que era de él", detalla. "También hay que recuperar el hotel que se está echando a perder, pero tiene una vista preciosa y le daría tremenda vida a este pueblo".

La ilusión de muchos es que el recorrido turístico que incluye la finca La Vigía "termine aquí, con un almuerzo en el bar La Terraza y una visita a la glorieta donde está el busto de Hemingway", detalla el ilusionado lugareño. "Ojalá que Cojímar se pueda salpicar con algo", para que ese pueblo pesquero vuelva a la vida.

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